Totón Comella, la reina de la moda íntima que odia viajar

La propietaria y diseñadora de TCN, que factura 6,4 millones con exportaciones a medio mundo, se emociona al hablar de la celebración de Navidad

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Cuando llegan las vacaciones, la mayoría sueña con un gran viaje. Y si es en invierno, esa playa desierta en una isla lejana rodeada de aguas turquesas se antoja perfecta. A la mayoría, hemos dicho, excepto a Totón Comella. «Nada de nada, no me interesan ese tipo de viajes», comenta esta empresaria de éxito que dice que en estos momentos de la vida de lo que disfruta es de las reuniones íntimas. «Por trabajo viajo muchísimo, así que cuando tengo tiempo libre, prefiero quedarme en casa».  

El encuentro con Economía Digital se produce unos días antes de Navidad y Totón Comella ya se frota las manos. Una de sus grandes pasiones es cocinar y reunir a los suyos alrededor de la mesa, algo que el día 25 logra con precisión. «Somos más de 20 y quiero que todo esté perfecto», comenta sentada en la trastienda del local de TCN en la calle Maestro Nicolau. Ella dirige el convite en su casa al detalle: el menú, la decoración… hasta los manteles, que «tienen que estar muy buen planchados», dice con un brillo en los ojos.    

Estamos a día 23. Ha convocado a la prensa y amigos para brindar por las fiestas. Allí están Carmen Posadas y Marta Robles, autoras de Usted primero, un manual de buenas maneras que ya va por la tercera edición. Acompañan al equipo en la celebración navideña y Totón saluda a los invitados. Santi Millán, Roser Amills, Carles Sans… Todos charlan mientras la anfitriona saborea el momento: en cuanto termine esa pequeña celebración ella se encerrará en la cocina. «Cocinar y cocinar, esa es mi Navidad, es con lo que disfruto».

TCN, presente en medio mundo

Comella lleva desde 1986 al frente de una marca que comenzó como referente de ropa íntima, cómoda y elegante, y ahora tiene un imperio con presencia en medio mundo. 

Exportan principalmente a Francia e Italia, aunque también a Gran Bretaña, Estados Unidos, Japón y el Caribe (Saint Barth, Guadalupe, puesto que su ropa de baño triunfa en zonas cálidas). La empresa, que facturó 6,42 millones de euros en 2013, tiene además siete tiendas propias en España (tres en Barcelona, y una en Palma, Zaragoza, Valencia y Madrid).

Una de las cuestiones de las que están más orgullosos es de ser la única marca española con un córner en la sección de moda de Le Bon Marché, los almacenes de alta de gama de la Rive Gauche parisina, desde hace tres años.    

Las líneas sencillas y discretas de su ropa, además de la calidad y el precio, han hecho que sea buque insignia de la gente bien ya no sólo de Barcelona. Y esa expansión internacional es la que le provoca tener una agenda que la lleva de punta a punta del mundo. A ella, tan casera como su ropa…

La importancia de la Navidad

«El día de Navidad lo celebramos en casa, y el 26 nos vamos a la montaña y nos encerramos en la casita que nos compramos hace 25 años», comenta con entusiasmo. La casita está en La Cerdanya y dice que aunque es «enana», la llenan con amigas de sus hijas, de 20 y 22 años.

Allí las niñas empezaron a montar en bicicleta, aprendieron a esquiar… Y allí corretean ahora los perros: Brahms (un golden retriever que hace sufrir a la familia porque está muy viejito) y Lúa y Frida (dos espabilados jack russell).  

Esta casa es la primera que se compró con su marido, Josep M. Donat, encargado del área económica de TCN, empresa que fundaron juntos. «Es difícil trabajar con el marido, claro que lo es, porque en la empresa no discutes, así que lo haces al llegar a casa». Eso lo cuenta Comella con cierta culpabilidad, porque dice que sus dos hijas, Carla y Berta, no han seguido sus pasos y ‘pasan’ de la empresa porque han visto como sus padres trabajaban demasiado.

Lo dice ella, pero sus hijas están por ahí, cerquita, casi acechando. El mismo día del encuentro con la prensa, por ejemplo, Berta aparece un segundo para despedirse de su madre. Se va a comprar regalos. Berta es la que estudia ADE en la Universitat de Barcelona y Carla, Comunicación en Blanquerna.

Ambas además se preparan para pasar un año fuera, una en París y otra en Londres, ampliando sus estudios relacionados con la moda. ¿Al final caerán? «Bueno, sería lo lógico, porque además TCN es una marca joven», dice Totón con cierta esperanza.

Porque sus hijas son su mundo. Cuenta con orgullo lo bien que se lleva con las dos, cómo charlan de todo en confianza y con amigabilidad. «Hace unos días, unas amigas vinieron a casa a estudiar y en lugar de dejarlas solas, me quedé con ellas hasta las cinco de la mañana. Pero no molesté ni nada, ellas currando en lo suyo y yo en lo mío… si tenían dudas las ayudaba. Poco más. Pero esos son los mejores momentos».

Lo hace ahora con los estudios como lo hacía cuando de pequeñas las disfrazaba, les organizaba fiestas de cumpleaños o las llevaba de merienda. Y lo cuenta todo con intensidad porque es consciente de que queda poco. «Es cierto, muchos de los hijos de nuestros amigos han volado ya. Las nuestras están a punto, y nosotros tenemos que ponernos las pilas y empezar a independizarnos de nuestras hijas».

Totón

         

Totón Comella (derecha) junto a Carmen Posadas, Marta Robles y su marido Josep Maria Donat

Cambio de aires 

Se escapan de vez en cuando. Sobre todo en verano, cuando ‘desaparecen’ en Mas de Torrent durante una semana y desconectan por fin y de verdad de todo. «Es nuestra segunda casa, estamos mejor que en ningún sitio», admite Comella, quien sin embargo no puede dejar de hablar de su Llavaneras querido, donde vivieron hasta hace ocho años. La mudanza vino, claro, por cuestiones familiares. Las hijas cambiaron de escuela y los Donat Comella cambiaron de casa.  

«No me gusta la monotonía, me aburre, así que cambiar de casa fue como una pequeña aventura». Y esa casa de la calle Ganduxer se ha convertido en el hogar en el que Totón disfruta agasajando a sus invitados.  

«A los 50 me ha pasado algo curioso, me estoy reencontrando con gente que no veía desde hace años», dice Comella, «empezamos montando cenas con amigas de hace tiempo y se ha ido sumando gente y ya se están convirtiendo en cenas multitudinarias. Y sí, cómo no, los he invitado a mi casa de Llavaneras, que es muy grande y nos hemos quedado charlando hasta las tantas. Disfruto en la mesa».  

«Es exquisita», nos chiva Evelyn Fernández, su estupenda jefa de Comunicación, «ir a casa de Totón es alucinante, la decoración es perfecta y ella se encarga de todo al milímetro. Impresiona».  

Y de pronto entran ganas de irse a la montaña, esquiar un ratito y sí, claro, sentarse a la mesa con buenas viandas y mejor compañía. Olvidarse, en definitiva, del mundo. Lo que Totón Comella ha descubierto como su pasión es la de la mayoría: disfrutar de los seres queridos en la intimidad. Perdonen si nos hemos puesto cursis, serán las Navidades…

Economía Digital

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