Las cápsulas de la Torre Nakagin se convierten en piezas de museo

El rascacielos icono del futurismo japonés está siendo desmontado y sus famosas cápsulas se reacondicionarán para ser expuestas en diferentes museos de todo el mundo

La torre Nakagin ha comenzado a ser demolida. Foto: Franck Robichon | EFE.

Decenas de personas merodean cada día en los alrededores de torre Nakagin Capsule de Tokio. Todos quieren un recuerdo del icónico rascacielos, uno de los símbolos del movimiento metabolista japonés que, a partir de los años 60 del siglo XX, comenzó a dibujar las ciudades del futuro, con edificios que serían modulares, flexibles y extensibles, con capacidad de desarrollar un crecimiento similar al orgánico.

Proyectada en 1972 por el arquitecto Kishō Kurokawa, uno de los fundadores de esta corriente, con un total de 140 cápsulas de apenas 10 metros cuadrados y diseñadas para sustituirse independientemente cada 20 o 25 años, la torre Nakagin no solo no ha sido el ejemplo para la vivienda moderna en Japón, sino que debido al alto coste del mantenimiento y su complejidad técnica, se fue deteriorando hasta condenar sus futuristas cápsulas a la demolición.

Para muchos un icono arquitectónico, la torre Nakagin Capsule (en realidad dos rascacielos interconectados) salvará al menos varias de sus cápsulas, que serán restauradas y enviadas a museos de todo el mundo. Al menos una treintena de museos y galerías, principalmente de Europa y los EEUU, se han mostrado interesados en acoger alguna de ellas.

Torre Nakagin

Construido en 1972, el edificio de 13 pisos con un eje central eje central de hormigón con cuatro pernos de alta tensión sobre los que se iban disponiendo las cápsulas, encarna la visión del metabolismo de su arquitecto, la idea de que las ciudades y los edificios están en constante cambio, reflejando la vida, al ritmo del ser humano.

Las cápsulas estaban pensadas para reemplazarse cada 20 años. Foto: Franck Robichon | EFE.

Con un espacio reducido, ventanas circulares y todos los muebles integrados en las paredes a través de soluciones ingeniosas, lo cierto es que apenas un tercio de los ocupantes de Nakagin residían en las cápsulas; la mayoría (especialmente diseñadores, creativos, cineastas o arquitectos) lo empleaba como oficinas y espacios de trabajo.

El movimiento del metabolismo que buscaba soluciones para la ciudad del futuro no logró aceptación entre promotores inmobiliarios, constructores ni consumidores

Aunque el planteamiento de su diseño buscaba afrontar los problemas de urbanización del Tokio del siglo XX, con un crecimiento desmesurado tanto económico como en población tras la Segunda Guerra Mundial que conducía al hacinamiento y la falta de infraestructuras, lo cierto es que el metabolismo, que tenía al arquitecto Kenzō Tange como principal referente (por cierto, galardonado con el Pritzker de Arquitectura en 1987), no logró aceptación entre los promotores inmobiliarios, los constructores o los consumidores, que optaron por viviendas más clásicas.

Kurokawa Architects & Associates, el estudio de arquitectura de Kurokawa, que falleció en 2007 tras diseñar otros lugares emblemáticos como el Centro de Arte Nacional de Tokio y la ampliación del Museo Van Gogh en Ámsterdam, será la encargada de restaurar las cápsulas, que serán expuestas después en diferentes museos, especialmente después de la movilización que ha dado lugar al Proyecto de Preservación y Restauración de la torre Nakagin Capsule.

La Torre Nakagin antes de iniciarse su demolición. Foto: Franck Robichon | EFE.

De cápsula a autocaravana

Los trabajos de demolición comenzaron por la retirada del amianto de las plantas inferiores y se extenderán al menos hasta finales de este 2022.

Una de las cápsulas, la A606, tiene su propio proyecto de conservación, gracias a la arquitecta Akiko Ishimaru, que lo reciclará para transformarlo en una caravana rodante que ofrecerá en alquiler para recorrer el país.

De 43 años, la propia Ishimaru vivió en una de esas cápsulas durante un año en 2013, impulsada por el deseo de habitar en un icono de la arquitectura.

Cuando supo que avanzaba el proyecto para la demolición de la torre Nakagin escogió esta cápsula porque ha logrado preservar los muebles originales (muchas los perdieron por problemas de goteras), la alquiló y la restauró. Desde entonces ha trabajado en ella como espacio de coworking mientras reparaba aparatos como una televisión de tubo catódico original.

Akiko Ishimaru la cápsula que salvará de la demolición. Foto: Franck Robichon | EFE.

Pensó que, mostrando su belleza original, la gente entendería la intención del edificio y contribuiría a salvarlo.

Los planes de demolición del bloque se remontan a 2007, tras la muerte de Kurokawa. La crisis financiera global arrastró a la quiebra a la empresa que iba a encargarse y el futuro de la torre quedó en el aire durante más de una década. Pese a los varios intentos de rescate y movimientos como el de Ishimaru, finalmente se determinó su demolición para 2022.

Una cápsula rodante

Tras conseguir que el propietario actual le cediera esta cápsula, la arquitecta planifica su transformación en caravana. “Haremos que esta cápsula se mueva, como una caravana. Queremos que viaje por todo el país, que la gente la comparta, la alquile y que haga feliz a muchas personas”, explicaba en una entrevista a Efe.

La capsula que será convertida en caravana. Foto: Franck Robichon | EFE.

Logró financiación para el proyecto mediante micromecenazgo en una campaña en la que recaudó casi el triple del objetivo y ahora espera iniciar la transformación de la cápsula a finales de 2022 o inicios de 2023.

Además de esta, el Museo de Arte Moderno de Saitama, al norte de Tokio y también obra metabolista de Kurokawa, tiene expuesto el prototipo que se construyó para promocionar su venta aunque no es uno de los habitáculos reales de la torre.

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