Munch, vikingos, arquitectura de vanguardia y otras razones para viajar ya a Oslo
Cultura y naturaleza, vikingos y Munch, sauna y auroras boreales, diseño y esquí. Las diferentes caras de Oslo hacen de la ciudad una joya por descubrir
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el frente marítimo con sus vanguardistas rascacielos a la fortaleza de Akershus pasando por el magnífico edificio de la Ópera que la puso en el mapa de la arquitectura moderna, la ciudad de Oslo es una estimulante mezcla de historia e innovación aderezada con el reconocible estilo de vida nórdico (que se traduce, incluso, en su propia receta de la felicidad, la filosofía del kos).
Un casco histórico compacto y el hecho de ser una de las ciudades más verdes del mundo permite recorrer cómodamente Oslo a pie o en bici, aunque también puedes hacerlo navegando por su fiordo, incluso en una sauna flotante.
Así podrás conocer, en una escapada de pocos días, desde los clásicos de la capital noruega como el Parque de Esculturas de Vigeland o el salto de esquí de Holmenkollen al nuevo Museo Munch –por cierto, con sello español- o el Centro Virtual Vikingo, además de un buen puñado de cafés y restaurantes que cambiarán tu concepto de la cocina local.
Capital del invierno por excelencia, en el cercano bosque de Oslomarka se puede realizar esquí de fondo o tirarse en trineo por el famoso tobogán de Korketrekkeren, aunque no hace falta salir de la ciudad para practicar patinaje sobre hielo, por ejemplo, en la famosa pista de Spikersuppa, justo en el centro-.
Auroras boreales y hermosos paisajes invernales suman enteros a un viaje que, gracias a aerolíneas como Vueling, tenemos más cerca y más asequible que nunca. La compañía ofrece conexión directa con Barcelona con tres frecuencias semanales que permite llegar a Oslo en solo 3 horas y 25 minutos.
Además del vuelo, estas son otras razones de peso para planear ya una escapada a Oslo.
Grünerløkka, el barrio más adictivo
A pocos minutos del centro de Oslo, el río Akerselva fluye entre antiguas fábricas reconvertidas en universidades, silos de cereal transformados en viviendas y bares de diseño que prologan a oficinas de empresas de la economía 4.0. Es Grünerløkka, el antiguo barrio obrero y hoy el distrito donde se cocinan las tendencias de la ciudad.
Arte urbano, teatros, salas de improvisación, encantadores cafés, restaurantes y tiendas vintage (no dejes de echar un ojo a Robot, UFF Second Hand o Frøken Dianas Salonger) y de artículos de diseño conviven con clubes de música como Blå o Café Mir entre calles llenas de vida.
También es uno de esos barrios que ejemplifican cómo la naturaleza está presente en la ciudad de Oslo, gracias al paseo que sigue el río, que deja ver varias cascadas, puentes centenarios y suaves colinas cubiertas de vegetación. De casi 8 km, es uno de los pulmones verdes de la ciudad, ideal para pasear, correr o montar en bicicleta.
En esta zona nació Edvard Munch, por lo que también es un buen lugar para rastrear la vida de uno de los más célebres artistas noruegos. Muy cerca se levanta, además, el moderno Museo Munch, el mayor del mundo dedicado a un solo artista, con más de 1.100 pinturas, 4.500 dibujos y acuarelas, 18.000 trabajos gráficos, 6.000 libros, cartas y otros documentos.
Aunque inaugurado en 1963, en 2021 abría sus puertas el nuevo centro, obra del estudio español Herrero Arquitectos, con una reconocible silueta que alberga salas de exposición, biblioteca, salas para espectáculos, un centro de entretenimiento para niños, tienda, cafetería, restaurante y terraza con impactantes vistas al centro de la ciudad y el fiordo que la rodea.
Bjørvika: un catálogo de arquitectura de vanguardia
En realidad, el museo Munch pertenece, como casi todos los edificios de factura vanguardista de Oslo, al barrio de Bjørvika. Al este del centro, se trata de un distrito totalmente nuevo creado en lo que antiguamente fue un puerto de contenedores y hoy es el despejado frente marítimo de Oslo, donde las construcciones emergen prácticamente del fiordo, entre ellas la Ópera, diseño del premiado estudio Snøhetta y sin duda una de las imágenes icónicas de la capital noruega.
