El brindis al sol de la primera estructura de estado catalán
La Agencia Catalana de Protección Social que Junts pel Sí ha pactado con la CUP es el resultado de reordenar lo que ya tiene transferido la Generalitat en materia de previsión, pero con otro nombre
La Agencia Catalana de Protección Social moverá un presupuesto de 32.466 millones, tendrá 200 oficinas y un gasto de personal de 130 millones. Es el resultado de reordenar lo que ya tiene transferido la Generalitat en materia de previsión, pero cambiándole el nombre y ofreciéndolo a la ciudadanía como una pieza central de las estructuras de Estado. Un brindis al sol, de hecho.
La ponencia conjunta de Junts pel Sí y CUP en el Parlament recuerda que la nueva Agencia no invade competencias del Estado en materia de previsión y seguridad social. Es decir, la nueva piedra angular de la futura Catalunya independiente, «amenaza» con gestionar las pensiones, pero no invade competencias del viejo Estado.
Litigio entre dos poderes
Los soberanistas dicen que «es la primera piedra de la Seguridad Social plenamente soberana desde el punto del ingreso y del gasto», pero lo cierto es que institucionalmente es otro organismo autónomo neutral, adaptado al angosto camino que permite el Constitucional.
Es un pretexto para seguir hablando. Se trata de un truco muy viejo; lo patentó Joan Hortalà en 1985, cuando era consejero de Industria, al crear Petrocat, la Campsa catalana o Eplicsa, el INI catalán. Y lo estilizó un consejero de Economía olvidado, como Josep Maria Culell, al crear el Institut Català de Finances (ICF), el ICO catalán, una estructura opaca que ha dado muchos disgustos a la Sindicatura de Cuentas y bastante trabajo a la Fiscalía.
Jugar al tenis sin red
Creando y frenando ilusiones, Junqueras y Montoro juegan a tenis sin red; uno tira la pelota y, mientras el otro la devuelva, hay partido. Pero en un momento determinado, el núcleo duro del Gobierno español pone la red y sanseacabó. El juego vergonzante de nuestras administraciones está levantando un muro de incomprensión tan grande en Madrid y Barcelona, que muy pronto será impenetrable.
Tal como queda ahora, la Agencia de Previsión es una estructura nueva sin contenido. De hecho, la ley catalana de Servicios Sociales de 2007, en una disposición transitoria, ya preveía la creación de una agencia que aglutinara la gestión de todas las prestaciones sobre las que tiene competencias Cataluña.
Derecho a la desconfianza
Le encargaba esa tarea al Instituto Catalán de Asistencia y Servicios Sociales (ICASS), heredero a su vez de lo transferido por parte del Estado en materia social. La nueva Agencia fue aparcada tras el último pacto presupuestario entre ERC y Convergència, que liquidó al ICASS. Pero ahora vuelve; un remake formal que dice estar dispuesto a gestionar las 169 prestaciones económicas y de servicios que existen en Cataluña.
La agencia podría entrar en funcionamiento con las ayudas que ya están transferidas, aunque se está preparando para incorporar en el futuro la gestión de las pensiones, ¡ay,ay!, que supondrán el 93% del gasto. Las clases pasivas tienen derecho a la desconfianza, cuando los que gestionarán sus dineros no pueden ni aprobar el Presupuesto de la Generalitat para este año, 2016, por la presión de un socio asambleario.
En julio del año pasado, Bienestar Social presentó el mapa de las prestaciones de Cataluña, tras años de insistencia por parte de la Oposición. El Mapa serviría para rediseñar el proyecto, basado en las funciones que reserva el proyecto de Ley de la Agencia de Previsión: «La recaudación de los recursos económicos de la Seguridad Social; la prestación de las pensiones y las otras prestaciones; el diseño actuarial y sostenible del sistema y la gestión financiera y actuarial de las reservas; la gestión del fondo de reserva e inversiones; y, finalmente, la administración de los recursos humanos y los sistemas tecnológicos».
La ponencia añade que queda por decidir «si una parte de la recaudación tendría que compartirla con la Administración tributaria».
Estado metafísico
Es decir, son las condiciones de una Seguridad Social de cualquier estado con estructuras de Bienestar, con el añadido, colado sin filtro, de que las pensiones puedan satisfacerse con dinero de los ingresos fiscales. Hay un Pacto de Toledo y un fondo de rescate para las pensiones, pero nadie ha decidido todavía si debe apelarse al dinero de los impuestos. Junqueras sí. Él prepara sus estructuras de Estado avant la lettre y parece que ya sabe de dónde sacará los recursos, antes de que el Eurogrupo entre en esta cuestión tal como se acordó en su momento.
Por lo que presume, la nueva Agencia de Previsión no será una más al uso, como la Agencia Catalana del Agua (ACA), adscrita al Departamento de Territorio y Sostenibilidad, ni tampoco será un organismo autónomo como el que dio vida a la empresa pública de infraestructuras, de infausto recuerdo.
Tampoco será un consorcio público-privado, como Fira Barcelona o el Liceu, dos obras logradas del modelo Barcelona. Con la Seguridad Social catalana estamos hablando del futuro Estado metafísico que no podrá construirse paso a paso, como quieren la menestralía convergente y el independentismo plano de ERC.