La expansión de Telefónica se de bruces con los portugueses

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A César Alierta le ha salido un hueso duro de roer. Tanto, que ha preferido renunciar a la aceituna. La metáfora sirve para ilustrar la renuncia de la operadora española de telecomunicaciones a tomar el control de la brasileña Vivo, controlada por Portugal Telecom. Después de casi dos meses de negociación, de una subida del precio ofertado y de la intervención de la Comisión Europea para frenar el proteccionismo del Gobierno portugués, Telefónica ha arrojado la toalla al comunicar a la CNMV que desiste de la oferta presentada después de la actitud diletante del consejo de administración de Portugal Telecom.

En la medianoche del viernes vencía el plazo dado por Telefónica a sus competidores portugueses para aceptar la oferta de 7.150 millones de euros. Los lusos, sin embargo, declinaron ese plazo. El consejo de administración de Portugal Telecom, dividido entre favorables y partidarios de vender, únicamente pedía una ampliación del plazo a los españoles. Cuando el término venció, los consejeros seguían en desacuerdo.

Portazo de los españoles
La respuesta del presidente de Telefónica ha sido inmediata. Pasada la medianoche comunicaba su firme decisión de levantarse del tablero de juego. Ahora, Alierta, al que le asiste la razón mercantil, tiene la posibilidad de deshacer la sociedad conjunta que tiene en Brasil con los portugueses y que es la tenedora de las acciones de la operadora de móviles Vivo, el codiciado objeto del deseo.

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