La energía que frenará el calentamiento global se retrasa hasta el 2045

ITER, el centro de investigación de energía de fusión en el sur de Francia, llega con retraso al 50% de su construcción

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En un lugar de Francia, en el sur, quieren crear estrellas. Pieza a pieza, el mayor proyecto de ciencia e ingeniería de la historia toma forma en Sant Paul lez Duranze.

En 180 hectáreas de superficie se construye este mastodóntico laboratorio, el que se convertirá en el reactor de fusión más grande de la historia.

Lo llaman ITER, las siglas en inglés para reactor internacional experimental termonuclear y, en su seno, se pretende demostrar que es posible obtener energía por el mismo proceso que las estrellas.

Cuando los científicos comenzaron a investigar sobre la energía de fusión, se pensó que en 30 años sería una realidad. Sin embargo, el margen temporal ha ido en aumento.

Tanto es así que, si en 2008 dio comienzo la construcción de este centro, recientemente, se ha completado el 50% de la instalación; aunque no se espera que esté operativa hasta 2025, según afirma el director de ingeniería de Fusion for Energy, Jesús Izquierdo.

Será en diciembre de ese año cuando se realizará el primer ensayo, bautizado como el «primer plasma» que dará el pistoletazo de salida para intentar obtener energía por fusión.

ITER es el mayor proyecto de ciencia e ingeniería de la historia

ITER ha vivido constantes retrasos en su proceso para hacerlo una la realidad. Tenía que ser en 2016 cuando se obtuviera el plasma, fecha que se fue retrasando hasta 2019, 2021 y, ahora, 2025.

Ahora, también, se espera que el centro esté en pleno funcionamiento en 2035, afirma Izquierdo. Además, la hoja de ruta europea incluye un plan por el que espera poder contar con una planta de producción comercial de energía de fusión en 2045.

Tras el mayor proyecto de ciencia e ingeniería de la historia se encuentran las siete regiones que concentran el 80% del PIB mundial y la mitad de la población del planeta: la Unión Europea, los Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Corea del Sur e India impulsan la construcción del centro.

El baile económico de los presupuestos

El coste total del Iter se estima ya en 18.000 millones de euros, una cifra que despunta frente a los 5.000 millones previstos en el diseño inicial de 2001. 

El Viejo Continente, y anfitrión del centro, contribuye con el 45% del presupuesto: en torno a 6.600 millones de euros hasta 2020. «El 80% del presupuesto proviene de fondos europeos y el 20% de Francia»,  señala el director de market intelligence de Fusion for Energy, Víctor Sáez.

De cumplirse los plazos, Europa invertirá 3.650 millones de euros en Iter en el periodo de 2021 a 2025 y otros 2.200 millones de euros de 2025 a 2035, además de los 6.600 millones de euros iniciales. Mientras, el resto de países aportarán el otro 55% del capital.

EEUU duplicó su presupuesto destinado al ITER este año, después de reducir su aportación a la mitad en 2017

En este sentido, el responsable de comunicación de la empresa, Stavros Chatzipanagiotou, apunta: «Sabemos la aportación europea porque realiza las concesiones y contratos de forma transparente con convocatorias públicas; pero los chinos lo hacen a su manera, igual que los coreanos».

Por este motivo, se desconoce la aportación porcentual exacta de cada miembro del proyecto pese a que, ciertamente, los portavoces del proyecto defienden la dificultad para saber a ciencia cierta el coste final de ITER.

El pasado marzo, los Estados Unidos duplicó su presupuesto destinado al ITER durante 2018 hasta 122 millones de dólares (98,6 millones de dólares) con el fin de evitar retrasos en su ejecución.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que en 2017, el país redujo su aportación de 105 millones de dólares (84,8 millones de euros) a 50 millones de dólares (40,4 millones de euros) y, de paso, aprovechó para comprimir a la mitad también su partida presupuestaria para este año: de 120 millones de dólares (97 millones de euros) a 63 millones de dólares (51 millones de euros).

De hecho, a estos recortes se les echó parte de la culpa del retraso del proyecto. Hasta el momento, los Estados Unidos ha aportado cerca de 1.000 millones de dólares  (808,17 millones de euros) y está previsto que participe con otros 500 millones de dólares (404 millones de euros) hasta el 2025.

