Gran Canaria para iniciados: pueblos con encanto, piscinas naturales y arqueología para quien ya conoce la isla
Hay tesoros por descubrir más allá de Maspalomas, Costa Meloneras y Las Palmas de Gran Canaria: estos son los lugares que no puedes perderte en un viaje por el norte de Gran Canaria
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aspalomas, Playa del Inglés, Costa Meloneras y Las Palmas de Gran Canaria, con sus coquetos barrios como Vegueta, son quizás los puntos turísticos más conocidos de Gran Canaria. Nada que objetar. Sus playas y dunas, su ambiente cosmopolita y su oferta gastronómica bien merecen un viaje.
Sin embargo, hay mucho más por descubrir en la isla: solamente en el norte, para muchos aún desconocido, habitan tesoros en forma de jardines botánicos y playas de arena negra, villas marineras y ciudades ancladas en el tiempo, productos únicos como el chorizo de Teror y el ron de una de las destilerías más antiguas de Europa, restos arqueológicos o monumentos naturales que desvelan una cara oculta de la isla.
Gran Canaria, más cerca con Vueling
Aún no es tarde para escoger Gran Canaria este verano.
Vueling, la compañía líder en el aeropuerto de Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, y clave en mercados como Bilbao y Baleares, ofrece durante estos meses 14 rutas de conexión con la isla.
Hasta 29 frecuencias semanales conectan Gran Canaria y Barcelona, 14 desde Málaga y Sevilla, 9 desde Bilbao o 7 desde Santiago de Compostela, además de vuelos también a Alicante, Valencia, Granada y Oviedo.
Pueblos con encanto y sabor a ron
A apenas 15 km al oeste de la capital de Gran Canaria encontramos uno de los tesoros de la isla, Arucas. Un nombre que suena a caña de azúcar y a ron, con la Fábrica de San Pedro que lleva más de un siglo, desde 1884, produciendo uno de los licores más famosos de las Islas Canarias, el Ron Arehucas.
En su centro histórico, que cuenta con denominación de Conjunto Histórico-Artístico, sobresale la iglesia Parroquial de San Juan Bautista, de estilo neogótico y levantada en 1909, con sus altísimas torres alzándose al cielo en la Plaza de San Juan.
La Casa y Jardín de la Marquesa (un pequeño jardín botánico de estilo romántico), la caminata hasta la montaña de Arucas para disfrutar de una bella panorámica del norte de la isla o la visita a la mencionada fábrica de ron Arehucas son otros de los imprescindibles.
Y, para un chapuzón, las playas de San Andrés y El Puertillo, con restaurantes para darse un homenaje con pescados del día en cualquiera de los restaurantes de la zona.
Gofio y chorizo en Firgas y Teror
Muy cerca de Arucas está la localidad de Firgas que, pese a no tener salida al mar, también está estrechamente vinculada con el agua.
Y no solo por la gran cascada artificial del Paseo de Gran Canaria, sino también por su famoso molino que data de 1517 (Bien de Interés Cultural y lugar perfecto para conocer cómo se molía el millo tostado para realizar el gofio, alimento que aún hoy no puede faltar en la mesa de cualquier hogar canario) y por la cantidad de pozos, estanques, cantoneras y manantiales que forman parte de su paisaje.
El pueblo está, además, repleto de coloridos murales, obra de los artistas urbanos que participan en el Festival Aguaviva que se celebra desde 2021.
Rumbo al interior de la isla, tenemos la siguiente parada en la Villa Mariana de Teror. El mejor plan es visitarla en domingo, cuando se celebra su mercadillo en torno a la basílica, donde se pueden comprar las famosas morcillas dulces y los chorizos de Teror, quesos o repostería tradicional.
Precisamente en esta basílica, uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura religiosa de Canarias, se encuentra la Virgen del Pino, patrona de Gran Canaria.
A su alrededor, coquetas casas con los balcones típicos de la arquitectura local, la Alameda, el Palacio Episcopal, la Plaza Teresa de Bolívar, con un busto del libertador Simón Bolívar, o la Fuente Agria con sus tres manantiales: El Principal, del Agua Agria y del Molino de en medio.
Tejeda, uno de Los Pueblos más Bonitos de España
En las cumbres de Gran Canaria, muy cerca del monumento natural que es el Roque Nublo, encontramos una localidad que puede presumir de ser una de las más bonitas de España: Tejeda.
Al encanto de sus calles empedradas, sus casas blancas coronadas por tejas rojas y balcones de madera ornamentados, se le añade el color de los jardines exteriores siempre llenos de flores.
Surgido de una inmensa caldera de hundimiento, labrada por la acción del agua e inundada por volcanes, los monolitos basálticos son también la seña de este lugar, un paisaje espectacular que Miguel de Unamuno definió como “la tempestad petrificada”.
La Cruz de Tejeda, la iglesia de Nuestra Señora del Socorro o las casas-cueva son otros de sus atractivos, a los que se suma una gastronomía en la que brillan los quesos y las papas arrugadas con mojo, así como los dulces elaborados con la almendra local, como el delicioso bienmesabe o los mazapanes.
