Si vas a Calatayud, pregunta por sus vinos
Pasear por las viñas, catar vinos y visitar bodegas sí, pero la Ruta del Vino de Calatayud permite también disfrutar de excelentes restaurantes y alojamientos increíbles, arte, museos, originales fiestas y pueblos con encanto

Ruta del Vino de Calatayud. Foto: Jordi Català.
Hace ya tiempo que el enoturismo no es solo pasear por las viñas, catar vinos y visitar bodegas, que también. El concepto, mucho más amplio, permite disfrutar de restaurantes y alojamientos increíbles, de ciudades, pueblos y gentes, de arte, fiestas y folclore, de guías excepcionales e innumerables experiencias que giran alrededor de un ‘ente vitivinícola’ como puede ser una Denominación de Origen, en este caso la que engloba a la ‘Ciudad de la Dolores’ y su comarca: la D.O.P. Calatayud.
De ruta por Calatayud
Calatayud, la antigua Bílbilis romana y la Qal’at Ayyub sarracena, es el punto de partida de la Ruta del Vino de Calatayud, una de las 36 que existen actualmente en nuestro país y que forman de la marca Rutas del Vino de España.
A apenas 25 minutos de Zaragoza y a 55 de Madrid, bien comunicada por carretera (A2) y por tren, es la cuarta en población de Aragón y la segunda de la provincia de Zaragoza, siendo la capital de la comarca más grande de Aragón.
Calatayud es también la tierra en la que nació el escritor del Siglo de Oro Baltasar Gracián y posee una gran riqueza patrimonial, empezando por el arte mudéjar (Patrimonio de la Humanidad, UNESCO), además de grandes recursos naturales con doce espacios protegidos (forma parte de la Red Natura 2000).
El Monasterio de Piedra, balnearios de aguas mineromedicinales, paisajes, bodegas, hoteles, restaurantes y un campo de golf, pero también rutas de senderismo, ciclismo y BTT, se cuentan entre sus atractivos.
Calatayud y el vino
Aunque la D.O.P. Calatayud nació en 1989, se hace vino en esta zona desde el siglo II a.C. (lagar en Segeda celtíbera) y se ha encontrado una primera referencia escrita del siglo I, del escritor bilbilitano Marco Valerio Marcial.
La variedad reina enla zona es la garnacha tinta, con muchas viñas mayores de 50 años (viñas viejas). Además, se cultivan otras uvas tintas como la tempranillo, syrah, mazuela, merlot, cabernet sauvignon, y monastrell.
La garnacha tinta es la reina de la D.O. Calatayud, con muchas viñas viejas (de más de 50 años)
También variedades blancas, entre ellas viura, garnacha blanca, malvasía, chardonnay y gewürztraminer.
El Museo de la Dolores
Una visita con el vino con el hilo conductor bien puede comenzar en el Museo de la Dolores, que no solo se ubica en uno de los edificios civiles más antiguos de Calatayud y que revive la historia de este famoso personaje, protagonista de coplas, películas, zarzuelas, óperas y libros, sino también porque aquí se organizan catas de la D.O.P Calatayud como fórmula para divulgar el conocimiento sobre el cultivo de la vid y la elaboración del vino, con información interactiva, paneles y videoproyecciones.
Otras buenas referencias para conocer la elaboración de vino en esta zona las encontramos en Bodegas Raíces Ibéricas y Castillo de Maluenda en Maluenda; Bodegas Esteban Castejón en Ibdes; y Bodegas Langa, donde se pueden descubrir y explorar los viñedos.
Muy cerca, en Belmonte de Gracián, Bodegas Lugus ha diseñado un original Paseo entre las viñas, mientras que Bodegas San Alejandro, en Miedes de Aragón, propone otra forma de acercarse a la cultura vitivinícola con el Espacio La Cocina de Baltasar y su Teatro de la Naturaleza y los Sentidos, una exposición alrededor del mundo del vino, o bien experimentando a ser enólogo por un día.
Bizcochos, chocolate y frutas confitadas
En el terreno gastronómico, y aunque los dulces de Calatayud -destacando los bizcochos y las frutas confitadas- son muy apreciados, destaca de especial manera el chocolate. Y es que aquí se elaboró, concretamente en el Monasterio de Piedra, este delicioso manjar venido de América por primera vez en Europa.
Calatayud ofrece otros tesoros gastronómicos como sus frutas y verduras -entre las que destaca la borraja- o el prestigioso ternasco.
