La inhibición de Pedro Sánchez

Sánchez transmite un mensaje de inhibición y dejación ante el estado sanitario de la nación, pasando la papeleta a las comunidades autónomas

Ahí os quedáis. Eso es lo que vino a decir Pedro Sánchez en su reaparición tras sus vacaciones palaciegas.

Después de que los expertos imaginarios nos hubieran susurrado, por boca de Salvador Illa, Fernando Simón y el propio presidente del Gobierno, que el virus iba a remitir con el calor del verano, ahora que estamos comprobando que no es así porque el Covid-19 campa por sus respetos, Sánchez se lava las manos.

Se presenta ante los medios para anunciar que descarga el peso de la gestión de la lucha contra el coronavirus en las comunidades autónomas. El titular era sugerente porque empleó el verbo «ofrecer». Sánchez ofrece apoyo y ayuda. Pero la cuestión es que en un par de meses, hemos pasado del estado de alarma a cero responsabilidad por parte de La Moncloa.

Presidentes autonómicos como el lehendakari Íñigo Urkullu le habían reclamado insistentemente, durante el mando único, que hubiera “más criterios y menos tutelas”. Y, al final, el inquilino de La Moncloa se ha quitado el peso de encima para dejar margen a Euskadi y Cataluña, por ejemplo.

Y las comunidades que deseen pedir un estado de alarma para su territorio, que lo hagan. Allá ellas. ¿Con qué medios? ¿Sin reforma jurídica? ¿Cada presidente autonómico quedará al albur de la interpretación de cada juez sobre la normativa constitucional?

El tiempo, seguramente breve, dirá si este nuevo escenario es un error más de este gobierno que luego tendrá que enmendar. Pero la sensación de que La Moncloa nos ha instalado en el desbarajuste es bastante generalizada.

Sánchez se resiste a abandonar su burbuja de propaganda

Inhibición y dejación. Esa es la imagen que acaba de transmitir un presidente más preocupado por la propaganda que por el estado sanitario de la nación. Y tan dependiente del apoyo de sus socios para seguir gobernando. De ahí que, ante su ineficacia, le pase la papeleta a las comunidades autónomas.

Ese virus que, según Sánchez, habíamos derrotado en junio, (¿recuerdan?) sigue aquí. Entonces, nos animó a ganar la calle, los comercios y las empresas. Pero ahora registramos la mayor incidencia de contagios en toda Europa. Si los países de nuestro entorno desaconsejan hacer turismo en España no es solo por lo que saben de los rebrotes sino por lo que no saben.

Tenemos un ‘montón de datos’, decía un Sánchez desbordado en la reunión telemática que mantuvo con sus colaboradores. Lo que sí se conoce es que España es ya el país con mayor incidencia de contagios. Y que el periódico norteamericano Wall Street Journal nos acaba de poner como ejemplo de “esfuerzo desperdiciado” contra el virus. Y no le falta razón.

Después de noventa días del confinamiento más duro de Europa nos encontramos ahora con las consecuencias de una mala gestión fruto de una reacción tardía y plagada de trampas e improvisaciones. La situación no está para presumir. Pero Sánchez se resiste a abandonar su burbuja de propaganda.

No responde a la pregunta de por qué la situación en España ha empeorado tanto en las últimas semanas. Prefiere alardear de los miles de pruebas PCR que se han hecho. Quizá no sabe que si un paciente, que ha estado en contacto con un positivo de Covid, solicita hacerse la prueba, no se la hacen si no presenta síntomas. Nos podrán llenar las redes de mensajes sobre los “asintomáticos”, pero ésta es la realidad.

La propaganda sigue su ruta. “Unidad”, por encima de las diferencias políticas. Sánchez lo dice sin pestañear mientras su entorno sigue poniéndole zancadillas a la presidenta de la Comunidad de Madrid que, vaya por Dios, es del PP.

Se trata de su supervivencia. Qué más dan los principios y la coherencia

Donde no se ha inhibido es para defender a su socio de Podemos que está metido en un buen lío judicial con cargos de su partido imputados por sospecha de corrupción. No se ha limitado a utilizar el comodín del respeto a los procesos judiciales. Ha ido mas allá. Lejos de dejar actuar a la justicia, libre de presiones, Sánchez enseña sus cartas.

En caso de duda, a favor de Pablo. Tiene su total apoyo y confianza. No tiene otra salida política si necesita de Podemos para seguir en la Moncloa. Otra cosa es la ética. La receta que aplicó para el PP que le sirvió para presentar su moción de censura, ahora no la utiliza.

Se trata de su supervivencia. Qué más dan los principios y la coherencia. El presidente apoya al vicepresidente cuyo partido está imputado por presunta malversación y administración desleal. Un aviso a los jueces. Para que se vayan enterando.