Ibiza: huellas de historia y tradición en la isla blanca

Más allá de su fama de glamour y hedonismo, Ibiza tiene fascinantes recuerdos históricos por descubrir, así como una excelente gastronomía mediterránea. Con Vueling viajamos a la isla blanca para conocerlas

Ibiza tiene muchas caras. Su fama de meca de la diversión y el glamour es una de ellas, como también lo es la de sus tradiciones y pasado agrícola, o la de sus resorts de lujo y su excelente gastronomía. Con las cinco conexiones que ofrece Vueling podemos descubrir varias de ellas.

Se puede caminar por el puerto y la villa medieval de Dalt Vila, con milenarios recuerdos de las civilizaciones que han sentado sus reales en la isla blanca.

También es posible transitar por la escarpada geografía de la tercera hermana de las Islas Baleares (en tamaño), descubriendo la arquitectura ibicenca, que ha inspirado a movimientos de vanguardia como la escuela Bauhaus.

Y sin olvidar a las iglesias que sorprenden por su pasado de fortalezas, y que se han convertido en el núcleo de la vida social de los pueblos.

 

Eivissa: la historia está a la vuelta de la esquina

Desde lejos, llegando al puerto, la villa de Eivissa se levanta como si fuera una trama urbana en espiral que crece hasta ser coronada por la catedral de Santa María de las Nieves.

Su muralla ha sido el refugio ante piratas e invasores, y su interior es un verdadero museo al aire libre, con huellas de los pueblos que han pasado por la isla, desde fenicios y cartagineses a romanos y musulmanes, hasta que desde el siglo XIII fue conquistada por la corona de Aragón.

El puente levadizo del Portal de Ses Taules, así como el Portal Nou, son dos recomendados puntos de partida para perderse por las callejuelas de Dalt Vila, donde la vida más animada transcurre en las plazas De la Vila y la de Sa Carrossa, así como en la calle de la Virgen que es una verdadera babel cosmopolita.

Los apasionados por la historia estarán encantados de visitar el Museo Arqueológico, ver las iglesias de Santo Domingo, la sede del ayuntamiento en un antiguo convento, el castillo que se transformará en un Parador de Turismo y el Centro de Interpretación Madina Yabisa.

Y sin olvidar la intensa agenda cultural que siempre tiene Eivissa en el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo Puget, a las que se suman las numerosas galerías de artistas que han elegido Ibiza para vivir y crear, indican en la Agencia de Estrategia Turística de las Illes Balears.

La gastronomía única de Ibiza

¿Qué tienen en común pequeños bares de los pueblos ibicencos y los sofisticados restaurantes en hoteles de lujo? Pues un respeto que se acerca a la devoción por la cocina mediterránea.

La agricultura local durante generaciones se ha especializado en la elaboración artesanal de productos como el aceite de oliva de las variedades empeltre, arbequina y picual; así como de vinos de uvas monastrel, garnacha y malvasía, como los de los viñedos de Sant Mateu, Buscastell y Sant Josep.

El cordero, criado en libertad con prácticas tradicionales, ofrece una carne de excelente calidad, y muchas granjas se preocupan en desarrollar una agricultura ecológica para reforzar la identidad de sostenibilidad de la isla.

No hay que dejar de probar la deliciosa miel que cultivan un puñado de productores, así como la legendaria bebida de hierbas ibicencas que se produce con recetas que se transmiten de padres a hijos.

El respeto por la tierra y una antigua cultura marinera han originado una variedad de platos que son toda una experiencia gastronómica, como el sofrit pagès, el arroz de matanzas, el guisat de peix, la greixonera y el flaó.

La arquitectura de Ibiza inspira a las vanguardias

Moldeada durante siglos para hacer frente al duro sol del Mediterráneo en verano y los intensos vientos del invierno, la arquitectura tradicional de Ibiza puede parecer muy simple a primera vista.

Pero su singularidad y el equilibrio que los pobladores han logrado mantener con la naturaleza han impulsado a Le Corbusier y a arquitectos de la escuela alemana Bauhaus a visitar la isla para conocer las viviendas.

Lo que les sorprendió es su flexibilidad, con qué facilidad las casas se podían ampliar conforme crecían las familias y sin perder simplicidad.

Muchos exponentes se conservan en la campiña o en tornos a pueblos como Sant Josep de sa Talaia o Santa Eulària des Riu, mientras que conforme la isla recibía un aluvión turístico muchos arquitectos decidieron recurrir a las raíces para diseñar viviendas inspiradas en la milenaria tradición ibicenca.

Iglesias y torres de defensa: los testigos silenciosos

Las murallas de Eivissa no fueron la única protección que se levantó en la Ibiza medieval para desalentar las amenazas de invasores turcos y piratas berberiscos.

A lo largo de la costa se pueden ver varias torres de defensa que, siglos después, siguen en pie como si esperaran algún jabeque listo para el abordaje.

Sin embargo estos emplazamientos militares no eran muy apreciados por la población al momento de buscar refugio, sino que preferían resguardarse dentro de las iglesias.

Por eso puede sorprender que parezcan más fortalezas que templos, con altos muros encalados y pesadas puertas de hierro, como la de Sant Antoni, la de Santa Eulària o la de L’Hospitalet.

Construidas entre los siglos XIV y XVIII, mantienen la misma sencillez que las viviendas de la isla, a lo sumo con las tres cruces del calvario como único adorno.

Además de la catedral, que vale la pena visitar para ver su nave barroca y sus trazas de estilo gótico-catalán, también se sugiere visitar las bonitas iglesias de Sant Jordi, Sant Josep y Sant Carles, la de Es Cubells con su aire rural, y el rico interior de la de Sant Miquel, que se diferencia de la sobriedad de los otros templos.