Pyrenair: la adaptación al medio

Un emprendedor catalán crea una aerolínea con base en Huesca que transporta a aficionados al esquí desde diferentes puntos de España

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Cuando Hugo Puigdefábregas fue a vender a los touroperadores su proyecto para crear una aerolínea especializada en transportar esquiadores desde varios puntos de España hacia el Pirineo de Huesca algunos le dijeron que no había mercado. Más aún, cuando explicaba que sólo operaría a lo largo de 14 semanas durante la temporada invernal. “Me decían que un madrileño o un gallego nunca cogerían un avión para ir al Pirineo a esquiar”, comenta. Se equivocaron. Fundó su compañía, a la que bautizó Pyrenair, y realizó el primer vuelo el 14 de abril de 2007 entre Huesca, donde montó su base operativa, y La Coruña.

El primer año fue de tanteo. Se trataba de comprobar si realmente el invento era capaz de generar demanda de vuelos entre los amantes de la nieve de toda España. La aerolínea perdió dinero, pero la tendencia era buena, de forma que Pyrenair siguió volando. Este año, en cambio, la empresa que preside Puigdefábregas está a punto de inaugurar su cuarta temporada con la previsión de equilibrar por primera vez su balance.

Además de los vuelos desde Huesca a Madrid, La Coruña, Palma de Mallorca y Canarias, la nueva etapa de Pyrenair contará con una novedad. La aerolínea operará desde el aeropuerto de Lleida-Alguaire, de forma que los esquiadores de Madrid, Vigo, Lisboa y Canarias tendrán a poco más de una hora de distancia las pistas del Pirineo leridano. “Este año pondremos 5.000 asientos en Lleida y la idea es alcanzar los 16.000 o los 17.000 el año que viene”, explica Puigdefábregas.

Aerolínea sin aviones

Estas cifras serían ridículas en el caso de una aerolínea tradicional o de low cost, acostumbradas a transportar a miles de viajeros al día. Pero Pyrenair no es una compañía al uso, ni quiere serlo. De hecho, es una compañía aérea sin aviones. Sólo los alquila para realizar los vuelos programados. Además, tiene la capacidad de cambiar en 24 horas el aparato inicialmente escogido si la demanda es inferior a la prevista. “Las almas mandan y el hierro –los aviones– tiene que adaptarse. Normalmente es al revés, las compañías intentan llenar como sea sus aviones”, dice Puigdefábregas.

Sabe de lo que habla: conoce bien el sector. Antes de crear Pyrenair hizo un trabajo de campo para conocer todos los modelos de negocio existentes en el ámbito aeronáutico. “Todas las compañías cometen el mismo error: pagar para tener un avión”, asegura. Y eso, al final, acaba siendo contraproducente para su cuenta de resultados. El emprendedor considera que, en un contexto como el actual, en el sector aéreo sólo hay dos opciones para sobrevivir: “O te conviertes en un monstruo financiero, como Iberia fusionándose con British, o eres muy pequeño y ágil y tienes capacidad de reacción”.

Capital repartido

Puigdefábregas ha optado por la pequeñez y la agilidad, se ha adaptado al mundo globalizado, y de momento, sigue volando. Lo hace en una aerolínea que es una iniciativa totalmente privada. Su accionista mayoritario es la sociedad Eolus Aviación, que posee el 63% del capital. El segundo mayor socio es la promotora oscense Forcusa, que cuenta con un 25% de las acciones. La Cámara de Comercio de Aragón y la Ceos Cepyme forman parte también, aunque de forma testimonial, del capital de la empresa.

Economía Digital

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