Jordania más allá de Petra: 5 razones para viajar al ‘reino del tiempo’
Vueling propone el mágico país como destino ideal durante todo el año para pasar unas vacaciones únicas
N
o importa las veces que lo hayas visto en fotografías. Algo te toca el corazón cuando aparece ante la vista, entre imponentes paredes de piedra de un angosto valle, Petra, con sus fachadas esculpidas directamente en la roca. Nombres como el Khazneh (el tesoro) y el Deir (el monasterio) hacen justicia a sus increíbles edificios, pero son insuficientes para describir la sensación que produce admirar la capital del antiguo reino nabateo, una ciudad fundada hace 2.800 años y perdida durante siglos.
Floreciente y luego abandonada, terremotos, inundaciones y tormentas de arena la fueron enterrando y, de hecho, se cree que más del 80% de la ciudad sigue hoy oculta a nuestros ojos.
Y pese al magnetismo que desprende Petra –no por nada nombrada una de las siete maravillas modernas del mundo-, hay mucho más por descubrir en Jordania.
Conocido como el ‘reino del tiempo’, el país ofrece una adictiva combinación de cultura, patrimonio, aventura y gastronomía que, unida a una hospitalidad que merece la pena ser remarcada, hace del país uno de esos destinos que, sí o sí, hay que visitar una vez en la vida.
Jordania, un viaje de lujo (para el que no hace falta arruinarse)
Estable, seguro y auténtico viaje de lujo -si entendemos lujo por vivencias únicas y experiencias extraordinarias, como la posibilidad de acampar bajo un manto estrellado en el desierto de Wadi Rum o degustar un rashoof tradicional de lentejas verdes, cebollas fritas, jameed y yogur tal y como lo preparan en cualquier casa jordana-, Jordania no es, sin embargo, un destino prohibitivo.
Gracias a Vueling, que conecta los aeropuertos de Barcelona y Amán en poco más de cuatro horas, viajar a Jordania es sencillo y asequible.
La compañía perteneciente al grupo IAG ofrece además hasta dos frecuencias semanales en este trayecto durante los meses de mayo, junio, julio y agosto.
Qué ver en Jordania: los imprescindibles
Hayas o no deseado ser arqueólogo (también sirve para los fans de la saga de Indiana Jones), es casi seguro que alguna vez has fantaseado con descubrir una antigua ciudad. Quizás sea por eso que Petra sigue fascinando a viajeros de todas las edades y de todo el mundo.
A unos 200 km al suroeste de la capital jordana, en la región montañosa de Edom, al este del valle de Arabá que se extiende desde el mar Muerto hasta el Golfo de Aqaba, los edomitas levantaron la ciudad a finales del siglo VIII a.C., aunque fueron los nabateos desde el siglo VI a.C. los que hicieron de ella una magnífica capital en la que destacan las construcciones labradas en la misma roca.
Parte de su magia y su misterio radica en que, tras su declive, hacia el siglo VI de nuestra era, cayó en el olvido hasta que fue redescubierta para el mundo occidental en 1812 por el explorador suizo Jean Louis Burckhardt. Incluso hoy son muchos los enigmas que siguen rodeando este conjunto, inscrito desde 1985 en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Tallada directamente en piedra, Petra es más una gigantesca escultura que una ciudad
Más una gigantesca escultura que una ciudad, Petra o Raqmu fue fundada originalmente como una ciudad funeraria, aunque más adelante sirvió de asentamiento para hasta 30.000 personas con una compleja red de canales y cisternas que les abastecían de agua y todo tipo de servicios, como un teatro que aún hoy sigue siendo una extraordinaria obra de ingeniería tallada en piedra.
El propio acceso a la ciudad se presta al ‘efecto wow’, ya que se produce a través del Siq, un estrecho desfiladero con paredes de hasta 200 metros de altura serpentea a lo largo de 1,2 km para desembocar en las ruinas más impactantes de Petra, Al Khazneh o el Tesoro.
Tampoco hay que perderse el Qasr al-Bint, en tiempos uno de los principales templos de la ciudad que, a diferencia de la mayoría de las estructuras, sí que está construido en lugar de tallado en la roca.
