Por qué este es el momento perfecto para escaparse a Gran Canaria
Con la temperatura perfecta, el otoño y el invierno son ideales para descubrir los paisajes de Gran Canaria, pero también su gastronomía kilómetro cero, sus cielos estrellados y sus posibilidades para realizar todo tipo de deportes
A
penas ha comenzado el otoño en serio, y ya son muchos los que sueñan con una escapada a lugares más cálidos en medio de la temporada de jerséis y paraguas. Gran Canaria, con su clima perfecto, playas paradisíacas y exuberantes paisajes tropicales, bosques de laurisilva y una variedad de propuestas de turismo activo, se presenta como el destino ideal.
La buena noticia es que es fácil llegar desde distintos lugares de España gracias a Vueling. Con vuelos directos desde ciudades como Málaga, Alicante, Bilbao, Oviedo o Santiago de Compostela, con una media de 4 frecuencias semanales y con conexión diaria con aeropuertos como Barcelona, Málaga, Bilbao y Sevilla.
Porque cuando el verano termina comienza uno de los mejores momentos para conocer la isla y su lado más natural, practicar deportes al aire libre, observar sus cielos estrellados ajenos a cualquier contaminación lumínica y saborear su gastronomía km 0.
Y, por si aún dudas, aquí van las razones por las que Gran Canaria debería estar ya en tu wishlist de destinos para los próximos meses.
1. Un otoño que no es como los demás
Es cierto, la gente sigue bañándose en sus playas y tomando el sol sobre la arena disfrutando del clima templado y agradable tan característico de la isla, que luce orgullosa una media de 2.700 horas de sol anuales, pero algo cambia en el ambiente con la llegada del otoño a Gran Canaria.
La “tarde de oro en otoño”, como la llamaba el poeta canario Tomás Morales en uno de los versos de Las Rosas de Hércules, trae consigo matices para quien quiera encontrarlos, y que se perciben especialmente en la luminosidad y la viveza de la paleta de colores de la naturaleza.
Amaneceres y atardeceres nunca fueron tan hermosos, con verdaderos festivales de tonalidades amarillas, rojas, naranjas y violetas.
2. La Gran Canaria más natural
Se dice que Gran Canaria es un continente en miniatura por el increíble muestrario de paisajes diferentes que atesora la isla, que cuenta además con el sello de Reserva de la Biosfera.
El otoño y el invierno son los mejores momentos para adentrarse en esta cara menos conocida de la isla que encontramos en el interior, y aprovechar para asomarse a la vida rural que guarda la esencia local.
En Teror, a unos 20 km de la capital, podemos recorrer el sendero circular del Barranco del Álamo para descubrir una naturaleza indómita que bebe agua de los manantiales, que extiende arriba y abajo sus mantos de incontables tonalidades de verde o que florece en lugares inverosímiles, totalmente ajena a las prisas del mundo.
También sin prisas hay que acercarse a la Ruta de los Azulejos, que coincide con la carretera que une La Aldea de San Nicolás con Mogán, la GC-200, un itinerario entre espectaculares afloramientos verde jade que emergen entre tonos ocres y rojizos fruto del encuentro del fuego y el agua en la formación de la isla.
Casi un museo de geología, la carretera nos enfrenta a la belleza de los acantilados del macizo de Inagua, pero también nos acerca algunos de los lugares más recónditos del territorio insular como Tasartico, Tasarte o Veneguera.
¿Ganas de bosque? Dirígete a la Reserva Natural de los Tilos de Moya, donde la laurisilva existía mucho antes que ningún ser humano poblara esta tierra. Aún hoy, el paseo entre el tupido manto verde que tejen los tilos de hasta veinte metros de altura, pero también laureles, barbusanos, fayas, palos blancos y acebiños causa la sensación casi mágica de viajar hacia atrás en el tiempo, a un reino de silencio, sombra y luz que transita bajo el tupido bosque.
3. Anímate con el astroturismo
Destino Starlight desde 2018 según la clasificación de la UNESCO, Gran Canaria es uno de los mejores lugares de Europa para la práctica del astroturismo.
