Apocalypse Now: recuerdos de un rodaje (casi) tan infernal como Vietnam
La trastienda de 'Apocalypse Now' es reflejada en un libro del fotógrafo Chas Gerretsen, que pasó seis meses en medio del rodaje dirigido por Coppola
“La guerra de Vietnam fue una locura, y trabajar en el rodaje de Apocalypse Now fue un poco menos loco”. Quien dijo esto no fue Francis Ford Coppola, Marlon Brando o Martin Sheen (aunque seguramente lo habrán pensado) sino Chas Gerretsen, el fotógrafo de guerra que fue contratado para retratar la trastienda de esta película, una de las más importantes de la historia del cine.
Sus imágenes fueron rescatadas del olvido en la seguridad del depósito de un museo en Países Bajos, y editadas en el libro Apocalypse Now: The Last Photo Archive que la editorial Prestel vuelve a publicar.
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El libro es un fascinante viaje por imágenes realizadas en medio de la filmación y con un abundante material de detrás de las escenas, ya sea con Coppola dirigiendo a actores o a un ejército extras en los templos, a Martin Sheen tan borracho como su personaje encerrado en el Hotel Saigón, a Marlon Brando leyendo el periódico rodeado de niños filipinos o a Dennis Hopper divirtiéndose en su papel de estrafalario fotógrafo.
Un reportero de guerra para una película bélica
Gerretsen era un exitoso reportero de guerra, había estado tres años en Vietnam y Lagos y ganó la medalla Robert Capa por su cobertura del golpe de estado de Chile de 1973.
Coppola quería un fotógrafo de guerra para su película bélica. Pero el profesional contratado no tenía ninguna experiencia trabajando en estudios de cine
Coppola pensaba que para retratar una película bélica lo ideal era recurrir a un fotógrafo de guerra. Y contrató a Gerretsen, quien inmediatamente advirtió que su experiencia en los sets de filmación era nula.
Pero a Coppola no le importó.
El Vietnam personal y profesional de Coppola
En sus textos Gerretsen recuerda el alud de problemas y dificultades que fue esta película, que por poco no lleva a Coppola al suicidio en tres oportunidades.
Cuando este fotógrafo llegó a Pagsanjan, en Filipinas, el equipo estaba reconstruyendo los decorados que un tifón había destrozado en Luzón.
Al principio el director se fastidiaba porque los clicks de las cámaras de Gerretsen se escuchaban en medio de las filmaciones, pero luego lo dejó pasar.
Fue uno de los tantos gestos de confianza que el realizador tuvo con este fotógrafo, que logró capturar la intimidad del rodaje como nadie.
Pero es una muestra que Coppola trataba de seguir adelante en medio de la perpetua fuente de problemas que era esa película.
Un problema tras otro
Nadie sabía qué iban a rodar porque Coppola escribía los guiones la noche anterior. Dos de los surferos que debían domar las olas para deleite del coronel Kilgore (Robert Duvall) no tenían ni idea de cómo subirse a una tabla. Si entró Sheen como protagonista era porque Harvey Kietel, su antecesor, exigió una limousina para ir a los rodajes en plena selva.
“Durante el rodaje Francis tenía que pelear contra inundaciones, funcionarios corruptos, actores malhumorados y una constante publicidad negativa”, recuerda Gerretsen.
La humedad arruinaba los equipos con hongos, y las hormigas usaban el interior de las cámaras como hogar
Los problemas no eran solo de Coppola: el fotógrafo -como los técnicos- tenían que lidiar con la asfixiante humedad de la jungla filipina que arruinaba los equipos y hacían crecer hongos en su interior, o descubrir que las hormigas usaban la carcasa de su Leica M4 como hogar.
El desafío de Marlon Brando
Lo de Marlon Brando, como es de esperar, es un capítulo aparte. Llegó al rodaje con sobrepeso, saludaba a todo el mundo, y a los dos minutos, volvía a estrechar manos y decir quién era.
Su fama de huraño con las imágenes era legendaria: a Gerretsen le advirtieron que había reventado la cámara de una fotógrafa en El Padrino porque no le había pedido permiso.
A pesar que tenía el beneplácito del actor, cada vez que el fotógrafo pedía autorización, Brando respondía con un perpetuo ‘no’.
Pero en ocasiones bajó la guardia, y así se lo ve concentrado antes de morir como el Coronel Kurtz o con la mirada desafiante ante la cámara como si estuviera frente al machete del capitán Benjamin Willard (Martin Sheen).
Gerretsen recuerda que Brando se negaba a aprenderse sus líneas porque buscaba la espontaneidad, por lo que un desesperado Coppola tenía que apuntar sus diálogos en la palma de la mano, en tarjetas con letra gigantesca que sostenía un asistente o con chuletas en el piso.
Momentos de alegría y tensión
En estas imágenes vemos a actores y técnicos -Coppola entre ellos- confraternizando con los extras, momentos claves como la explosión del puente de Do Lung, las cartas de la muerte que colocaba Robert Duvall, el baile de las conejitas de Playboy en una plataforma con aires de ovni, o la escena de una misa minutos antes del bombardeo bélico más famoso de la historia del cine.
Son una selección 140 tomas de los seis meses que pasó en la lluvia, con una humedad que no dejaba nada seco, donde lidiar con el ego de los actores era tan complicado como afrontar los problemas técnicos. “Fotografiar durante la película era como estar en medio de un combate”, recuerda Gerretsen.
“En una ocasión Francis me dijo: ‘para hacer un film exitoso necesitas política, violencia y sexo’. Bueno, tanto la guerra de Vietnam como Apocalypse Now tienen mucho de ello”, señala el fotógrafo.