Su plato más tradicional, el congrio con garbanzos, tiene detrás una historia curiosa ya que su elaboración radica en una tradición de intercambio comercial con Galicia establecida muchos siglos atrás.
La restauración de alto nivel se puede saborear en el Mesón de la Dolores, La Cocina de Baltasar (Bodega San Alejandro), el Castillo de Ayud, Restaurante Balneario de Alhama de Aragón, Restaurante Balneario Sicilia, Casa Escartín, y Monasterio de Piedra hotel y spa, entre otros.
De pinturas rupestres a arte mudéjar
Historia, arte, cultura y naturaleza se funden en una perfecta simbiosis en la comarca de Calatayud, punto de encuentro de distintas culturas.
Siguiendo una línea cronológica, no hay que perderse las pinturas rupestres del Barranco de la Hoz Seca de Jaraba; pero tampoco la mítica Segeda, la ciudad que provocó que Roma alterase su calendario y el año se iniciase el 1 de enero.
Por supuesto, es parada imprescindible el Museo de Calatayud, donde conocer el devenir de la romana ciudad de Bíbilis.
En la comarca de Calatayud se encuentra Segeda, la ciudad que provocó que Roma alterase su calendario y el año se iniciase el 1 de enero
De los musulmanes en el siglo VIII es el conjunto fortificado islámico de Calatayud, el más grande del Al-Andalus compuesto por cinco castillos: De Ayub o Mayor, De la Torremocha, De Doña Martina o de D. Álvaro, De la Peña y el Del Reloj.
También existe una importante huella judía que aún se percibe en la judería y la sinagoga de Calatayud.
La localidad de Maluenda es un punto destacado en la Ruta Camino del Cid y, también en la comarca, hay que visitar los castillos construidos entre los siglos XII al XIV para fortificar las fronteras con Castilla en Miedes, Alhama de Aragón, Bijuesca, Berdejo, Villarroya de la Sierra, Arándiga o Nuévalos.
En el siglo XV surge un estilo fusión islámica y cristiana, el mudéjar, presente en la torre, ábside y claustro de la Colegiata de Santa María de Calatayud, o las torres de Santa María de Ateca, y las iglesias de San Andrés y San Pedro de los Francos de Calatayud.
El Renacimiento por su parte se plasma en la espectacular portada de alabastro de la Colegiata de Santa María, o en Fuentes de Jiloca e Ibdes (con la primera copia en España del Juicio final de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel).
El barroco está presente en el Santo Misterio en Aniñón, La Virgen de la Peana en Ateca, la Virgen de Malanca en Torrelapaja, la Virgen de La Esperanza en Bubierca o ya en Calatayud la Colegiata del Santo Sepulcro, y la iglesia de San Juan.
De especial interés es la Plaza de España de Calatayud, con sus irregulares pórticos y alguna columna de la romana Bílbilis.
Monasterio de Piedra
Y ningún viaje por la zona estaría completo sin el Monasterio de Piedra, con su espacio natural plagado de vegetación e impactantes saltos de agua.
El recorrido, de dos horas y media, es un regalo para los sentidos que se complementa con el impresionante monasterio cisterciense con claustro, iglesia y dependencias visitables, en cuya cocina se elaboró el primer chocolate en Europa y en donde está el Museo del Vino de la D.O. Calatayud y en su ampliación barroca, la actual hospedería y spa.
El agua también es protagonista en los balnearios, que se remontan a tiempos de los romanos, cuando el ínclito poeta local (y universal) Marcial, alababa sus propiedades de placer y salud.
El Balneario Alhama de Aragón aplica generosamente la vinoterapia para combatir el envejecimiento y sus achaques y propone varios programas: baño de vino, exfoliación e hidratación con vino, facial de vino y envoltura en vino, para disfrutar de los beneficios de la uva.
El otro gran espacio termal de la ruta, el Balneario Sicilia, ofrece también diversos programas como masaje relax al aceite de pepita de uva, tratamiento corporal de uva roja o su recorrido termal ibéricos y vino.
En la comarca de Calatayud tienen lugar 8 de las 11 Fiestas de Interés Turístico en Aragón, fiestas típicas y populares, entre las que cabe destacar las de: San Roque en Calatayud, las fiestas de invierno como la de San Blas; las romerías primaverales; la mayúscula Semana Santa, sobresaliendo las de Calatayud, Ibdes, Jaraba, Ateca y Torrijo de la Cañada; y sin olvidar las ancestrales Contradanza de Cetina, y la Máscara de Ateca.