Las compañías españolas lideran el ranking de contrataciones para la energía de fusión

Desde la compañía afirman que estas demoras en la construcción del centro responden a un cambio del diseño inicial y a la dificultad tecnológica intrínseca al proyecto y, de esta manera, se desmarcan de las idas y venidas presupuestarias como un factor condicionante en el retraso de la ejecución del centro.

Con todo, reconocen que el vaivén presupuestario estadounidense podría tener consecuencias en la ejecución de las piezas y desarrollos tecnológicos correspondientes a las empresas del país norteamericano.

Para erigir el complejo, se requiere de un cóctel tecnológico puntero. Entre 2008 y 2016, el desarrollo del centro ha implicado más de 900 contratos con más de 440 compañías.

Entre ellas, por cierto, destaca el papel de las españolas, que lideran el ranking de contrataciones por delante de Francia, Alemania o el Reino Unido. 

«Se han adjudicado más de 4.000 millones de euros», apunta Saez. De alguna forma, «le estás dando una ventaja competitiva a estas empresas, muchos de estos contratos van más allá del estado de la técnica», añade .

Como lo hace el Sol

El cóctel con el que se experimentará en el ITER, mira a las estrellas. Concretamente, lo que pretende este experimento físico es obtener energía a partir de la misma reacción que tiene lugar en el sol.

Lo hará de forma controlada, en un reactor en el que se calentará el hidrógeno hasta 150 millones de grados, diez veces la temperatura del núcleo del Sol. El resultado: 500 megawattios de térmica, apunta Izquierdo

En la década de 2050 se empezará con la producción de electricidad, de cumplirse los plazos previstos, indica el director del Laboratorio Nacional de Fusión, Javier Sánchez.

Si bien el ITER no tiene una finalidad más allá de la científica, bien alejada de la comercial; lo cierto es que tres reactores vinculados a la institución, bautizados como DEMO, serán los que lleven a cabo la primera aplicación comercial de planta nuclear.

Lo que, de alguna manera, convierte al ITER en una prueba piloto para lo que luego será la traslación al mercado de este ciencia.

Las energías solar, eólica e hidroeléctrica producen una potencia relativamente baja en comparación con DEMO

Como es lógico, cada país socio del proyecto quiere contar con su propia versión de DEMO. Pese a ello, por el momento, tan sólo Europa, China y Corea del Sur tienen planes de construir uno de estos reactores para comercializarla.

El plan de Europa es que en 2060 sea una fuente más en el mercado, si bien quiere contar con una planta ya en 2045.

Más allá de las especificidades técnicas, este proyecto se configura como una nueva fuente de energía para el futuro, asegura Chatzipanagiotou. Desde Fusion for Energy defienden un modelo energético basado en renovables que se combinaría con la producción de energía de fusión.

Lo cierto es que las energías solar, eólica e hidroeléctrica producen una potencia relativamente baja por kilómetro cuadrado en comparación con la versión comercial del ITER, DEMO, que llegaría a producir 2.000 megawatios. 

«El combustible que necesitamos está disponible y en grandes cantidades. No daña el medio ambiente. De hecho, evitaría los diez mil millones de toneladas de CO2 que se emiten actualmente, cada año, a la atmósfera», incide Sanchez.

Ésta es la principal tesis por la que, desde el ITER, defienden esta energía y es que su producción no requiere del uso de combustibles fósiles y evitaría la emisión de gases de efecto invernadero. 

Lo que se pone en tela de juicio sobre la energía de fusión es la seguridad

Si su ventaja frente a la energía de fisión es que no se producen residuos nucleares, lo que se pone en tela de juicio es la seguridad, tanto de la resistencia de los materiales del reactor como que la energía que se genere sea, efectivamente, la esperada sino mayor. 

Por su parte, los portavoces del ITER insisten en que se trata de «un suministro de energía seguro, sostenible y suficiente para todo el planeta», argumenta Chatzipanagiotou, que añade «para conseguir la fusión se necesita una temperatura de 150 millones de grados».

«Si hay un problema con el contenedor la temperatura desciende; es imposible que se mantenga por sí sola. Además, hay muy poco carburante en el reactor, unos gramos de hidrógeno y los componentes que se utilizan para la reacción, deuterio y tritio, son inocuos para la atmósfera, no es como la el uranio y el plutonio que generan radioactividad», razona.—Artículo original de Business Insider. Autora: Lidia Montes

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