Calcata, el pueblo italiano rescatado por el arte y la vida bohemia

A unas decenas de kilómetros de Roma, un pueblo vive una segunda oportunidad gracias a artesanos y artistas

Calcata, el pueblo italiano que el arte logró revivir. Foto: GettyImages.

Calcata suena parecido a Calcuta, pero nada tiene que ver con la gran urbe india donde el estrés, la polución y la superpoblación empaña cualquier posible atisbo de belleza. En Calcata esa belleza no es sólo que exista, sino que florece en todos sus rincones y adopta distintas formas.

La Calcata de la que hablamos se halla en la provincia italiana de Viterbo, a tan sólo unos 50 km de la bulliciosa Roma.

Nada más divisarla, con sus antiguas casas de piedra agarradas en posturas imposibles a un hermoso risco de roca volcánica y completamente tapizado de verde, te das cuenta de que desprende un aura mágica. Ancestral y misteriosa, Calcata posee un pasado y un presente digno de una novela fantástica.

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El pueblo que tuvo que ser abandonado

Ante todo, primero hay que dejar claro que, actualmente, existen dos versiones de Calcata. Sin querer malgastar originalidad en el tema, las autoridades italianas bautizaron a ambas localidades como Calcata Vieja y Calcata Nueva.

Calcata Vecchia. Foto: Wikimedia Commons.

Como se puede suponer, la Nueva apareció cuando parecía que la Vieja iba a colapsar. Y es que, realmente, según los ingenieros que la estudiaron en la década de los 30 del pasado siglo, hoy en día Calcata la Vieja no debería ser más que un bonito recuerdo en nuestra memoria.

Aquellos ingenieros descubrieron que la colina de tufo (un tipo de piedra volcánica) sobre la que se asentaba la población se encontraba peligrosamente erosionada. Además, era un proceso que no dejaba de avanzar.

Basándose en esa opinión, forzaron a la población a emigrar a Calcata Nueva –situada en una planicie a un par de kilómetros de la Vieja– o a cualquier otro lugar cercano.

Poco a poco, ese pueblo que había comenzado a existir en tiempos de los etruscos, se sumió en un silencio que apenas era interrumpido por el piar de los miles de pájaros que habitaban los frondosos bosques del valle del Treja. Era el fin de una villa histórica. O, al menos, eso parecía.

El resurgir de la mano de los hippies

“Nadie sabe cómo el primero de nosotros llegó a aquí. Quizá fue el destino. Un destino mágico, porque en Calcata hay mucha magia”, nos dice Caterina Satta, una artista que lleva más de tres décadas viviendo en Calcata.

El movimiento hippie se extendió de los Estados Unidos de los 60 para llegar a Europa algo más tarde. Sería a finales de esa década, o principios de los 70, cuando los primeros hippies comenzaron a llegar a Calcata. ¿Qué los llevó a un pequeño pueblo en medio de un precioso valle escondido? Eso es algo que sigue siendo un misterio.

Calcata atrajo la atencion de una comunidad de artistas y hippies. Foto: Flickr.

Lo cierto es que al llegar se quedaron prendados de la belleza natural y arquitectónica de un pueblo al que sólo se puede acceder a pie por la muralla fortificada del Palazzo Baronale, del siglo XIII.

Todo era silencio y pura belleza, por lo que decidieron ocupar algunas de las casas vacías y transformar la población desde dentro. El boca a boca hizo el resto y, poco a poco, comenzaron a llegar más artistas y bohemios, tanto italianos como de otras partes de Europa.

En pleno siglo XXI, apenas llega la señal de móvil a Calcata, un lugar en el que tampoco pueden circular los coches.

Con el tiempo, los nuevos habitantes de Calcata consiguieron revertir el ruinoso veredicto de las autoridades italianas, y éstas permitieron que los nuevos residentes fueran capaces de comprar aquellas casas abandonadas a las que habían logrado devolverles la vida.

Era una segunda oportunidad en toda regla. Calcata resucitaba adquiriendo una nueva forma más esplendorosa, si cabe, que la anterior.

Una villa de arte y relajación

La Calcata actual mantiene el aura de pueblo histórico mezclado con una modernidad moderada, asentada en el arte y la artesanía, pero dejando atrás la tediosa tecnología del mundo actual. Y es que, en pleno siglo XXI, apenas llega la señal de móvil a este lugar en el que tampoco pueden circular los coches.

Calcata Vecchia. Foto: Wikimedia Commons.

“Vivir desconectados en este lugar es una bendición”, nos confiesa Marijcke van der Maden, una holandesa que se instaló en Calcata en 1984.

Marijcke es una artista apasionada que cuenta historias basadas en fábulas, cuentos medievales, leyendas mitológicas y obras teatrales. Lo hace, además, a través de unas preciosas marionetas que elabora con sus propias manos.

Ella es la fundadora de la asociación cultural Il Granarone, la cual se encarga de coordinar la práctica totalidad de las actividades culturales de Calcata, como conciertos, teatro, exposiciones de arte y sesiones de música con importantes DJs.

Descubrir Calcata de la mano de Marijcke fue todo un lujo.

Paseamos con ella por las estrechas y sinuosas calles empedradas que nos llevaron a la plaza principal del pueblo, donde suelen tener lugar todos los eventos. “Esta plaza unos días es un mercado; otros días un lugar en el que juegan nuestros hijos o una sala de conciertos; y otros es simplemente un lugar donde nos reunimos a disfrutar de la noche y tomar unos vinos”, nos contaba Marijcke.

En las calles que parten de la plaza no encontramos ningún banco, ni siquiera un cajero o un buzón de correos. Sin embargo, sí vimos numerosas galerías de arte, talleres de antigüedades y joyeros artesanos, tiendas de productos orgánicos y de proximidad, cafeterías y teterías, como la Sala dei 201 Té, que, como su nombre indica, posee más de 200 variedades de té.

Mientras tanto, el bar temático de rock ‘n’ roll, Rockcaffè, situado justo al lado de la plaza central, esconde un secreto glorioso.

Pedimos sentarnos afuera y nos llevaron a un pequeño balcón privado, con una mesa para cuatro y una vista impresionante del bosque que se extendía, para ocuparlo todo, unos 150 metros por debajo de nosotros.

En Calcata no hay bancos, cajeros o buzones de correos, pero sí galerías de arte, talleres de antigüedades, joyerías artesanas, tiendas de productos orgánicos, cafeterías y teterías

Con esas impresionante panorámica nos tomamos unas cervezas mientras Marijcke nos confesaba que allí había vivido, durante muchos años, Paolo Portoghesi, el distinguido arquitecto que supervisó la remodelación de la Piazza S. Silvestro de Roma, y la pintora y ceramista Simona Weller.

Calcata. Foto: Wikimedia Commons.

Ambos organizaron una exposición dedicada a Calcata en el Palazzo Baronale.

Desde ese balcón, Calcata se nos muestra como un mundo relajado, dedicado al arte, la cultura y el disfrute, pero sin olvidar su dilatada historia. Un Ave Fénix que ha sabido aprovechar su oportunidad.

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