¡Madrileños, huid!

Sánchez y Ayuso están enzarzados en una batalla por imponer su relato que obvia el debate sanitario y cuyos perjuicios recaen entre los ciudadanos de Madrid

Si vive usted en Madrid y dispone de una casita en algún bello pueblo extremeño, manchego, riojano, o de un apartamento playero en, yo qué se, Zahara de los atunes, Torrevieja o Lastres, no se lo piense. Huya.

No, no se equivoque, no le estoy aconsejando que huya usted del virus, sino de la batalla por Madrid entre el gobierno central y el autonómico, probablemente la batalla política más cínica, tóxica e irresponsable desde que el último de los dinosaurios sucumbió ante el meteorito que cayó en el golfo de Mexico hace ya algunos añitos.

Esto no hay ya quien lo aguante, lo de la política madrileña, me refiero, en una semana hemos pasado de la foto de las banderas, ya saben la famosa rueda de prensa que Moncloa quiso presentar como La rendición de Breda y en la que los presidentes de los gobiernos implicados, Sánchez y Ayuso, salieron a comunicar con voz muy seria y engolada que habían llegado a un acuerdo sin contenido alguno, a una carrera de ratas por ver quién es capaz de culpabilizar al otro por lo mal que van las cosas.

Y para arreglarlo todo y en medio de todo este embrollo, al Gobierno de la nación en su infinita sabiduría le ha parecido que debía cambiar precisamente en este momento el nombre a una estación de tren, a lo que el ayuntamiento de la capital ha respondido cambiando el nombre a dos calles de la villa y corte.

Que después de todo esto no haya motines con barricadas en las calles es casi un milagro y la mejor muestra de lo exquisitamente cívica y paciente que es la población de la comunidad madrileña.

Y todo esto no estaría mal si la batalla entre ambos gobiernos fuese por ofrecer mejores herramientas contra la pandemia, pero olvídense, no estamos ante una batalla por la excelencia sanitaria, sino ante una batalla política de la peor ralea, una lucha descarnada por el relato que tiene como absortos rehenes a seis millones de sufridos madrileños.

No estamos ante una batalla por la excelencia sanitaria, sino en una lucha descarnada por el relato que tiene como rehenes a seis millones de madrileños

Pero vayamos a las causas de todo este lío, a las razones de este choque de trenes en medio de la meseta: El poder.

Y la cosa no es difícil de ver, en las pasadas elecciones autonómicas las diversas izquierdas mesetarias que cohabitan en territorio capitalino se las prometían muy felices: Manuela Carmena tenía casi todas las papeletas para seguir al frente del ayuntamiento mientras en la comunidad la división del centro-derecha hacía pensar que no era descabellada una mayoría progresista que llevase a Angel Gabilondo al gobierno de la comunidad autónoma.

Pero la cosa es que no sucedió ni una cosa ni otra, Carmena perdió la mayoría en la capital mientras que Isabel Díaz Ayuso lograba in extremis y contra pronóstico que el PP conservase el gobierno autonómico. Y esto a Pedro Sánchez no le sentó demasiado bien, claro.

Sánchez y su ofensiva por controlar Madrid

No le sentó bien porque toda su estrategia (o sucesión de tácticas ad nauseam) en las pasadas elecciones regionales solo tenía un objetivo, romper el espinazo del PP arrebatándole sus gobiernos estrella, los únicos gobiernos local y regional que consiguen colarse cada día en la información nacional, los de Madrid.

Y como no lo consiguió con los votos, ha decidido hacerlo ahora subido a lomos de una pandemia y aprovechando las gigantescas carencias comunicacionales del gobierno regional madrileño, el único gobierno autonómico de nuestro país que de forma incomprensible comunica al estilo de las televisiones privadas de los años 90 del pasado siglo.

Por eso les digo, sufridos ciudadanos capitalinos que si en algo aprecian sus vidas, huyan de Madrid cuanto antes, no vaya a ser que se conviertan en víctimas inocentes de la ensalada de garrotazos que va a caer en Madrid

Pues eso, como dijo Gandalf el gris a las puertas de Moria: ¡Huid insensatos!