Lanzarote todo el año: playas, arte, vinos y pueblos mágicos
Primer destino en el mundo en lucir el sello Biosphere Responsible Tourism, Lanzarote es una sorpresa constante que va más allá de las playas y las obras de César Manrique y que está siempre cerca gracias a las conexiones de Vueling
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el Parque Nacional de Timanfaya a las playas de arena blanca y dorada pasando por los espectaculares viñedos de La Geria y los Jameos del Agua de César Manrique, Lanzarote ofrece una paleta de paisajes que incluye alucinantes colores y texturas.
Naturaleza y arte no solo conviven, sino que se retroalimentan y se funden hasta no saber dónde acaba una y empieza otro para hacer posible un lugar diferente, un auténtico paraíso que, además, está muy cerca.
Poco más de dos horas desde Málaga o Sevilla, menos de tres horas desde Madrid, Asturias o Bilbao y tres horas y cuarto desde Barcelona son suficientes para alcanzar Lanzarote con Vueling, que ofrece numerosas frecuencias semanales de vuelos directos que hacen más rápido y fácil alcanzar la isla.
Un paraíso diferente
Lanzarote tiene algo que engancha. Quizás su profundo espíritu isleño. Quizás sus tradiciones arraigadas o sus leyendas que hablan de piratas y corsarios, de diablos y de princesas aborígenes.
Quizás sus playas cristalinas rodeadas de rocas volcánicas, sus jardines de cactus, sus paisajes casi lunares, sus cráteres rojos, sus impactantes miradores o las piscinas naturales que esconden los mejores chapuzones en el Atlántico.
Y, sin embargo, hay mucho más.
La isla que César Manrique convirtió en filosofía de vida (“Nacer en esta quemada geografía en medio del Atlántico condiciona a cualquier ser medianamente sensible”) y que enamoró a José Saramago (“Me quitarán lo que quieran, pero nadie me podrá quitar el aire de Lanzarote”) hace tiempo que hizo de la preservación y la sostenibilidad la razón de ser de su turismo.
Así, no es casualidad que en 1993 la isla en su totalidad fuera declarada Reserva de Biosfera por la UNESCO, ni que más de dos décadas después, en 2015, se convirtiera en el primer destino a nivel mundial certificado por Biosphere Responsible Tourism.
Una ruta: las Montañas de Fuego y La Geria
Lanzarote debe gran parte de su imagen actual a las erupciones volcánicas ocurridas entre 1730 y 1736, y nuevamente en 1824, que sepultaron una cuarta parte de la superficie de la isla. Estos eventos marcaron profundamente su paisaje y han sido determinantes en su historia moderna.
Hoy este espacio es el Parque Natural de los Volcanes, donde encontramos algunos de los paisajes volcánicos más espectaculares de la isla y una auténtica maravilla natural, el Parque Nacional de Timanfaya.
Solo accesible en guagua y con entrada, Timanfaya ofrece un recorrido de 14 km por las Montañas de Fuego, mostrando un entorno prácticamente intacto que permite observar cómo la vida renace sobre los campos de lava en forma de líquenes. Este itinerario fue diseñado por el célebre artista César Manrique y su colaborador Jesús Soto, reflejando el compromiso con la preservación de sus valores científicos y ambientales.
El centro de visitantes de Mancha Blanca, con acceso libre, ofrece una mirada educativa sobre la riqueza de este lugar, mientras que otras joyas del Parque Natural, como el Volcán del Cuervo y la imponente Caldera Blanca, invitan a explorarse a pie.
Continuando por la carretera LZ-67 y tras el Echadero de camellos y la localidad de Uga se llega a otro de los rincones más inspiradores de la isla: los viñedos de La Geria, que se extienden entre los municipios de Teguise, San Bartolomé, Tinajo, Tías y Yaiza.
De nuevo, un paisaje magnético en el que las vides crecen entre cenizas volcánicas (se denominan rofe o picón) en hoyos excavados en el suelo y protegidos con paredes semicirculares que las resguardan del viento y mantienen la escasísima humedad ambiental en una isla donde apenas llueve.
