Cómo reconstruir España, según Lluís Bassets

Lluís Bassets apuesta en 'Lecciones españolas' por un nuevo acuerdo con Cataluña, que logre que España “sea de todos”, con Barcelona como una segunda capital

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Lluís Bassets ( Barcelona, 1950), se pone unas gafas de esperanza. Se niega a pensar que el bloqueo político entre Cataluña y España se cronifique en el tiempo, y así lo constata en Lecciones españolas (ED Libros). Ofrece lo que para él podría ser la gran solución para superar el conflicto político, que, en gran medida, “es un problema de reparto del poder”. Con esas gafas de “esperanza”, aunque ahora cuesta vislumbrarlo, ve una gran oportunidad. “España se puede construir de nuevo si reparte el poder, si sabe llegar a un entendimiento, si asume, por ejemplo, que Barcelona puede ser una segunda capital”.

Bassets, periodista y escritor, director adjunto de El País, no tiene dudas sobre quién ha sido el máximo responsable en una cuestión que no nace con la Diada de 2012, aunque ese fue el punto de arranque del soberanismo. Asegura, al contestar sobre ese reparto de responsabilidades en una entrevista con Economía Digital, que ha sido el PP, y el Gobierno de Mariano Rajoy, “el principal responsable”. ¿Por qué?

“Primero porque es el Gobierno, el que tiene más poder y capacidad para resolver una cuestión política. Pero antes tampoco fue responsable durante la elaboración del Estatut, y se levantó de la mesa que abordaba su redacción, y pidió después firmas ‘contra los catalanes’ de forma muy imprudente. Ahora, tampoco ha actuado de forma inteligente una buena parte del PSOE”.

Bassets: El PP y el Gobierno de Rajoy ha sido el máximo responsable de esta situación

En el libro, Bassets desarrolla todas las etapas del movimiento soberanista, y enmarca el problema como un asunto español, que concierne al conjunto de España, a sus principales partidos políticos y a sus instituciones. Sobre el movimiento independentista es muy diáfano. “El independentismo es un populismo, sofisticado si se quiere, con una gran coordinación, y, como todos los populismos, defiende algunas verdades. Pero ha actuado con desfachatez, inventando términos, como los unionistas, con el objetivo de dividir a la sociedad catalana”.

Las verdades, para Bassets, son la falta de inversiones públicas en Cataluña, la insuficiencia del modelo de financiación, y, principalmente, “la falta de reconocimiento”, de la especificidad de una comunidad con una lengua y cultura propias.

El problema es que las respuestas no llegan. “Si no se afronta la cuestión, si sólo se considera que se puede parar con algunas inversiones, irá a más, y en poco tiempo el problema podría ser grave”. ¿Puede ganar el independentismo a medio plazo? Bassets no lo duda. “Por una cuestión generacional, porque ha faltado ese reconocimiento, sí, puede ganar de aquí a un cierto tiempo”, asegura.

Bassets insiste en la cuestión del reconocimiento. A diferencia de Juan Luís Cebrián, la editora de El País, Bassets no cree que se deba llegar a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. “La legalidad se debe aplicar, pero se debe llegar a un acuerdo político, porque el problema es político”, insiste.

Es inconcebible que no haya un consenso sobre el tratamiento de las lenguas en España

En el libro indica que “es inconcebible a estas alturas que la sociedad española no haya conseguido un mínimo consenso sobre el tratamiento y las políticas que debe recibir la diversidad de sus lenguas y culturas, reconocida de otra parte en la Constitución. Es inconcebible la inexistencia de un debate público y a la vez la irresponsable utilización exclusiva de estos materiales como munición propagandística ofensiva”.

Su idea es que Cataluña deberá votar, “pero será un referéndum constitucional o estatutario”, con la convicción de que la reforma de la Constitución se acabará produciendo, “y no sólo por el problema con Cataluña, aunque si no le sirve a Cataluña sería un fracaso”. Otra posibilidad es la vía que propone Herrero de Miñón, y que pasa por incluir una disposición adicional en la Constitución sobre Cataluña, como se hizo con Navarra. A Bassets esa vía le gusta particularmente.

El soberanismo ha querido dividir a la sociedad catalana con términos como el unionismo

Entiende que su periódico, El País, aunque muy criticado por las declaraciones de Cebrián en distintos medios, convertido en diana por parte del soberanismo, ha jugado “un papel primordial, con un enorme trabajo para ejercer de puente, para buscar soluciones”. Lo ha hecho, a su juicio, con la publicación de artículos de los principales protagonistas, el último el firmado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras.

Pero Bassets vuelve a la cuestión central, que es una de las principales “lecciones” que ofrece en su libro. Y es que España debe repartir mejor el poder. Desde la premisa de que “la nación catalana sin Barcelona no existiría”, reclama para la ciudad un papel más determinante en el conjunto de España.

Y pide mirar a Alemania, “que reparte instituciones del Estado prácticamente por todos los länder”.  En Lecciones españolas es explícito: “Cabría la posibilidad de trasladar instituciones del Estado a Barcelona, pero también se podrían trasladar a otras capitales de las principales autonomías según el modelo alemán. Madrid y la idea de la España centralizada a la francesa sufrirían, es cierto. Pero de eso es también de lo que se trata”.

Las gafas de periodista y pensador “esperanzado” se mantienen en su sitio. No se han caído. Y recuerda que en peores momentos se han buscado acercamientos. Lo ilustra con la frase de Pere Bosch Gimpera, fallecido en el exilio, que fue rector de la Universidad Autónoma de Barcelona y consejero de la Generalitat. Historiador catalán, español y mexicano, y en la noche franquista, aseguró: “España será la de todos, hecha por todos, o no será”.

El problema ahora es saber quién recoge ese guante.

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