Malinas: 7 razones para quedar encantado con esta ciudad belga

A mitad de camino entre Amberes y Bruselas se encuentra esta villa flamenca que conserva numerosos testimonios del esplendor de los Hasburgo

Las animadas terrazas de la ciudad. Foto Visit Mechelen Aikon

Muchas personas que visitan Bélgica suelen girar en torno a sus ciudades más emblemáticas, como Bruselas, Gante, Amberes o Brujas. Pero a no perder de vista Malinas, o Mechelen, una ciudad a menos de media hora de la capital y que tiene rincones históricos para viajar en el tiempo.

Es una villa que se descubre a pie o en bicicleta en menos de una jornada, sin prisas, con las pausas necesarias para tomar un café con goffre en sus plazas rodeadas de edificios levantados gracias al poder de los Hasburgo cuando fue capital de los Países Bajos borgoñeses. Un dato para graficarlo: en su denso centro histórico hay 336 edificios y monumentos clasificados de alto valor histórico.

También hay una cantidad de iglesias que sorprende, y si uno se cansa de caminar, puede seguir paseando por el río Dyle en barcaza.

Torre de San Rumoldo

Hay viajeros que prefieren tener una vista general de la ciudad antes de descubrirla por su cuenta. Pues para contemplar como haría un ave hay que subir los 97 metros de la Torre de San Rumoldo, desde donde se divisan el ayuntamiento y la Gran Plaza, el palacio de Margarita de Austria, el Beguinaje y la catedral.

La torre de San Rumoldo desde el Cuultur Café. Foto Visit Flanders

Malinas fue la sede del poder de los Hasburgo durante la Edad del Oro de Flande en el siglo XVI

En su cima hay un carillón que es el símbolo sonoro de la ciudad, que toca cada cuarto de hora, y que periódicamente es sede de conciertos de campanas.

Museo Hof van Busleyden

El imponente palacio de Busleyden fue uno de los epicentros del Renacimiento, donde Jerónimo de Busleyden, Margarita de Austria, Erasmo de Róterdam y Tomás Moro intercambiaron ideas e impulsaron este movimiento que cambió la historia.

En la visita por sus fastuosas salas el visitante se sumerge en la Edad de Oro de Flandes, donde la corte borgoñesa dejó valiosas obras de arte de artistas locales y de otras partes del mundo.

Museo Hof van Busleyden. Foto Sophie Nuytten

Sus colecciones de arqueología, artesanía, folclore y artes aplicadas llevan a un viaje por la rica historia de la ciudad y su influencia entre los siglos XIV y XVI.

Palacio de Margarita de Austria

Entre los diferentes edificios nobles de Manilas destaca el fastuoso palacio de Margarita de Austria, gobernadora de los Países Bajos entre 1507 y 1530 bajo la casa de los Hasburgo.

Su fachada renacentista da la bienvenida a una finca donde Margarita, además de educar a su sobrino y futuro emperador Carlos I, impulsó las artes y las ciencias, con las puertas abiertas a filósofos, artistas e intelectuales.

Jardines del Palacio de Margarita. Foto Turismo Mechelen

Aunque el interior del palacio no se puede visitar (es sede de Justicia), sí es posible pasear por sus hermosos jardines, de una simetría envidiable.

El Beguinaje Mayor

Uno de los rincones más encantadores de Malinas es el Beguinaje Mayor, con sus pequeñas casas del siglo XVI y sus calles empedradas; una especie de ciudad dentro de la ciudad que tenía sus propios servicios de enfermería, cervecería, iglesia y campos de blanqueo.

Uno de los rincones más encantadores de Malinas es el Beguinaje Mayor, con sus pequeñas casas de ladrillo rojo

Calles del Beguinajo. Foto Visit Flanders

Aquí vivían las viudas, huéfanos y mujeres abandonadas por hombres que fueron a las guerras desde las Cruzadas, donde a diferencia de los conventos no había necesidad de hacer juramentos de obediencia, castidad o pobreza.

Actualmente sus casas de ladrillos rojos, muchas veces con flores en los balcones y las habituales bicicletas aparcadas en la puerta son una de las postales más bonitas de la ciudad.

La catedral y las iglesias

Decíamos que Malinas tiene una cantidad de iglesias sorprendente en su pequeño centro histórico, una forma de las casas gobernantes de apoyar su poder por la fuerza de la fe.

La más grande, claro está, es la catedral de San Rumoldo, del s. XIII, que tuvo que soportar varias destrucciones como la del bombardeo de la II Guerra Mundial y el incendio de 1972.

Interior de la catedral. Foto Visit Flanders

En su interior, fascinante muestra del gótico flamenco, se ven obras como el hermoso altar de Lucas Faydherbe de 1665, la pintura Cristo en la Cruz de Anton van Dyck y de otros artistas renacentistas como Michel Coxcie, Gaspard de Crayer y Abraham Janssens.

Otras iglesias que vale la pena visitar es la gótica de Santa Catalina, pequeña y con un rosetón en la fachada a tener en cuenta; la basílica barroca de Nuestra Señora de Hanswijk, una de las primeras que tuvo cúpula en los Países Bajos; y la de Nuestra Señora de Over-de-Dijle, que ostenta un descomunal carrillón de 49 campanas, y cuyo interior tiene obras de artistas como Rubens.

Otros templos ricamente decorados con arte sacro son la barroca iglesia de San Pedro y San Pablo construida por los jesuitas, la de San Juan que fue centro de reunión del poder económico y político local, y la de Nuestra Señora de Leliëndaal, cuyo interior barroco contrasta con el mobiliario moderno: es que hasta el último banco fue liquidado en la Revolución Francesa.

Jardín de Invierno

No todo es barroco o renacentista en Malinas. El Jardín de Invierno, construido en 1900 a instancias de las hermanas Ursulinas para el instituto Onze-Lieve-Vrouw-Waver, es una fascinante muestra de arquitectura Art Nouveau, con toques Nuevo Imperio y Art-Déco, con sus vidrieras de colores que crean espectáculos de luz y color en el interior.

El Jardín de Invierno de las hermanas Ursulinas es una hermosa muestra de Art-Nouveau con sus vitrales de colores

La cúpula del jardín de invierno. Foto Visit Mechelen – Koen Broos

El vitral policromado dibuja las horas del día, así como abundantes ejemplos de flora y fauna. En la inmensa sala crecen plantas florales y helechos.

En la visita hay que conocer otros sitios como la Entrada del Imperio, la Sala de los Alpes, el Refectorio de las Fuentes, la Galería del Piano y la Escalera de Honor.

Cuartel Dossin

Durante la Segunda Guerra fue la antesala de la deportación y posterior muerte para 25.000 judíos y gitanos belgas y del norte de Francia.

Para honrarlos se creó este centro de memoria de Holocausto, diseñado por Bob de Reeth, donde se detalla la historia de Bélgica y la ciudad durante la ocupación y cómo funcionaba la maquinaria de la muerte del ejército nazi.

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