En La Geria se aprecia la belleza del viñedo, pero también el ingenio y la tenacidad con la que los lanzaroteños logran elaborar sus vinos en una tierra arrasada por los volcanes
Paseando entre las viñas de La Geria, saboreando una copa de vino malvasía volcánica o incluso participando en la vendimia -que se realiza en agosto, la primera de todo el hemisferio norte debido a las condiciones climatológicas del lugar- se advierte no solo la belleza del viñedo, sino también el ingenio y la tenacidad con la que los lanzaroteños logran elaborar sus vinos en una tierra arrasada por los volcanes.
Para aprender más sobre los vinos se pueden visitar bodegas como El Grifo, la más antigua de las Islas Canarias, La Geria, Rubicón, Los Bermejos o Vega de Yuco.
El broche lo pone la Casa-Museo del Campesino, en el municipio de San Bartolomé, que se complementa con el Monumento al Campesino, ambos modelados por Manrique como homenaje a la labor de los agricultores de Lanzarote.
Arte y naturaleza o cómo César Manrique moldeó Lanzarote
Además de Timanfaya, volcanes mucho más antiguos moldearon también paisajes del nordeste, en el municipio de Haría, marcados por las erupciones del Volcán de La Corona.
Esas erupciones dieron lugar al Malpaís de La Corona, por cuyo subsuelo discurre un gran tubo volcánico que desemboca en el océano, en la ‘puerta de la Atlántida’.
Dos de sus tramos pueden visitarse: la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua, obra también del polifacético César Manrique, que utilizó estos lugares donde el techo del tubo volcánico se había hundido (jameos) para crear espacios donde el arte armoniza absolutamente con la naturaleza.
La piedra porosa de sus paredes otorga excepcionales propiedades acústicas a ambos lugares por lo que, si tienes la posibilidad, no te pierdas uno de los conciertos y espectáculos que se programan de forma regular en los auditorios que albergan en su interior.
En Guatiza, en el municipio de Teguise, el Jardín de Cactus es la última gran obra de César Manrique en Lanzarote. Se trata de un increíble jardín que alberga alrededor de 4.500 cactus de unas 500 especies procedentes de los cinco continentes.
Otras obras de Manrique
El Restaurante El Diablo y el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, MIAC-Castillo de San José, son dos de sus obras icónicas.
También destaca su antigua casa en el Taro de Tahiche, hoy sede de la Fundación César Manrique y edificada sobre una colada de lava, y la Casa-Museo César Manrique en Haría, una antigua vivienda de labranza donde residió y trabajó hasta su fallecimiento en 1992. Estas obras del lanzaroteño más universal sintetizan los valores naturales y culturales de Lanzarote.
Charcos, piscinas y playas para disfrutar
La geología es también responsable de atractivos que te dejarán sin aliento en Lanzarote.
Es el caso del fascinante Lago Verde, conocido también como Charco de los Clicos, al oeste de la isla, cerca de Yaiza, donde el cráter de un antiguo volcán se sumerge en el océano Atlántico creando un lago donde la intensa tonalidad verde causada por las algas del fondo contrasta con la arena negra de la playa de El Golfo y con los azules del cielo y del mar.
Tampoco hay que perderse los acantilados del Risco de Famara, al noroeste de la isla, con una espectacular panorámica de la playa y la isla de La Graciosa, separada de Lanzarote por un estrecho brazo de mar conocido como El Río. Justo aquí, Manrique ubicó el Mirador del Río, con las mejores vistas del archipiélago Chinijo.
En el catálogo de playas, no faltan los arenales de aguas turquesas y arenas doradas, como las de Papagayo, una playa virgen con vistas al islote de Lobos y a la isla de Fuerteventura; La Francesa en La Graciosa; y Caletón Blanco en el pueblo pesquero de Órzola, donde las aguas transparentes y la arena blanca y fina se enmarca en un fondo de rocas volcánicas.
