Córdoba: un viaje entre califas, patios y tabernas

A la única ciudad en el mundo con cuatro Patrimonios de la Humanidad le sobran encanto y recursos para llenar un viaje y, sin embargo, ¿hace cuánto no viajas a Córdoba?

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e Luis de Góngora a Federico García Lorca pasando por Antonio Gala y Antonio Muñoz Molina, son muchos los que han escrito maravillas de la preciosa ciudad de Córdoba. Y, sin embargo, tuvo que ser The New York Times el que incluyese la ciudad en su ranking anual de ‘Los 52 mejores lugares para visitar’ para que volviésemos la mirada a la antigua capital califal, una ciudad que combina capas de historia, patios floridos, calles con encanto y sorprendentes sabores.


 


Y, aunque siempre está ahí y, sobre todo, siempre merece ser visitada, la nueva ruta de Vueling que conecta Barcelona y Córdoba con dos frecuentas semanales operativa desde el 18 de septiembre es ahora nuestra excusa perfecta para volver a Córdoba, mejor aún si es con un buen puñado de pistas y direcciones para sacarle todo el jugo.


A pocos metros de la Mezquita-Catedral de Córdoba se despliegan las callejuelas de la judería, repletas de vestigios de historia, hermosos patios y suculentas tabernas

Y del pasado romano, islámico y cristiano, al sefardí, que habita entre las callejuelas de la Judería, que se despliega desde la puerta de Almódovar hasta la Mezquita-Catedral y la actual sede episcopal, ubicada en el antiguo alcázar andalusí. En este pequeño laberinto donde cada piedra parece querer contar una historia se suceden calles y adarves (callejones), recodos y plazoletas donde se alternan casas encaladas, tiendas de artesanía y silenciosos rincones.


 


La plaza de Tiberíades con la escultura del médico, filósofo y escritor Maimónides, la sinagoga, una de las tres únicas conservadas en España de época medieval, el Museo de las Tres Culturas, la Casa del Judío, la plaza de Judá Leví y la Casa de Sefarad, un auténtico museo de la memoria, son las paradas imprescindibles.


 


El legado sefardí, además, no solo se ve, sino que también se come, por ejemplo, en Casa Mazal (Tomás Conde, 3), Casa Pepe de la Judería (Romero, 1) o Bodegas Mezquita (Corregidor Luís de la Cerda, 45) donde probar la mazamorra con gelatina de Pedro Ximénez, las albóndigas mozárabes o el cordero sefardí a la miel.


Macetas y patios floridos

Sin salir del barrio de la Judería encontramos la Calleja de las Flores, puede que la más fotografiada de la ciudad. Estrecha y sinuosa, sube en una suave pendiente hasta una pequeña plazoleta acompañada siempre de balcones enrejados y macetas azules rebosantes de flores.


 


Y es que las flores son otra de las señas de identidad de Córdoba, como también lo son los lugares donde mejor lucen: los patios. Hermosos durante todo el año, se engalanan especialmente en mayo, cuando protagonizan el Festival de los Patios Cordobeses, una cita reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.


 


Y de un Patrimonio de la Humanidad a otro, Medina Azahara, un conjunto arqueológico ubicado a apenas 8 km del centro de la ciudad que constituyó un fabuloso complejo que aún hoy permite imaginar el lujo y la sofisticación de una ciudad que mandó construir en el siglo X Abderramán III.


Córdoba para comérsela

Si hay algo quizás más apetecible que visitar Córdoba es… comérsela. De hecho, entrar en una taberna es una de las mejores formas de sentir el pulso más auténtico de la ciudad.


 


En la Taberna Salinas (Tundidores, 3), fundada en 1879, el salmorejo cordobés alcanza su máxima expresión, como también los flamenquines y el rabo de toro.


 


Otras paradas a tener en cuenta son Bodegas Campos (Lineros, 32), un clásico donde tradición y ambiente se funden en un espacio lleno de historia, El Rincón de Carmen (Romero, 4) para disfrutar de los mejores embutidos del Valle de los Pedroches, entre otros, y Patio Romano (Deanes, 11).


 


También merece la pena el paseo a La Taberna del Río (Enrique Romero Torres, 7) para disfrutar de las vistas a la ribera cordobesa desde la terraza de la planta superior mientras se degustan especialidades locales como el flamenquín o el salmorejo cordobés, o bien alguna de sus creaciones originales.


 


Quien busque una propuesta más contemporánea puede reservar en Noor, el restaurante del chef Paco Morales, con tres estrellas Michelin, que reinterpreta la cocina andalusí con una visión vanguardista.