El anguloso edificio se puede disfrutar incluso sin asistir a un espectáculo: además de recorrer el interior, construido con paneles de madera ondulados y encajados según el principio de construcción de los barcos vikingos, se puede comer en uno de sus dos restaurantes (Sanguine Brasserie y Havsmak) o, simplemente, pasear por su tejado y admirar las vistas (en ocasiones también se realizan conciertos).
También llamativo, el horizonte de rascacielos en Barcode (Código de Barras) de los estudios de arquitectura MVRDV, DARK Architects y A-lab, que aloja tiendas, galerías y restaurantes, además de viviendas y oficinas, la Biblioteca Deichman y la instagrameable pasarela Akrobaten.
Al otro lado se encuentra Oslobukta, una nueva zona que aúna restaurantes, edificios singulares, juegos acuáticos para niños y un gran espacio de baño.
Deporte nacional: la sauna
Tomada de sus vecinos finlandeses que lograron incluso inscribirla como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2020, la cultura de la sauna está también totalmente extendida en Noruega.
En Oslo hay muchísimas para elegir, algunas tan alucinantes como las que flotan sobre el fiordo donde es obligado el posterior chapuzón.
Es el caso de KOK, un barco-sauna con capacidad para diez personas que combina los paseos en barcos propulsados por energía solar con la cálida sauna, de SALT, en realidad todo un proyecto artístico y cultura que incluye tres amplias saunas que alojan un café y diferentes espectáculos, además de toneles de madera llenos de agua para hacer el contraste de temperatura, o la sauna flotante Måken, ubicada junto a la Ópera, con capacidad para 12 personas y acceso directo al fiordo mediante una trampilla.
Planeta vikingo
En el centro de Oslo se encuentran algunos de los lugares más conocidos de Oslo como la fortaleza de Akershus, el Palacio Real, el Ayuntamiento, y el Parlamento. También algunos de los grandes museos, como el Centro del Premio Nobel de la Paz, el Museo de Historia o el Museo de Arquitectura.
Pero también hay lugar para otras curiosidades como el Mini Bottle Gallery (sí, un museo de botellas en miniatura con una colección de nada menos que 50.000 ejemplares), el Parque de Reptiles de Oslo o el más moderno The Viking Planet, un espacio centrado en la era vikinga que desvela a través de medios tecnológicos como realidad virtual, hologramas y pantallas interactivas.
Conocer la vida diaria de los vikingos, participar en sus expediciones, descubrir su mitología e incluso subir a bordo de un barco en plena tormenta son algunas de las posibilidades.
El museo de esquí más antiguo del mundo
Posiblemente la atracción turística más visitada de Noruega sea la pista de esquí de Holmenkollen que incluye entre sus instalaciones una torre de saltos, un simulador de esquí, tiendas, una cafetería y el Museo de Esquí más antiguo del mundo.
El museo fue fundado en 1923 y permanece desde 1951 en Holmenkolle. En 2023, con motivo de su centenario, fue totalmente renovado incorporando una nueva fachada, proyecto del estudio Snøhetta, que añadió un frente de cristal de cinco metros de altura revestido por una cortina de tablones de madera de pino noruego inspirado en el material original para los esquís, así como nuevas áreas de exposición.
En su interior se pueden admirar curiosidades como los esquís más antiguos de Noruega, de alrededor de 5.000 años de edad, pero también exposiciones sobre los exploradores polares con objetos únicos de expediciones de Fridtjof Nansen o Roald Amundsen.
La entrada también da acceso a la torre, con una de las mejores vistas panorámicas de Oslo.
Esquí a media hora del centro
A solo media hora del centro urbano se encuentra Skimore Oslo, la principal estación de esquí en la zona, con 18 pistas y 11 telesillas, perfecto tanto para esquí alpino como para snowboard.
Cuenta también con zona especial para niños y principiantes, así como un half-pipe para hacer piruetas en la nieve.
También podrás practicar esquí nocturno, gracias a la iluminación de sus pistas (funciona cinco días por semana).