Cómo conocer el sur de Bélgica sin subirse a un coche ni a un bus

¿Buscamos turismo sostenible? Es posible viajar por Valonia en tren, bicicleta o realizando senderismo y no tocar ni un vehículo a motor

Bélgica se puede atravesar hasta en antiguos transportes ferroviarios. Foto WBT – Joseph Jeanmart Leykaul

La excelente red ferroviaria de Bélgica, así como su cultura de vida al libre y la orografía plana de su territorio son los ingredientes clave para que la región sur de este pequeño país pueda ser atravesado de punta a punta tocar ni un coche ni pagar un billete de autobús.

Por ejemplo los servicios ferroviarios SNCB acercan a la ciudad de Namur desde el aeropuerto de Charleroi o desde Bruselas.

La capital de la región de Valonia cuenta con una antigua ciudadela militar que se puede visitar en teleférico, y después se puede volver a pie mientras se divisa como el río Sambre atraviesa la campiña hasta entrar en la ciudad.

Hacia Dinant

Si se quiere seguir caminando se puede programar otra etapa, de 28 kilómetros, hasta la villa de Dinant, un encantador lugar rodeado de celosos peñones de roca a la orilla del Mosa, y donde está la casa natal de Adolphe Sax, el inventor del saxofón.

Además de recorrer su centro histórico una y otra vez a pie, el curso del Mosa se puede explorar con simpáticos botes eléctricos.

Por Gedinne y Graide

Si uno se toma un tren hacia el sur en 40 minutos se llega a Gedinne, que además de su interesante ambiente deportivo y cultural se suelen tomar como punto de partida para las rutas de senderismo que atraviesan el bosque de las Ardenas; escenario de algunos de los combates más cruentos de los últimos años de la Segunda Guerra.

Senderismo por ‘Le tombeau du géant’. Foto WBT JP Remy Botssart

Paisajes campestres o densos bosques como el de las Ardenas se pueden explorar en un gran laberinto de senderos y caminos rurales

El punto de llegada es Graide, tras tres horas de caminata. Desde aquí, se puede tomar un tren hasta Bouillon, o si es que hay ganas para seguir otro día, emprender una caminata de 20 km por los miradores de la zona.

Es cierto que requiere un esfuerzo extra para subir por senderos empinados, pero las vistas desde atalayas como Le tombeau du géant (La tumba del gigante) permiten tener unas magníficas panorámicas de los valles del sur belga.

Otro paseo recomendado para amantes del senderismo es el que sale desde Grupont, al que se accede desde Bouillon tras hacer algún trasbordo, y desde ahí son dos horas hasta Forrières, en un sendero que alterna entre partes forestales y zonas campestres.

Bélgica tiene una eficaz red de trenes. Foto WBT – Arnaud Siquet

Para amantes de la bicicleta

Para los que prefieran devorar distancias en bicicleta, que sepan que es posible atravesar el sur de Bélgica de oeste a este (o viceversa) enlazando senderos rurales o los caminos de RAVeL.

Esta es la Red Autónoma de Vías Lentas, 45 itinerarios que pueden ser carreteras secundarias, caminos de sirga o antiguos trazados ferroviarios.

El punto de partida puede ser Tournai, sede de una magnífica catedral gótica, donde comienza un recorrido de 68 km al sur en paralelo a la frontera con Francia y que tras Hensies se desvía al este.

La llegada es en Mons, a la que se llega tras 5,30 horas si es que uno tiene buen estado físico o cuenta con una bici eléctrica.

La segunda etapa son 39 km realizando un amplio zig-zag hacia Binche, por un terreno que da envidia lo plano que es. En su recorrido se pasa por el Canal du Centre y la ciudad minera de Bous-du-Luc. Vale la pena realizar alguna parada y ver el pasado industrial de la comarca.

Parada frente a la catedral de Mons. Foto WBT – Bruno d’Alimonte

Desde Binche al Valle de la Molingnée

La tercera parte es una ruta de 34 kilómetros sin cuestas, con una forma de U que desde Binche roza la frontera con Francia y regresa hasta Thuin, famosa por sus jardines colgantes. Mientras se pedalea, hay que mirar el encantador paisajes de esclusas y barcazas en el río Sambre.

Los siguientes 24 km de la red RAVeL transcurre por las campiñas de Thuin hasta que gradualmente se llega a los paisajes industriales del Pays Noir, que tiene a Charleroi como su epicentro.

A la citada ciudad de Dinant espera un trayecto más largo, de 63 km, pero de una horizontalidad absoluta, que transcurre por el Valle de la Molingnée, cuna de las abadías de Maredsous y Maredret.

Etapas duras y sencillas

Para la sexta etapa desde Dinant a Ciney, el terreno es más escarpado y el primer tercio puede ser un poco arduo. Pero tras 18 km por los senderos campestres del Condroz se llega a Ciney, en una comarca de larga tradición cervecera.

Seguimos en la región de Condroz pero esta vez en un trayecto sin desnivel, de 41 km hasta Durbuy, en los que se atraviesan paisajes románticos y pueblos de casas antiguas y calles empedradas.

Recorrido entre Ciney y Durbuy. Foto MT Condroz-Famenne

La octava etapa es una de las más duras. Tiene una altura máxima de 424 mts y una mínima de 98 mts, es un trayecto de 63 km que según Turismo de Valonia se puede hacer en 10 horas hasta llegar a Spa.

Este camino es la puerta de entrada al bosque de las Ardenas, pero si el esfuerzo es demasiado, se puede hacer escala a mitad de camino, en Aywaille.

Las últimas etapas

La novena etapa son 40 km, que se deberían hacer en tres horas, que es de una intensidad considerable. El camino va en dirección a Les Hautes Fagnes desde Spa a Waimes, con un desvío al sur a Stavelot, y luego el cruce de la villa de Malmedy.

De oeste a este se puede atravesar Valonia en una ruta de 500 km a realizar en una docena de etapas

Llega por fin una tregua, y es la décima etapa, los 56 km que separan Waimes de Raeren bordeando la frontera con Alemania por la antigua vía ferroviaria que pasaba por la región de Eifel.

Un alto entre Spa y Waimes. Foto SPRL – Cernix Pierre Pauquay

Y queda la última etapa, unos 47 km desde Raeren a Blegny, en el punto en que coinciden las fronteras de Bélgica, Países Bajos y Alemania.

Cuando se haya concluido esta ruta uno se dará cuenta que a sus espaldas ha acumulado más de 500 km, y que ha logrado atravesar el sur de Bélgica de lado a lado. Claro que en coche sería mucho menos, pero no tendría gracia.

a.
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