No es Marte, pero casi
Conocido como Wadi Rum o valle de la Luna, no es extraño que esta zona desértica de Jordania haya servido en numerosas ocasiones como plató de cine en el que recrear Marte.
Hogar de tribus nómadas beduinas, no se trata del clásico mar de dunas ondulantes que viene a la mente al pensar en un desierto, sino un paisaje de espectaculares montañas de arenisca y basalto que sobresalen de un suelo arenoso de intensas tonalidades rojizas.
Popularizado en Occidente especialmente por Lawrence de Arabia, cuenta con más de 775 km2 plagados de formaciones rocosas, cráteres y obras de arte rupestre y también se cuenta entre los sitios Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Si durante el día es impresionante, espera a que caiga la noche para descubrir una fascinante cúpula estrellada en lugares como RumSky Adventures.
Además, en la zona se pueden hacer excursiones en 4×4, paseos a caballo, en ultraligero o en globo.
Un baño al estilo Cleopatra
También maravilla natural jordana es el Mar Muerto, un enclave que aúna religiosidad y diversión bajo el sol gracias a su combinación de playa y espiritualidad.
Se puede considerar el spa natural más grande del mundo y entre sus curiosidades se cuenta su ubicación, 400 metros por debajo del nivel del mar, lo que lo convierte en el punto más bajo oxigenado de la tierra.
Lugar ya visitado ya por personalidades como la bella reina egipcia Cleopatra, destaca por sus aguas cálidas, relajantes y saladas.
Aguas, de hecho, diez veces más saladas que las que encontramos en otros mares y océanos y que además son ricas en sales clorhídricas de magnesio, sodio, potasio y bromo, entre otras, lo que facilitan la flotación mientras nos relajamos embadurnados en los estimulantes lodos negros de la zona.
Estimulantes contrastes en Amán
La capital de Jordania es sin duda un destino de contrastes, mezcla de presente y pasado, de tradiciones y modernidad, de talleres artesanos y ultramodernos edificios.
En el lado de la historia, La Ciudadela, un espacio habitado durante más de siete mil años que deja ver, como un gran museo al aire libre, el poso de diferentes civilizaciones en la historia de la humanidad, como romanos, bizantinos y omeyas, el Museo Arqueológico de Jordania, con todo tipo de artefactos de yacimientos de todo el país, o los lugares de Harranah, Hallabat y Amra, así como mercados, cafeterías tradicionales y diminutos talleres artesanos.
Del lado moderno, edificios como las Jordan Gate Twin Towers, de 186 metros de altura, centros comerciales, hoteles, galerías de arte (no te pierdas las de Jabal Lweibdeh), boutiques, el moderno aeropuerto Queen Alia International Airport o modernos barrios con Abdali, perfecto para ir de compras.
El santuario Dar Al-Anda, que podría traducirse por ‘hogar de entrega’, las mezquitas del Rey Hussein Bin Talal, Grand Husseini o Abdalá I con su reconocible cúpula azul, el barrio de Darat al Funun, un oasis artístico que se alza entre casas de arquitectura tradicional, el Ninfeo o la estación de ferrocarril de Hejaz, con su colección de locomotoras de vapor, son otros de los lugares para descubrir en Amán.
Adrenalina pura en Wadi Mujib
Clasificada como Reserva de la Biosfera, Mujib es la reserva natural con menos altitud del mundo. Ubicada en una profunda garganta próxima a la costa oriental del Mar Muerto que se prolonga hasta las montañas de Karak y Mádaba, llega a alcanzar los 410 metros por debajo del nivel del mar y los 900 por encima.
Esta diferencia de 1300 metros, sumada al caudal procedente de siete afluentes, es responsable de una explosión de biodiversidad que incluye más de 300 especies de plantas, 10 especies de carnívoros y numerosas especies de aves permanentes y migratorias, además de felinos y cabras montesas como el íbice.
Se puede recorrer a través de diferentes itinerarios, como la Senda Al-Hidan, la de Malaqi, la de los barrancos o la del Siq, que permite seguir el curso del río entre acantilados de arenisca atravesando piscinas perfectas para baños refrescantes hasta llegar a una gran cascada.