Además, algunas de las mejores playas de Lanzarote, entre ellas Playa Grande y Playa Chica, así como la de las Cucharas, se encuentran en las zonas turísticas, cómodas y con todo tipo de servicios.
Lanzarote cuenta con un catálogo de playas que incluye desde arenales salvajes y recónditas calas a otras dotadas con todos los servicios
Hablando de baños que hay que probar, no pueden faltar las piscinas naturales, como el Charco del Palo, primer complejo naturista de Lanzarote, o Los Charcones. Este último es un conjunto de pozas formadas por la erosión de las olas sobre la lava volcánica solidificada, cerca de Playa Blanca. Es importante tener en cuenta que se trata de una zona totalmente natural, de difícil acceso, y que el baño depende de las variaciones de la marea.
En el pueblo de Punta Mujeres, en la costa norte de la isla, a falta de playas de arena, una serie de escaleras dan acceso a originales piscinas que ponen coto al océano, permitiendo espectaculares baños.
De paseo por pueblos mágicos
Moldeada por el viento, el mar y los volcanes, Lanzarote es hogar de encantadores pueblos rodeados de historias que imprimen sobre ellos un halo casi mágico.
Es el caso de Femés, en el municipio de Yaiza, donde se ambienta Mararía, de Rafael Arozarena, un clásico de la literatura canaria en el que el autor quiso personificar la historia y los paisajes de la isla y que inspiraría luego una canción de Pedro Guerra y una película dirigida por Antonio Betancor. Con motivo del centenario del nacimiento de Arozarena, los 50 años de la publicación del libro y los 25 de la producción del filme, se ha colocado una hermosa escultura, de nombre María, obra de Cintia Machín, en el espectacular mirador del pueblo.
Diferentes lugares permiten además descubrir los sabores de la isla, como la quesería artesanal Rubicón, donde degustar los tradicionales quesos de la isla.
En la costa noroeste, el nombre de Punta Mujeres (Haría), despierta por sí solo la curiosidad. Se cuenta que debe su nombre a unas mujeres que fueron abandonadas por los piratas que las habían raptado, aunque también podría deberse al parecido de las montañas que lo rodean con siluetas femeninas.
Sea como sea, hoy es un precioso pueblecito de casas blancas con un animado marítimo paseo plagado de calitas, terrazas y restaurantes que llega a la playa de La Garita, en Arrieta. Perfecto para animarse a probar especialidades locales como lapas, o pescados como las viejas o el cherne.
Según otra antigua leyenda, Mancha Blanca debe su origen a un milagro ocurrido en 1736. Desesperados por las erupciones que arrasaban pueblos y cultivos, los habitantes de la isla rezaron a la Virgen de Los Dolores, quien, según la tradición, detuvo el avance de la lava. Hoy, como patrona de Lanzarote, la Virgen de Los Dolores es homenajeada cada septiembre con una multitudinaria romería.
También recomendable, su mercado agrícola es perfecto para hacerse con productos ecológicos locales, desde lentejas a chícharos, batatas o repostería típica.
Mágico y uno de los Pueblos Más Bonitos de España según la asociación que los agrupa es la villa de Teguise, capital de Lanzarote hasta el siglo XVIII. Teguise conserva edificaciones de gran valor histórico-artístico, entre ellas el castillo de Santa Bárbara o de Guanapay, el Palacio Spínola, la antigua iglesia de Guadalupe y el convento de San Francisco.
Qué comer en Lanzarote
Como el resto de la isla, la gastronomía lanzaroteña es una caja de sorpresas.
Herencias de los aborígenes, influencias españolas y latinoamericanas confluyen en platos sencillos en cuanto a ingredientes, pero plagados de sabor.
Bastan buenas carnes de cabrito, conejo o pollo, pescados, verduras y aceite de oliva virgen para dar forma a potajes, sancochos y caldos, sin dejar de lado las famosas papas arrugadas acompañadas de mojo, un bocado obligado.
Complétalo con panes de mamí y bienmesabes, y riégalos con un buen vino de Lanzarote.