De los Borgia al Borbón cabeza abajo: un viaje a Xátiva con sabor a historia
En la provincia de Valencia, Xàtiva es el destino ideal para revivir el esplendor cultural de uno de los rincones más emblemáticos de la Comunitat Valenciana
A
penas 50 minutos separan Xàtiva de la ciudad de Valencia, un trayecto que se recorre fácil y cómodamente gracias a la autovía o el tren que parte de la Estación del Norte, la bella estación modernista de la capital valenciana.
Menos de una hora después es posible divisar el impresionante castillo de Xàtiva en lo alto de la colina, una imagen magnética de la que es imposible apartar la vista. Con orígenes que se remontan a los íberos y romanos, esta fortaleza fue ampliada por árabes y cristianos, convirtiéndose en una de las más importantes de la región y en símbolo inequívoco de la ciudad.
Desde arriba es fácil sentirse como antiguos conquistadores mientras se disfruta de una espectacular panorámica de la ciudad y del paisaje de naranjos. Murallas, torres y patios son testigo de la historia setabense, desde las muchas batallas medievales allí libradas hasta las intrigas de la famosa familia Borgia.
Por qué a los setabenses les llaman ‘socarrats’
Y es que Xàtiva rebosa historia y patrimonio. Es una de las pocas ciudades que conservan su topónimo íbero, Seiti, que pervivió en latín y árabe hasta la actual Xàtiva.
Más adelante, Xàtiva sería cuna de la familia más importante de la Europa renacentista, los Borgia, que dejarían para la historia dos papas, Calixto III y su sobrino Alejandro VI, pero también innumerables historias de fabulaciones y extravagancias (y alguna que otra leyenda negra).
Otro hito importante hito histórico, en este caso mucho más triste, tuvo lugar en 1707, cuando la ciudad fue quemada como venganza por haber apoyado al contrincante de Felipe V, Carlos de Habsburgo, en la guerra de sucesión.
La ciudad ardió durante ocho días y, de aquella desgracia, les quedo a sus habitantes el sobrenombre de “socarrats” o chamuscados. El episido les dejó, además, un expresivo retrato del Borbón cabeza abajo, que hoy puede verse en el Almudín, un edificio de estilo gótico valenciano construido en entre 1530 y 1548 que acoge el Museo de la Ciudad. Por cierto que vale, y mucho, la pena una visita guiada a este espacio que nos sumergirá en la fascinante historia de la villa.
El legado de los Borgia
Por supuesto hay que pasear por las calles del casco antiguo de la ciudad y conocer la Plaza de la Trinidad y su fuente gótica, y cómo no, visitar la imponente Colegiata Basílica de Santa María, conocida como ‘La Seu’, un magnífico ejemplo de arquitectura renacentista valenciana.
Para descubrir el legado de los Borgia, que practicaron un activo mecenazgo artístico que ha dejado una profunda huella monumental que forma parte del Territorio Borgia, hay que acercarse hasta el Real Monasterio de Santa Clara, el Convento de Sant Francesc o la plaza de Alejandro VI, donde está ubicada la casa donde nació Rodrigo de Borja, el nombre con el que nació este papa.
Historia hasta en el plato
Más allá de la arquitectura o las tradiciones, hasta en la propia gastronomía se puede apreciar la importante huella de la historia de esta ciudad.
El arroz al horno, uno de los platos típicos, empezó con ir y venir de las mujeres, cargadas con las cazuelas de barro, hasta el horno moruno de leña -de estos paseos recibe el sobrenombre de arròs passejat (arroz paseado)- y fue evolucionando hasta el siglo XVIII en que la receta quedó con los ingredientes que se mantienen hasta hoy: con garbanzos, morcilla, ajos, costillas, cerdo, tomate y patata.
Otro de los platos típicos de la gastronomía local y que no decepciona es la coca de mestall, cuya masa se prepara con una mezcla de harinas a la que se le añade embutido, tocino o sardina salada.
La impronta de los musulmanes que poblaron estas tierras durante siglos ha quedado asimismo reflejada en sus postres típicos, en dulces deliciosos como el arnadí, elaborado con calabaza y almendras o la almoixàvena, hecha con huevos, harina, azúcar, canela y manteca.
Y por supuesto, el vino, que ya los íberos elaboraban, no puede faltar en ninguna mesa. En el triángulo formado por Moixent, la Font de la Figuera y Fontanars dels Alforins se encuentra un territorio salpicado de viñedos de alto valor paisajístico, donde se producen algunos de los mejores caldos de la zona, con Denominación de Origen Valencia.
Y es que Xàtiva lo tiene todo: historia, cultura, paisaje, gastronomía. Un lugar donde perderse y disfrutar de la vida. Ahora, además, es posible asomarse a esa historia desde cualquier lugar y en tiempo real gracias a una webcam situada en puntos estratégicos que permite obtener imágenes de Xátiva, un recurso perfecto no solo para curiosear, sino también para preparar la próxima escapada a la ciudad.