Sóller, un paseo por la joya modernista de Mallorca

Tras llegar en el nostálgico Tren de Sóller, este pueblo mallorquín sorprende con su abultado patrimonio de edificios modernistas y art-nouveau

Iglesia de Sant Bartomeu en Sóller. Foto: Mateu Bennassar | Archivo AETIB.

Comprar un billete para el tren de Sóller es la vía más directa para viajar atrás en el tiempo. El convoy de vagones de madera, que desde hace 100 años traquetea rumbo al corazón de la Sierra de Tramuntana en Mallorca, transporta a un pasado deslumbrante de maderas lacadas, apliques dorados y asientos de cuero, de edificios modernistas y decoraciones art-nouveau.

En los apenas 27,3 kilómetros que separan Palma y Sóller, y que se recorren en una hora en este ferrocarril, se deja atrás el presente para acercarse a una Mallorca del pasado, de carácter agrícola y tradicional, de paisajes de olivos y huertas de naranjos y limoneros encajados entre montañas como la Sierra d’Alfàbia, Es Cornadors, L’Ofre y la imponente mola del Puig del Migdia, que preside majestuosa la espectacular panorámica.

También a una época de pujante progreso en Sóller, nacido de la emigración y una floreciente actividad comercial con Francia, a donde se exportaban naranjas y de donde se importaban gustos estéticos y corrientes como el art nouveau.

Este ferrocarril de Mallorca inició su andadura en 1912. Foto: Tren de Sóller

La fiebre modernista que reinaba en Europa a finales del siglo XIX caló también en esta hermosa localidad, donde arquitectos como el discípulo de Antoni Gaudí Joan Rubió y Bellver o Antoni Castanyer construyeron verdaderas maravillas que van de la emblemática Iglesia de San Bartolomé al Banco de Sóller, pasando por casales como Ca la Nena, Can Moyana y Can Massana, el museo modernista Can Prunera o el enigmático Cementerio de Sóller y su colección de esculturas modernistas.

Un paseo modernista por Sóller

La primera parada de la ruta está en la propia estación donde el tren de Sóller da su pitido final, el gran casal de Can Mayol. Del siglo XVII, fue en el correr de los siglos fortificación defensiva, fábrica y hostal, entre otros, pese a lo cual siempre logró conservar su carácter tradicional.

La sorpresa, en la planta baja, viene en forma de las salas de exposición Miró y Picasso, de la Fundación Tren del Arte, con obras originales de estos dos artistas universales que pueden visitarse gratuitamente durante todo el año.

Estación de Sóller. Foto: Kiko Frechoso | Pixabay.

Mientras en la sala Picasso la muestra se centra en su trabajo en cerámica, con alrededor de 50 obras de escenas mitológicas, naturalezas femeninas y sus clásicas tauromaquias, en la de Miró -cuyo abuelo materno era de origen sollerico- se exponen 35 grabados pertenecientes a las series Gaudí (1979) y Lapidari (1971).

Continuamos camino hacia la Plaza de la Constitución, epicentro de la ciudad, presidida por el edificio del Ayuntamiento y por los edificios que han colocado Sóller en la ruta del modernismo internacional: la iglesia de San Bartolomé y el Banco de Sóller.

Iglesia de San Bartolomé

Nacido como un pequeño templo gótico tras la conquista de Mallorca por Jaime I, la iglesia de San Bartolomé fue sucesivamente transformada hasta sumar la impresionante fachada modernista que la hace única en Mallorca, obra del discípulo de Gaudí Joan Rubió y Bellver.

Iglesia de Sant Bartomeu en Sóller. Foto: Pixabay.

La fachada del Banco de Sóller, nacido a finales del siglo XIX con el objetivo de captar el capital de los emigrantes de Sóller que habían hecho fortuna en Francia y Puerto Rico, forma conjunto con la de la iglesia y es obra del mismo arquitecto Rubió..

En los alrededores de la plaza, calles estrechas y empedradas despliegan su encanto, con paradas como el Mercado municipal de productos frescos, y el etnológico Museo de Sóller, en la Calle del Mar.

Museo Can Prunera

Otro magnífico ejemplo del modernismo mallorquín, con una importante colección de arte, lo encontramos en el Museo Can Prunera.

Foto: Museo Can Prunera.

Se ubica en un edificio construido entre 1904 y 1911 atribuido a también a Rubió. Destaca por la rica decoración de su fachada con guirnaldas esculpidas, las formas ondulantes de las ventanas y el balcón de hierro forjado, así como las vidrieras y los suelos de decoraciones florales.

Su interior integra el mobiliario original de la vivienda y una colección de arte de los siglos XIX y XX con obras de Joan Miró, Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Klee, Fernand Léger, Maurice Vlaminck y Miquel Barceló.

Foto: Museo Can Prunera.

Mansiones modernistas

Cuando en 1865 una plaga acabó con los naranjos y limoneros del valle de Sóller, muchos de sus habitantes se vieron obligados a emigrar Francia o Latinoamérica (muchos a Puerto Rico) en busca de fortuna. A principios del siglo XX, muchos de estos sollericos regresaron con los bolsillos llenos y ganas de demostrar su poderío económico.

Para ello, levantaron imponentes mansiones que navegan entre el art nouveau francés y el estilo colonial importado de América del Sur. Es el caso de las casas modernistas Can Magranet y Can Felet, ambas en la calle Gran Vía.

En el número 10 de esta misma calle está el casal de Can Cremat, también llamado Ca Dona Paula Casesnoves, de estilo colonial o como una mezcla ecléctica de barroco italiano y clasicismo francés por su pórtico y terraza llenos de adornos y elementos decorativos.

Enlos números 27 y 29 de la Gran Vía de Sóller encontramos Can Rebassa y Can Batlet, respectivamente. Ambos edificios destacan por la verja con ornamentación floral de estilo modernista que los rodea.

También de Can Moratal, con su espléndido jardín de palmeras y Can Bardí, esta en el Carrer de la Lluna, son otros dos ejemplos de casas señoriales.

Un café modernista en Sóller

Incluso tomar un café en un ambiente modernista es aún posible en Sóller, concretamente en el Café Scholl (Carrer de la Victòria 11 Maig, 9).

Foto: Cafe-Bistro Scholl.

Decorado al modo de los cafés vieneses clásicos, el lugar es famoso por sus tartas caseras, como las de naranja y el pastel de chocolate, sus zumos ecológicos y su té helado, además de una buena carta de ensaladas frescas y platos vegetarianos.

Un cementerio que merece una visita

Además de cementerio, el de Son Sang de Sóller es también un jardín lleno de platas, flores y delicadas estatuas firmadas por artistas de renombre, lo que lo convierte en un museo de escultura funeraria.

Situado sobre una colina que regala buenas panorámicas de Sóller, es un cementerio tan enigmático como bello, con un considerable repertorio de tumbas, panteones y monumentos, principalmente de estética modernista que llevan el sello de artistas como el escultor Josep Llimona.

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