Cinco museos únicos que puedes descubrir en Guipúzcoa cuando llueve

Seamos sinceros: si uno decide irse de viaje por Guipúzcoa en otoño lo más probable es que un día sí, y otro también, le toque lluvia. Es el clima atlántico, no hay vueltas.

Pero por suerte esta provincia vasca tiene una abundante oferta cultural, como son los 72 museos que hay en su territorio, donde además de ser un refugio ante las inclemencias del tiempo también son un bienvenido oasis de arte, cultura e historia.

Sería muy largo detallar todos ellos, así que aquí elegimos cinco para que se pueda elegir la propuesta que más guste.

Museo Cristóbal Balenciaga

Abierto en 2011 en la villa de Getaria, este fue el primer gran museo dedicado a un modisto en el mundo.

La colección permite recorrer la vida y obra de este diseñador vasco que dominó la alta costura en el siglo XX, dividido en las secciones de Indumentaria Balenciaga (1912-1971), Complementos Balenciaga (1940-1968), la de objetos personales de este creador y la de los documentos de trabajo de las casas Eisa y Balenciaga.

También se puede ver colecciones de revistas de moda históricas, abundantes réplicas físicas con material audiovisual y conocer los testimonios de trabajadores vinculados a la Casa Balenciaga.

Hasta el 1 de marzo se podrá ver la exposición Balenciaga Carácter, organizada por el 50 aniversario de la muerte del famoso diseñador.

Museo del Hierro Vasco

La milenaria explotación minera y la poderosa industria pesada que han marcado la vida económica y social de Guipúzcoa han quedado reflejada en numerosos museos, como el de la Industria Armera de Eibar, el de Máquina-Herramienta de Elgoibar, el de Cemento Rezola en San Sebastián y el del Hierro Vasco de Legazpi.

Guipúzcoa cuenta con media docena de museos vinculados con el pasado industrial de la región, desde los dedicados al hierro a otro de los ferrocarriles

Este último es una interesante parada en la Ruta de las Ferrerías, donde se puede conocer la importancia de la industria del hierro en el desarrollo tecnológico, histórico, científico y social de la región.

Allí se presentan maquetas, paneles audiovisuales y reconstrucciones de hornos y herramientas para conocer, por ejemplo, cómo era los antiguos oficios de ferrón, minero o carbonero.

También se pueden ver (y tocar) elementos originales de la antigua fábrica Fundiciones San Miguel -hogar del museo-, y conocer en sus 14 áreas cómo el hierro y su explotación han influenciado en el paisaje, el arte y hasta la mitología de estos valles guipuzcoanos.

Museo Vasco del Ferrocarril

Seguimos con los recuerdos de la industrialización del norte de España, y en este caso, nos centraremos en el medio de transporte que facilitó el desarrollo de la región: los trenes.

Así se puede ver en el Museo Vasco del Ferrocarril, donde la experiencia se divide en dos temáticas: conocer la historia en las instalaciones de la antigua estación de Azpeitia y subir al encantador tren a vapor por el valle de Urola hasta Lasao

Este servicio está desactivado desde el 2 de noviembre hasta Semana Santa, así que para lo que queda del otoño la opción es conocer su colección, integrada por locomotoras de vapor, diésel y eléctricas además de diversas clases de vagones y automotores.

El antiguo taller mecánico del Ferrocarril de Urola se conserva como si estuviera en 1925, donde se puede ver un motor eléctrico que hace funcionar 16 máquinas “a través de un complejo sistema de poleas, correas y embarrados”, indican en el museo.

La primera planta de la estación presenta una colección de uniformes usados por el ferrocarril desde el siglo XIX hasta la llegada del AVE; mientras que la segunda exhibe una valiosa y abundante colección de relojería ferroviaria.

En la exposición ‘130 años de movilidad eléctrica en Euskadi’ se recuerda la pionera historia de la región en este tipo de transportes, en un viaje fotográfico que se complementa con algunos de los vehículos protagonistas.

Museo Chillida-Leku

Es cierto que uno de los atractivos de este museo, uno de los más importantes de Guipúzcoa, es poder ver las esculturas de gran formato de Eduardo Chillida en el hermoso parque que tiene este museo en Hernani.

Pero si el clima juega una mala pasada, igualmente se puede visitar el caserío Zabalaga, que cuando Chillida puso manos a la obra de su restauración, lo pensó no tanto como un museo sino como “la señal de que soy de allí”.

Chillida buscó que el caserío Zabalaga sea un espacio donde vivir el ayer y el hoy del arte en el País Vasco

“No quiero una reconstrucción sino dejarlo firme y seguro tal y como está para llenarlo de una estructura contemporánea: que se vea el hoy y el ayer”, había dicho el escultor.

Allí se pueden ver numerosas esculturas realizadas en bronce, mármol y otros materiales como el Monumento a la tolerancia (1955), Tierras y óxidos (1977), Elogio del horizonte I (1985) o Sueño articulado (1958).

El caserío también aloja la exposición Leges Naturae, con una selección de obras poco conocidas en la que se revela la influencia de la naturaleza en la creación artística de Chillida.

Museo Marítimo Vasco

Si ya hemos hablado de la vida en los valles, es hora de recordar a los hombres y mujeres del mar, los que han trabajado en los astilleros, pescando mar adentro, subastando las capturas, saliendo al rescate en las tempestades, manteniendo los faros y reparando las redes.

Estas vidas se pueden conocer en el Museo Marítimo Vasco, ubicado en el puerto de San Sebastián; que presenta un patrimonio de 6.000 piezas entre grabados, pinturas, fotografías, carteles, carteles náuticas e instrumentos de navegación.

En sus salas actualmente se presenta la exposición Mares de cine, con una interesante antología de carteles de películas estrenadas en España (atención a la gran cantidad de producciones de catástrofes y de monstruos marinos de los años ’70); que se puede ver hasta el 8 de enero de 2023.

Otra exposición es Tromelin, la isla de los esclavos olvidados, que recoge las historias de 80 cautivos de Madagascar que en 1760 fueron abandonados durante 15 años en un islote abandonado del Índico.