El Santander, ante la liquidación final del fondo Banif

El próximo 13 de febrero finaliza el plazo para que los partícipes soliciten el reembolso de sus participaciones

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Los apenas 1.300 partícipes del fondo inmobiliario Santander Banif que todavía no han solicitado el reembolso de sus participaciones podrán seguir sin hacerlo, pero la entidad presidida por Emilio Botín avisa.

El miércoles 13 de febrero será el último día para solicitarlo con la garantía de cobro por las aportaciones del banco. En la próxima ventana abierta, la de octubre de 2013, la entidad ya no respaldará el pago y los reembolsos se atenderán únicamente con la liquidez que tenga el fondo, si lo tuviera.

El futuro de los activos 

En el fondo se trata de un anuncio, por parte del banco, instando a que los partícipes que quedan, esos 1.300, se vayan, y el banco, como único propietario, pueda hacer y deshacer a su antojo.

Desde la entidad comentan que se están barajando varias opciones para el futuro de estos activos, pero todavía no se ha tomado ninguna decisión. La conversión en Socimi sería una de ellas.

Tasaciones a la baja 

De los 2.213 millones de patrimonio neto con que contaba el fondo el pasado 31 de enero, unos 22 millones están todavía en manos de esos partícipes. El resto ya los acapara el Santander tras el goteo de salidas producidos, desde aquellos 51.400 partícipes que había en diciembre de 2008, cuando ese patrimonio superaba los 3.400 millones y el valor liquidativo de cada participación era de casi 1.500 millones, un 30% más de los apenas 1.100 euros que vale ahora.

En Barcelona, el lote de viviendas que Banif posee en Diagonal y La Maquinista, junto a las oficinas en Cerdanyola y Cornellá, y otros inmuebles en la zona logística del puerto, estaba valorado en 340 millones en 2008. Hoy, apenas llega a 250 millones. Cantidad que se verá reducida a lo largo de este año tras las nuevas tasaciones a la baja que deben realizarse.

Depreciación

A partir de 2008, de manera paralela a la crisis inmobiliaria, el vehículo inversor, que parecía marchar a toda máquina, empezó a calarse, y todo se vino abajo. Bajada progresiva del patrimonio, caída de las rentas, aumento de los gastos de explotación, y brutal disminución de la rentabilidad global del fondo, de casi el 30% en los últimos cuatro años. El pasado 31 de enero marcaba una depreciación interanual del 6,69%.

En febrero de 2009, ante los rumores de la depreciación de activos, se vivió el momento de más tensión cuando los partícipes del fondo solicitaron masivas órdenes de venta, equivalentes al 80% del patrimonio del fondo. Más de 2.600 millones de liquidez que, evidentemente no existía, y que obligó al fondo a congelar los reembolsos.

A cambio, el Santander se comprometía a llevar a cabo un programa ordenado de enajenación de activos, con el objetivo de realizarlos en el menor plazo posible que sea compatible con la mayor diligencia y el interés de los partícipes.
Pero no fue posible.

Importantes descuentos 

Los potenciales compradores, sabedores de la necesidad, ofrecieron descuentos por los activos muy por encima de los que el Santander habría estado dispuesto a asumir, con lo que en diciembre de 2010, a dos meses vista del plazo marcado para el reembolso, se decidía el aporte de recursos por parte del banco, mediante la suscripción de nuevas participaciones, para atender los reintegros solicitados y evitar la disolución.

Desde entonces, el agujero no ha dejado de crecer. El año pasado el Santander tuvo que aportar dotaciones de 169 millones para cubrir las necesidades del fondo.

Economía Digital

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