Ocho experiencias que solo podrás vivir en Nápoles (y sin tener que ir a Pompeya)
Con el Vesubio siempre presente, el espíritu caótico y alegre de Nápoles se puede atrapar de otra manera con estas propuestas

El Vesubio, siempre presente. Foto Zsolt Cserna – Unsplash
Sus calles parecen no entender el concepto de orden, las motos se cuelan en espacios imposibles, las paredes desconchadas están por todos lados, los conductores ni saben que hay leyes de tránsito y cuidado si no te salpicas con el agua de la ropa que cuelga.
Y sin embargo Nápoles es una ciudad encantadora.
Se dice que quien no haya visitado la ciudad más importante del sur de Italia no ha visto la verdadera esencia del país. Es posible. Con el Vesubio siempre presente, en sus calles de cuestas imposibles y en las grandes avenidas conviven lo religioso y lo profano, el orgullo del sur y el resentimiento ante el norte, la pasión por el fútbol y una gastronomía inolvidable.
Ver bien Nápoles requiere de al menos cuatro días. Es que no es cuestión de pasar un par de minutos por un barrio y ya está: hay que caminar por sus calles, subir a sus miradores, entrar en las iglesias barrocas y tratar de entender, entre risas y gestos, a los napolitanos en las trattorias y pizzerías.
Esta vez vamos a excluir a Pompeya, la Costa Amalfitana y otros atractivos de los alrededores, y vamos a ver qué sugieren guías como 52 Escapadas para descubrir Europa (Trotamundos Routard) para ver en esta ciudad, donde lo mejor y peor de Italia se amplifica.
Perderse por las calles del barrio español
La avenida Scappanpoli divide el norte del sur de la ciudad, y recorrerla es descubrir una ciudad donde fastuosas iglesias comparten pared con elegantes palacios al lado de decadentes bloques de viviendas.
En Nápoles fastuosos palacios e iglesias barrocas conviven pared de por medio con bloques de viviendas que están a punto de venirse abajo
Animarse a subir las escaleras por los vicoli de los Quartieri Spagnoli (barrios españoles) es toparse con pequeños comercios con sus escaparates detenidos en el tiempo, pizzerías que mantienen la tradición napolitana a rajatabla y mercados donde entre gritos todo el mundo se entiende. O al menos lo intentan.
Descubrir el sexo en la antigüedad
El Museo Arqueológico de Nápoles es uno de los más importantes de su tipo en el mundo, y uno de los espacios más curiosos es el gabinete que muestra frescos y estatuas sobre la vida sexual de los antiguos romanos.
Hace 2.000 años el sexo no era tabú, y las representaciones artísticas de posiciones y los hombres con falos enormes eran usadas con fines iniciáticos y religiosos.
Además de ver estas curiosas obras, se puede conocer el fabuloso patrimonio obtenido de la antigua Pompeya, Herculano y otras villas de la región.
Conocer la Nápoles subterránea
Hay una Nápoles oculta a la vista, la que ha quedado enterrada por los siglos de historia.
En los recorridos de Napoli Sotterranea se pueden descubrir restos del acueducto de Augusto que está a 40 metros de profundidad, parte de un teatro grecorromano en el sótano de una casa, catacumbas usadas como refugio en la Segunda Guerra Mundial o fragmentos de una muralla griega debajo del claustro de San Lorenzo Maggiore.
Atrapar las mejores panorámicas del Vesubio
Casi desde cualquier ángulo de Nápoles se divisa el Vesubio, pero uno de los lugares que se pueden ver con todo su esplendor es en la colina de Vomero, donde está la cartuja de San Marino, del siglo XV.
En una cueva artificial se exhibe un pesebre que recuerda la potente tradición de estas representaciones religiosas, donde todos los personajes del nacimiento de Cristo están vestidos como si estuvieran en pleno siglo XVIII.
Perderse en el Palacio Real de Caserta
Celosos ante el esplendor de Versalles, Carlos VII de la casa de Borbón-Dos Sicilias mandó construir a mediados del s.XVIII un gigantesco palacio barroco donde no escatimaron en gastos.
El palacio de Caserta había sido construido para competir con el de Versalles. Es una gigantesca finca de 1.200 habitaciones de un recargado estilo barroco
Con 1.200 habitaciones, 34 escaleras, 143 ventanas solo en la fachada principal, su interior derrocha un exceso de lujo con cascadas de cristal, estuco, cerámicas, etcétera.
A pesar de lo recargada de la decoración, es un lugar que hay que visitar y encontrar sorpresas como el Belén con más de 1.200 personajes o su biblioteca.
Probar las maravillas de la gastronomía napolitana
Imposible decidirse por un sitio para probar la auténtica pizza napolitana, pero hay sitios como los cercanos a la estación de trenes que por alguna razón siempre están llenos de gente.
Para honrar la tradición, hay que comer la margherita de pie, doblando la porción como un pañuelo.
Otros manjares autóctonos son las crocché, las croquetas de mozzarella, los arancini o la sfoglatiella, un dulce en forma de concha o media luna de masa de hojaldre o pasta brisa, rellena de ricota, canela, vainilla y piel de naranja. Y por supuesto, el limoncello, elaborado en las fincas de Sorrento, Salerno y otros pueblos de la Costa Amalfitana.
Comprar en la Vía Toledo
Esta larga calle, que va desde la Piazza Dante hasta la semicircular Piazza del Plebiscito es la arteria comercial más activa de la ciudad, buscada por los napolitanos que realizan la tradicional passegiata por los visitantes en búsqueda de las mejores prendas de la moda italiana.
Estas se pueden encontrar en las tiendas de la galería Umberto, en la Via Chiaia o en la exclusiva Via dei Mille, así como alrededor de la Piazza Vanvitelli.