La soledad de Mas

El president mantiene sus principios cartesianos y trata de ser ajeno a las presiones, también las de su propio equipo.

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El rostro de un hombre explica muchas cosas. El rostro de un político suele explicar menos, porque de los expertos aprende técnicas de comunicación, y puede conseguir un cierto engaño en el electorado. Pero a Artur Mas eso no le ocurre. Porque no es un político al uso, con todas las virtudes y defectos que ello implica.

Mas está ante una de sus decisiones más difíciles, más trascendentales. Este jueves expresará en un almuerzo informativo en Madrid, casi con las mismas palabras, pero en castellano, un castellano fluido, correcto y preciso, la interpretación de la manifestación independentista de la Diada ofrecida en Barcelona.

Y como no es un político al uso, el mensaje será el mismo en Madrid y Barcelona, una característica de la que se vanagloria.

Lo que dirá no agradará, pero el tejido empresarial y político de Madrid premia el lenguaje directo y diáfano. Mas considera que se ha iniciado una nueva etapa política y que Catalunya debe tener estructuras de Estado, para, entre otras cosas, disponer de una Hacienda propia. Y de ello hablará con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en su entrevista del 20 de septiembre.

Callejón sín salida

Pero todo ello le puede llevar a un callejón sin salida. Ese rostro de Mas denota la presión, concentración y un cierto temor por no elegir el camino correcto.

Mas, educado en el Liceo francés, tiene una formación cartesiana. Es un hombre racional. Por ello, los que le tratan habitualmente destacan de él una honestidad intelectual a prueba de bomba. De hecho, a Mas no le gustan los políticos más tradicionales, ni tampoco los hombres de negocios, que pactan, que ceden para ganar después, que aceptan componendas, que pueden tracionar, si es necesario, sus propios principios.

El escritor Javier Cercas traza una exquisita definición del político, en contraposición, o como complemento, al hombre honesto. ¿Un hombre honesto, puede ser también un buen político? Las características del buen político pueden ir por otros derroteros, porque lo que se le pide son resultados que sean buenos para el conjunto de una sociedad. En Anatomía de un instante analiza esa cuestión para explicar el comportamiento de Adolfo Suárez durante la Transición.

Lucha consigo mismo

Por tanto, la lucha interna de Mas es grande. Diversas fuentes aseguran que Mas está excesivamente concentrado en sí mismo, pese a que dispone de un equipo fiel, que le ha apoyado desde hace muchos años, desde que el entorno de los hijos de Jordi Pujol considerara que podía ser el relevo del viejo president. Dirigentes como Germà Gordó, Francesc Homs, o el propio Oriol Pujol, y David Madí, con más o menos diferencias entre ellos, están al lado de Mas.

Pero Mas quiere decidir en solitario. No quiere equivocarse, a pesar de que el entorno nacionalista, que se expresa con pasión en las redes sociales, considere ya que será el president que llevará a Catalunya a ser un estado independiente en el marco de la Unión Europea.

Octubre de 1934

Mas es consciente de que puede pasar a la Historia con mayúsculas, pero también sabe lo que ocurrió en octubre de 1934, tras la declaración de la República catalana de Companys. En su libro Abans del sis d’octubre, el abogado Amadeu Hurtado, que había negociado con el Gobierno español en nombre de la Generalitat, escribía cosas como las siguientes sobre una concentración ante el Parlament con gran ironía:
 
“Los que han acudido hoy ante el Parlament han pasado una tarde estupenda. Han proclamado la República catalana, han declarado y han hecho la guerra a la República española, la han ganado, han pactado la paz y han dejado las cosas como antes. (…) Pueblo magnífico!”.

Mas está tratando de reconducir la manifestación, con la idea de que le sirva para lograr el pacto fiscal, pero no está claro que el mandato independentista mostrado en la manifestación se quede en esa cuestión.

En el horizonte inmediato Mas podría convocar elecciones anticipadas, y dejar claro que CiU ha cambiado el discurso y propone abiertamente la independencia.

Es lo que desea el PSC, que cada uno, ahora ya sí, defina sus posiciones.

Mas lo analiza en solitario. Y tomará una decisión.

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