Desmitificando el trato de favor de Madrid al Teatro Real

La principal fuente de ingresos del teatro madrileño es la venta de entradas, mientras la mitad del presupuesto del Liceu de Barcelona son subvenciones

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El Teatro Real y el Gran Teatre del Liceu son un poco como el Madrid y el Barça. Rivalidad, comparaciones odiosas y acusaciones de trato de favor de un lado a otro. Si en el terreno futbolístico, en Madrid se acuñó la expresión «villarato» para denunciar que la Federación Española de Futbol que preside Ángel María Villar jugaba, supuestamente, a favor del Barça, en el terreno operístico existe en la capital catalana una sensación de lo que podríamos llamar «ministeriato».

¿Hay trato de favor del ministerio de Cultura y, por ende, del Gobierno a favor del Teatro Real? En Cataluña existe esta sensación, a la que los responsables del Liceu han contribuido acusando al ejecutivo de Rajoy, copropietario de la institución, de no poner todo el dinero comprometido. Roger Guasch, director del Liceu, ha dicho en más de una ocasión que el Ministerio no llega al 45% de aportación pública a la que está obligado.  

Guasch también ha pedido, en una reciente entrevista en ABC, que las administraciones pongan cuatro millones para cubrir el déficit estructural del Liceu, algo que mejoraría sensiblemente su situación de tesorería y allanaría el camino para la refinanciación de su deuda, ya que los bancos no dudarían en dar el paso, como adelantó Economía Digital.  

Siete millones al Liceu  

Recurriendo a los números, ¿tiene razón la queja de los responsables del teatro barcelonés? En el último ejercicio, cerrado el pasado 31 de agosto, el primero que el Liceu cierra con beneficios en casi una década, el Gobierno puso 7,1 millones. Esto es casi un 37% del total de subvenciones que recibe, mientras, según los estatutos del teatro, debería aportar el 45%, como ha denunciado el director del teatro.

Pero no nos quedemos ahí, vayamos más a fondo. La Generalitat es la administración que más aporta al Liceu, algo más de 8 millones. Sin embargo, el ministerio se le va acercando ya que es el único de los copropietarios del teatro que ha incrementado su aportación de manera significativa en los últimos años. Sin ir más lejos, sólo dos ejercicios atrás, la Generalitat ponía 1,5 millones más que le Gobierno, diferencia que ahora se ha reducido a un millón.

El año pasado, el ministerio incrementó en más de 300.000 euros su aportación, mientras las de la Generalitat, Ayuntamiento de Barcelona y Diputación de Barcelona se mantuvieron estables o disminuyeron ligeramente. En el 2015-2016, se ha incrementado otros 200.000 euros, más que la partida del ejecutivo catalán.  

De los 19 millones que recibió de subvenciones el Liceu en el último ejercicio, 8,1 los aportó la Generalitat, 7,1 el ministerio, 2,5 el Ayuntamiento y 1,5 la Diputación. Estos 19 millones suponen el 45% del presupuesto del teatro de la Rambla, que cerró el año fiscal con 42,5 millones de ingresos.  

El Real, más rentable

¿Y qué pasa en el Real? Grosso modo, el Gobierno pone más dinero, ya que el mapa de administraciones es algo diferente, pero en proporción al presupuesto de la institución, las cantidades son similares. Eso sí, el Real depende mucho menos de las subvenciones y gana más dinero, lo que pone en cuestión el supuesto trato de favor. De hecho, no parece necesitarlo.

El teatro madrileño cerró 2015 con un superávit de medio millón de euros, tras ingresar 44,6 millones. No puede compararse el periodo con el del Liceu, ya que el Real funciona con años naturales. El presupuesto para este 2016 prevé incrementar los ingresos en 3 millones, acercándose a los 48.  

¿Quién depende más de las subvenciones?
 
Por tanto, el Real supera ligeramente al Liceu en ingresos, pero hay que ver de donde viene ese dinero. Como apuntábamos, el 45% del presupuesto del teatro barcelonés son subvenciones, por un 36% por venta de entradas, unos 15,5 millones. El resto, unos 6 millones, es mecenazgo.

La configuración de los ingresos del Real es muy distinta. Recibe menos subvenciones, sólo unos 13 millones, 6 millones menos que el Liceu a pesar de sus mayores ingresos. De este dinero, la mayoría, 9 millones, los pone el ministerio, mientras la Comunidad de Madrid aporta 3,5 millones y el Ayuntamiento unos 600.000 euros.

Es decir que sí, el ministerio pone casi dos millones más en el Real, pero éste solo tiene un 30% de dinero público en sus presupuestos, mientras en el Liceu supone cerca de la mitad, aunque el porcentaje está disminuyendo por una mayor afluencia de público a los espectáculos.    

Lo que realmente marca la diferencia  

Mirando en detalle los números, justamente la taquilla es lo que realmente marca la diferencia. El Liceu consiguió crecer en el último ejercicio de los 13,3 millones a 15,5. El Real cerró 2015 con casi 18 millones y prevé superar los 21 millones a final de año. Por tanto, la diferencia se sitúa entre cuatro y cinco millones de euros. Como anécdota –o no–, el director artístico del Real es catalán: Joan Matabosch.

Otro factor que marca la diferencia, y que es uno de los puntos débiles del Liceu a pesar de que no haya quejas en ese sentido, es el mecenazgo. Las donaciones no terminan de despegar: 5,9 millones en el último ejercicio. En el Real superan los 9 millones.

Para incrementar estos ingresos, el Liceu nombró hace un año a Salvador Alemany, presidente de Abertis, como presidente del Consejo de Mecenazgo, y creó un comité directivo que se reúne periódicamente para hacer acciones concretas con el objetivo de incentivar las donaciones. El resultado todavía está por ver: en el último año, el incremento ha sido muy modesto, de 5,8 a 5,9 millones.

En resumen, una mayor taquilla y más implicación de la sociedad civil y el mundo empresarial hacen del Real una institución menos dependiente de las subvenciones. ¿Tiene, pues, sentido, el lugar común según el cual algunos entes madrileños funcionan porque son regados con dinero público? Para el Real, parece claro que no.

Xavier Alegret

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