El informe Moody’s

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La agencia de calificación ha provocado esta semana un terremoto en el antiguamente tranquilo sector financiero español. Su informe según el cual los bancos y cajas de este país tienen por delante un panorama de pérdidas de más de 100.000 millones de euros ha hecho daño. Sobretodo, porque puede ser verdad. Por eso la airada reacción de la banca y las descalificaciones con que ha sido recibido desde sectores próximos al gobierno. 

Pero la realidad acostumbra a ser tozuda. El imponente volumen de activos inmobiliarios que bancos y cajas han tenido que comerse está valorado a precios antiguos de mercado y no se recoge la depreciación sufrida a partir de la crisis.

Esperar a que el mercado inmobiliario se recupere, salgamos de la crisis y se aminoren o se inviertan las pérdidas puede ser un ejercicio voluntarista o hasta una temeridad. Parecería más sensato proceder a una bajada más drástica de los precios, activar por esta vía el mercado y asumir las pérdidas que la nueva situación pudiera provocar. Lo contrario puede ser pan para hoy –balances excepcionalmente saneadas- pero mucho hambre para mañana

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