Prueba del BMW 530e: Las berlinas clásicas siguen vivas

La versión intermedia de la gama híbrida enchufable del BMW Serie 5 ofrece una interesante autonomía eléctrica, formidables prestaciones y una buena economía de uso

Prueba del BMW 530e.

Prueba del BMW 530e. Fotos: Pablo J. Poza

Las modas son eso: modas. Sirva esta tautología o perogrullada para dejar claro que hay vida más allá de los SUVs. Una berlina clásica como este BMW 530e ofrece unas cualidades dinámicas, unas sensaciones al volante y una economía de uso que, ceteris paribus, ningún monovolumen, SUV, todocamino o crossover puede alcanzar. Pero, comencemos con las presentaciones.

Así es el BMW 530e

El actual BMW Serie 5 (G30) es la séptima generación de la berlina media-grande de BMW. Llegó al mercado a principios de 2017, por lo que se encuentra cerca del final de su ciclo comercial, lo que no le ha impedido ir actualizándose tanto en tecnología como en equipamiento y, por supuesto, en sistemas de propulsión, para mantenerse completamente vigente.

Este 530e híbrido enchufable (PHEV) es el perfecto ejemplo, ya que fue lanzado en 2017, pero recientemente ha recibido una batería con casi una tercera parte más de capacidad (acumula 11,2 kWh netos), lo que le permite homologar 60 kilómetros de autonomía puramente eléctrica, que a día de hoy es un buen valor.

Prueba del BMW 530e.

En realidad, hay que aclarar que BMW ofrece toda una familia de variantes PHEV para su Serie 5, comenzando por el 520e (204 CV), continuando por este 530e que probamos hoy (292 CV) y acabando por el 545e (394 CV). A excepción del menos potente, pueden elegirse con tracción trasera (como el de nuestra prueba) o total, así como con carrocería berlina o familiar, configuración esta última en la que no encontraremos el 545e.

Esta extensa familia de siete variantes PHEV comparte en realidad buena parte de los componentes del sistema de propulsión; de hecho, salvo el 545e, todos los demás montan diferentes versiones del motor BMW B48, un propulsor de cuatro cilindros en línea montado en posición longitudinal y sobrealimentado por un turbocompresor con doble admisión que, en el caso de nuestro protagonista, entrega 184 CV y 300 Nm.

Prueba del BMW 530e.
Prueba del BMW 530e.

Para la parte eléctrica se recurre a un motor de 109 CV y 265 Nm, que es común para todos los PHEV y que, como es habitual, puede funcionar en serie o en paralelo con el motor térmico. El par entregado por los motores (eléctrico, térmico o la suma de ambos) se desmultiplica en una caja de cambios automática de ocho relaciones, y las ruedas traseras lo canalizan al suelo. Cuando demandamos toda la potencia disponible, este BMW entrega 292 CV y 420 Nm, cifras que le permiten acelerar de cero a 100 km/h en menos de seis segundos.

Así va el BMW 530e

En la práctica, el sistema funciona de forma impecable, con una inteligencia superior a la habitual en los PHEV, ya que, si no le decimos cuál va a ser nuestro recorrido introduciéndolo en el sistema de navegación, va a decidir, por ejemplo, que es mejor emplear el motor de gasolina en autopista y reservar la carga de la batería para cuando reduzcamos la velocidad en lugar de priorizar el uso de la electricidad hasta drenar la batería como haría la inmensa mayoría de híbridos enchufables.

Prueba del BMW 530e.

Pero quizá lo mejor de este BMW 530e sea que su mayor masa (pesa unos 225 kilos más que un BMW 520i, con idéntico motor pero sin motor eléctrico ni batería) no implica que tengamos que lidiar con un comportamiento claramente más torpe o aburguesado. De hecho, como buen BMW, este 530e ofrece múltiples personalidades en función de quién lo conduzca o de cómo lo conduzca en ese determinado momento. Personalmente, me llama la atención que un automóvil que tiene la distancia entre ejes y el peso en vacío de un pick up sea capaz de mostrar una más que razonable agilidad en carreteras de montaña.

Dinámicamente, el Serie 5 es un buen BMW

Más allá de la buena puesta a punto del bastidor o el uso de componentes de calidad, la arquitectura del vehículo marca las diferencias, y es que haciendo memoria me cuesta recordar la última berlina químicamente pura que he conducido.

Prueba del BMW 530e.

El Citroën C5 X o el Peugeot 408 de los que hemos hablado días atrás son lo más parecido, pero ambos cuentan con una altura libre al suelo netamente superior y, por tanto, unas suspensiones con mayor recorrido y un centro de gravedad mucho más alto. De alguna forma, hemos asumido como “estándar” el comportamiento dinámico de los SUVs, con sus mayores inercias transversales, su peso extra o el cabeceo adicional en las frenadas y las aceleraciones fuertes inherente a unos muelles más largos, y cuando nos encontramos a bordo de una berlina convencional todas esas referencias carecen de sentido.

Así, este BMW se apoya con firmeza en las curvas, frena sin que su morro se incline apenas hacia delante y acelera con contundencia sin encabritarse y con una enorme motricidad. El tacto de su dirección es un ejemplo que muchos fabricantes deberían analizar e intentar imitar, aunque aquí, obviamente, tiene mucho peso el hecho de disociar el eje motriz del tren directriz.

Prueba del BMW 530e.
Prueba del BMW 530e.

BMW 530e: Ser dinámico no implica ser incómodo

Todo ese cúmulo de buenas sensaciones al volante no implica, además, una merma de confort respecto a cualquier SUV; al contrario. En este BMW la carrocería no sube ni baja aparatosamente cuando subestimamos el mal estado del firme del carril derecho de una autopista machacada por el paso de los camiones y por una ejecución deficiente de la obra. Y una vez más nos damos cuenta de que no son más cómodas, necesariamente, unas suspensiones más blandas, sino que el confort tiene más que ver con el diseño, la calidad y la puesta a punto de los componentes.

Prueba del BMW 530e.
Prueba del BMW 530e.

Evidentemente, la postura al volante es menos erguida que en un SUV, y la cadera de todos los ocupantes queda más cerca del suelo; vamos más tumbados, no tan sentados. Pero el BMW 530e acepta sin problemas viajes largos para cuatro ocupantes, y quizá lo que menos nos convenza sea la pequeña boca de carga del maletero, condicionada por el reducido tamaño del tercer volumen.

Obviamente, la solución es decantarse por la versión Touring, que, con su carrocería familiar, ofrece un maletero ligeramente superior pero, sobre todo, mucho más versátil gracias a la amplia apertura de su portón. En cualquier caso, BMW ha tenido que sacrificar el espacio de carga para hacer sitio a la batería, aunque también la gran habitabilidad de las plazas traseras tiene su culpa. Y si a alguien no le convence demasiado esta configuración, siempre puede optar por hacerse con un netamente más costoso BMW X5.

Prueba del BMW 530e.

Las claves del BMW 530e

  • Versión híbrida enchufable del BMW Serie 5 lanzado en 2017.
  • Esta versión lleva a la venta desde 2020.
  • Cuenta con 60 km de autonomía eléctrica.
  • Ofrece 292 CV y 420 Nm.
  • Dispone de etiqueta Cero de la DGT.
  • Hay versiones 4×4 y con carrocería familiar.
  • Dimensiones: 4,96 x 1,87 x 1,48 metros.
  • Precio desde 67.000 euros.
Pablo J. Poza