50.000 viviendas…43.000 más ¡Y también dos huevos duros! 

La mayoría de las viviendas no estarán disponibles hasta la próxima legislatura y en lugares, digamos, poco atractivos

Nuestro país es un barco que navega sin nadie en el puente de mando. El capitán y los oficiales han decidido quedarse a vivir en uno de los camarotes tratando de aparentar normalidad mientras el desorden se adueña de la situación. Los tres socios que forman el Gobierno (PSOE, Podemos y Sumar) son los tres hermanos Marx en la célebre escena de “Una noche en la ópera”.  El lío que se traen entre manos Yolanda Díaz, Ione Belarra e Irene Montero ha forzado a Pedro Sánchez a sacar adelante la Ley de la vivienda con Bildu y ERC. “¡Y también dos huevos duros!”, que diría Groucho mientras pide la cena.  

La Ley de la vivienda responde a un modelo intervencionista que puede tener efectos indeseados (parece que no aprenden) en el sector de la construcción si se acaba obligando a los promotores a destinar una parte de su inversión a vivienda pública. ¡A ver quién es el guapo! Por eso el PSOE ha tenido bloqueada esta ley durante tres años. Porque sabe que es un desastre. Pero ahora estamos en pleno proceso electoral y toca apostar fuerte.

¡Y también dos huevos duros!, se oye desde el fondo del camarote. Son las socias nunca satisfechas. Menos mal que buena parte de las medidas de esta ley van a depender de las comunidades autónomas. Aunque no deja de ser curioso que hayan sido precisamente partidos que han tenido y tienen responsabilidades de gobierno en el País Vasco y Cataluña, con la vivienda más cara de España, con Madrid, quienes han aprobado la ley. 

Ley de vivienda

El mensaje que se lanza desde el Gobierno genera todo menos seguridad para quien desea alquilar su casa. Se calcula que el número de ocupaciones ilegales en nuestro país es de unas cincuenta al día, según fuentes de algunos partidos políticos. Pero legislar en esa materia penaliza a las formaciones de la izquierda radical que gobierna en España, así que mejor mirar para otro lado y dejar que miles de propietarios (serán además unos fascistas defensores de la propiedad) se las arreglen por su cuenta para recuperar el piso que compraron con los ahorros de toda una vida o heredaron con el esfuerzo de sus padres. 

La necesidad, la dependencia que tiene Pedro Sánchez de la izquierda más extrema y de los ultranacionalismos le hacen recurrir a métodos y martingalas políticas que ponen en serio riesgo la credibilidad democrática de muchas instituciones del país, incluido el partido político que él lidera. No se trata únicamente del uso de la mentira como forma de gobernar, es la falta de confianza que eso transmite a una generación de jóvenes españoles que en legítima defensa pasará de todo porque difícilmente volverá a creer en su país

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ Chema Moya

No se puede recurrir a la propaganda para anunciar la creación de 50.000 viviendas como si fuera la gran medida para solucionar uno de los principales problemas sociales de los más vulnerables. Porque luego vienen los medios que no puedes comprar y te desmontan la trampa en unas pocas horas. Se acaba sabiendo que el Sareb, el llamado banco malo, es malo porque se ha quedado con pisos que no quiere nadie. Que de los 50.000, casi 14.000 están ya ocupados ilegalmente y otros tantos están aun sin construir.

En cualquier caso, la mayoría de ellos no estarán disponibles hasta la próxima legislatura y en lugares, digamos, poco atractivos. Y por si fuera poco, ahora se anuncian otras 43.000 viviendas que se financiarán con créditos del ICO y fondos europeos. 

Es la política líquida. La que sirve para anunciar algo grandilocuente todos los fines de semana y luego si te he visto no me acuerdo. Si hay que pedir perdón a las víctimas por la “ley del solo sí es sí”, pues se pide ¿Cuántas veces quiere que lo diga? ¿Las mismas que repetí que no iba a pactar con Bildu? Pues las digo. Y una más de regalo. ¡Y también dos huevos duros! 

Al final es el PP, ese partido con el que, según Patxi López, no se puede pactar nada porque está instalado en la política de la negación, el que acabará evitando que la chapuza de la “ley del solo sí es sí” sea un desastre histórico. Ni Irene Montero ni Ione Belarra saldrán del camarote del Gobierno. Están enzarzadas en su particular pelea de una contra todas y todas contra Sánchez. El PP es la señorita de la manicura que llama a la puerta en pleno jaleo y es recibida por Groucho. Les recuerdo la escena: 

  • “¿Han llamado a la manicura?” 
  • “No. Pero adelante”. 
  • … 
  • “¿Quiere usted las uñas largas o cortas?” 
  • “Déjemelas cortas. Que aquí ya va faltando sitio”.