Gracias a su posición geográfica es posible observar el cielo del hemisferio sur lo que deja a la vista constelaciones y objetos celestes visibles desde muy pocos lugares en el mundo y la convierte en un balcón perfecto para contemplar el universo.
Además, la isla cuenta con una interesante red de miradores astronómicos, un total de 11 lugares que reúnen las condiciones ideales para la observación de estrellas y el desarrollo de actividades astroturísticas. Entre ellos, destacan los más elevados (superan los 1.800 metros de altitud), como el Mirador del Pico de los Pozos de la Nieve; los Llanos del Garañón, en Tejeda; el Centro Astronómico Roque Saucillo, en la Vega de San Mateo; o el Observatorio Astronómico de Temisas, en Agüimes.
4. La playa también es para el invierno
Quitarse la gabardina, el abrigo, los guantes y tenderse en la playa recibiendo el abrazo de los cálidos rayos de sol. Basta esta imagen para ponernos en ‘modo playa’ aunque a nuestro alrededor los termómetros continúen descendiendo cada día.
En Gran Canaria esperan 60 kilómetros de playas con un total de 128 arenales con sol en otoño, primavera, invierno y verano. Aguas cristalinas, arena rubia o negra, calas tranquilas y piscinas naturales abiertas al Atlántico que parecen haber sido diseñadas para relajarse y disfrutar.
Desde la playa de Las Canteras, una de las mejores playas urbanas del mundo, hasta las playas del sur, con Maspalomas y su icónica Reserva de Dunas, pasando por las calas salvajes de Güigüí (La Aldea de San Nicolás), Guayedra (Agaete) y Aguadulce (Telde), encontrar la tuya solo es cuestión de probar.
Junto a playas y calas, las menos conocidas piscinas naturales emergen entre rocas volcánicas junto al mar y los charcos cristalinos que surgen mar adentro. La Furnia (Gáldar), Roque Prieto (Guía), Las Salinas (Agaete), El Charco de San Lorenzo (Villa de Moya), El Charco Azul (entre la Aldea de San Nicolás y Agaete) y el Charco de Las Palomas (Tejeda) son solo algunas de las que merece la pena descubrir.
5. Un gimnasio abierto 24/7
Abierto los 365 días del año, 24 horas al día, 7 días por semana. La isla de Gran Canaria es un enorme gimnasio al aire libre ideal para la práctica de todo tipo de deportes, gracias a su clima templado y su entorno natural. En el mar, una temperatura que oscila entre 18 y 22ºC, infraestructuras deportivas y óptimas condiciones de mar y viento la hacen ideal para deportes náuticos, ya sea surf, windsurf, bodyboard, kitesurf, vela, pesca de altura o natación en aguas abiertas.
Mención especial merecen los fondos marinos, territorios que sorprenden a los buceadores por su riqueza.
En tierra firme, los retos y la diversión continúan en zonas montañosas ideales para la práctica de senderismo, cicloturismo, escalada, mountain bike, trail running o barranquismo, entre otros.
Entre las propuestas más originales, el Camino de Santiago de Gran Canaria, única ruta jacobea reconocida que se desarrolla totalmente fuera de la Península Ibérica y que recorre 65 km de sur a norte entre el Faro de Maspalomas y la ciudad de Gáldar.
Y, entre las más arraigadas, el golf, que se practica desde 1891, cuando se fundó el Real Club de Golf de Las Palmas, pionero en España. A apenas 15 minutos de la capital (y 25 del aeropuerto) es posible jugar al golf al borde de una caldera volcánica en un espacio natural protegido.
6. Gastronomía km 0
No nos olvidamos de la buena mesa, que en Gran Canaria tiene también una suerte de paraíso, fruto de su clima y localización y de la mezcla de culturas y sabores que se entretejen en un recetario con identidad propia.
El producto local, ya sean quesos, vinos, café cultivado en el Valle de Agaete, ron, sal marina, gofio de millo, frutos tropicales, pescados o almendras, toman forma en recetas tradicionales, pero también renacen bajo las manos de una nueva cantera de chefs, a los que se añaden sumilleres, bodegueros, jefes de sala y productores locales que están revolucionando las mesas con todo tipo de innovaciones en técnicas y sabores.