Historia aborigen
Buscando de nuevo la costa y el norte, hay que hacer parada en otro pueblo con mucho encanto: Artenara. Especialmente conocido por sus espectaculares vistas a la Caldera de Tejeda, el Museo Etnográfico de las Casas Cueva, que muestra cómo vivía la población aborigen, y el centro de Interpretación de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Paisaje Cultural declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2019.
Aunque si hay un punto que no se puede pasar por alto para descubrir el modo de vida prehispánico en la isla este es la zona arqueológica de la Cueva Pintada de Gáldar.
En la localidad de Gáldar, al noroeste de la isla, un conjunto de pasarelas permite visitar un caserío habitado en el siglo VI, algo así como una ventana abierta en el tiempo que nos permite asomarnos a la forma de vida de los pobladores aborígenes antes de la incorporación de la isla a la Corona de Castilla en 1483.
Más atrás en el tiempo, la Cueva Pintada deja ver también el arte mural de los primitivos moradores de estas tierras.
Pescado fresco y un buchito de café
Las pescaderas de Agaete ya no van de pueblo en pueblo con la palangana de sardinas en la cabeza anunciando su producto. Sin embargo, aún son muchos los que viven del pescado en esta villa marinera.
Lo mejor para degustarlo es acercarse al Puerto de las Nieves, un lugar lleno de encanto que sabe a caldos y parrilladas de pescados de roca y, por supuesto, a sardinas.
A unos 15 minutos, el casco del pueblo también cuenta con buenos restaurantes para degustar los platos locales, que deben acabar siempre con el clásico “buchito de café”. No hay que irse muy lejos para encontrarlo: en el Valle de Agaete encontramos unos de los pocos cafetales existentes en Europa.
Las plantaciones se remontan a principios del siglo XIX, y de aquí se obtiene un preciado café de la variedad arábica Typica que crece en un exuberante valle junto a naranjos, mangos, guayabos y aguacates.
Agaete, además, dispone de hermosas zonas verdes como el Huerto de las Flores, un jardín botánico en el propio pueblo, y el Parque Natural de Tamadaba, un espacio protegido donde se alza el mayor pinar de Gran Canaria. También en este entorno se encuentra el impresionante Roque Faneque, cuyos 1.008 metros de altura caen en vertical sobre el mar, dando forma a uno de los acantilados activos más altos del mundo.
El Charco Azul, una poza de agua de color azul verdoso intenso con una cascada de 20 metros, regala refrescantes baños al norte de Gran Canaria
Saliendo de Agaete rumbo a la Aldea de San Nicolás se encuentra El Risco, un diminuto pueblo por el que se accede a una de las joyas escondidas de Gran Canaria: el Charco Azul, una poza de agua de color azul verdoso intenso que cuenta con una cascada de 20 metros. Sin duda, uno de los lugares más refrescantes para darse un baño.
Siguiendo por el camino a La Aldea es posible encontrar playas secretas, como la de Güigüi. Hacen falta, eso sí, cinco horas de caminata, ida y vuelta, para alcanzar este paraíso de arena dorada y rodeada de riscos.
Más fácil es el acceso a la playa de La Aldea, de arena negra, que se encuentra junto al puerto pesquero de la localidad.
Piscinas naturales: los baños más apetecibles de Gran Canaria
Sin renunciar al agua salada y la brisa marina, las piscinas naturales ofrecen algunos de los baños más estimulantes de Gran Canaria.
Y precisamente en la zona norte se encuentran algunas de las mejores, como Las Salinas de Agaete, con sus pilones de hormigón a modo de almenas que le dan un aire como de fortaleza medieval.
Dentro, tres charcos para el baño bien protegidas del mar abierto y conectadas con tubos volcánicos que los hacen perfectos para toda la familia y que regalan excelentes vistas a la accidentada costa del noroeste, así como al palmeral y las huertas con sus diferentes tonalidades.
Junto a la localidad de Arucas merece la pena también pasar por Los Charcones, en realidad un charco doble protegido por una amplia barrera de rocas del mar abierto que garantiza baños tranquilos y un disfrute a fondo del sol.
De fácil acceso, cuenta con aparcamientos, solárium, restaurantes y otros servicios en las proximidades. El muro perimetral, perfecto para pasear en bajamar y los charquitos y entrantes cercanos ponen la guinda a la diversión y el baño si el oleaje lo permite.
En Roque Prieto, cerca de la localidad de Santa María de Guía, y entre amplias extensiones de plataneras, encontramos otros dos charcos ideales para disfrutar de baños tranquilos en una costa de mar bravío.
Con zonas de muy poca profundidad y otras de hasta tres metros, siempre de agua cristalina, estas piscinas naturales son perfectas para alejarse de cualquier ruido o masificación.
Nos despedimos muy cerca del municipio de Gáldar, donde tres piscinas naturales componen la zona conocida como El Agujero, un tesoro escondido con pocos turistas y un paraíso para nadar con fondos marinos de diferentes profundidades y zonas bien delimitadas y seguras.