Arlanza: los desconocidos vinos castellanos que urge descubrir

Con el sello de la pequeña D. O. Arlanza, entre Burgos y Palencia se elaboran estos vinos que, cuando se prueban, ya no se olvidan

Arlanza, vinos tan desconocidos como interesantes.

En el centro de la provincia de Burgos y sureste de Palencia, en el valle del río Arlanza hasta su confluencia con el Pisuerga, la vid se cultiva desde el siglo VII, aunque es en el siglo X cuando existen reseñas históricas de la existencia de viñedos en manos de monasterio como el de Silos.

También está documentada la adquisición, en el siglo XII, de viñedos cercanos al Arlanza por el monasterio de Santa María de Bujedo de Juarros y así estas comunidades de religiosos fueron desarrollando las virtudes de las uvas de esta región.

En torno al Arlanza siempre hubo pequeñas parcelas con viñas en los siglos posteriores. La filoxera, a principios del siglo XX, también golpeó la zona, obligando al arranque de la totalidad del viñedo existente y a su replantación, que se completó en 1920.

Sin embargo, fue en los años 50 del siglo pasado cuando el éxodo rural debido a la gran expansión industrial que demandaba abundante mano de obra dejó estos campos sin manos que se ocupasen de sus uvas.

En Arlanza se hacen grandes vinos de guarda. Foto: D.O. Arlanza.

D. O. Arlanza

La recuperación de la viticultura y la aventura de la creación de una pequeña Denominación de Origen, enclavada entre gigantes como Rioja y Ribera del Duero, se deberá a un grupo entusiasta, la Comisión Gestora de la Ribera del Arlanza, que en 1995 se propuso recuperar la tradición vitivinícola de este territorio.

Desconocida, pero capaz de producir grandes vinos, sus esfuerzos llevan a la Junta de Castilla y León a conceder la mención ‘Vino de la Tierra Ribera del Arlanza’ y, posteriormente, en el 2007, la Denominación de Origen Arlanza. Así casi dos decenios de duros trabajos para recuperar viñedos y vinos obtuvieron su recompensa.

La D. O. Arlanza, como su nombre indica, está presidida por el río Arlanza que atraviesa tierras de viñas y campos de cereales y girasoles, y por los numerosos afluentes que surcan parajes de un riquísimo patrimonio natural e histórico.

El territorio del Arlanza. Infografía: Jordi Català.

A unos 40 kilómetros al sur de la capital burgalesa y al este de la ciudad de Palencia, entre las dos provincias ocupa 67 municipios (54 burgaleses y 13 palentinos) y está salpicada de bellísimas localidades cargadas de historia y patrimonio cultural como son Covarrubias, Lerma, Torquemada, Santa María del Campo, Villarodrigo, Baltanás y Santo Domingo de Silos.

En este territorio existen lugares muy especiales para practicar el enoturismo, con espacios de gran interés cultural y turístico como son Lerma y su conjunto histórico; la abadía benedictina de Santo Domingo de Silos; y Covarrubias, uno de los mejores exponentes de la arquitectura popular castellana.

Tampoco hay que perderse Santa María del Campo, con sus arcos y nobles piedras y la iglesia de la Asunción; Mahamud y su plaza mayor; la Sierra de Covarrubias, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda; la roca cortada a tajo de un desfiladero como el de la Yecla de singular belleza; los vastos páramos del Cerrato; ni, por supuesto, el llamativo barrio de bodegas de Baltanás, un cerro completamente horadado que guarda bajo la superficie más de 300 bodegas subterráneas excavadas, en su mayor parte, en el siglo XVI.

Barrio de Bodegas de Baltanás. Foto: D.O. Arlanza.

Clima y suelo, viñas y uvas

Los viñedos de la DO de Arlanza ocupan una extensión de más de 450 hectáreas, muy poco comparado con las dimensiones de sus colosales vecinos, y se reparten entre los valles medio y alto de los ríos Arlanza y Arlanzón.

Las tierras, preferentemente de cantos rodados, son muy pobres y están limitadas entre la sierra y los páramos, en donde se pueden encontrar viñedos viejos cultivados en vaso, algunos a gran altura, y generalmente alejados de la vista, recónditos, y ocultos entre los bosques o entre las campiñas de cerezos y lejos de las modernas vías de comunicación que atraviesan esa región como son la A1 y la N-622.

El clima está condicionado por una altura media sobre el mar que es superior a los 800 metros y puede llegar a los 1.000, y por el aislamiento que ofrecen las montañas, sin influencia marítima.

La tinta del país es la variedad reina. Foto: D.O. Arlanza.

Se caracteriza por climas extremos con rigurosos y largos inviernos y veranos muy áridos con escasas precipitaciones y grandes oscilaciones térmicas entre el calor del día y el frío de la noche, que hacen que las variedades tempranillo, también conocida como tinta del país, ofrezcan resultados muy distintos a sus semejantes del resto de Castilla y León.

Variedades más representativas

Entre las variedades tintas autóctonas se encuentran la mencionada tinta del país, tempranillo o tinto fino, que es la variedad principal con el 95% del total.

Además, se da la garnacha, un 3,2% de la superficie, que sirve en su mayoría para elaborar vinos rosados debido a su expresividad; y la mencía, una las variedades complementarias, con el 0,6% del total.

En cuanto a las blancas, albillo y viura, que apenas suman un 1,0% del total, y se emplean para hacer rosados y blancos.

Los vinos de la D. O. Arlanza son principalmente tintos, y gran parte de ellos se destinan a envejecer en barricas de roble en las mismas condiciones que los crianzas y reservas de las Denominaciones de Origen vecinas.

Top de vinos Arlanza I. Infografía: Jordi Català.

También se elaboran rosados a partir de las variedades tintas y blancas.

Vinos Arlanza que hay que descubrir

El perfil organoléptico de los blancos de Arlanza es: color amarillo pajizo, limpios y brillantes; aromas frutales, francos y limpios; y en boca son sabrosos y equilibrados.

El perfil organoléptico de los rosados, que se elaboran con un mínimo del 50% de la uva tinta del país complementada con uvas tintas y blancas es: color rosa fresa, limpios y brillantes; intensos aromas frutales con notas de mora, frambuesas y grosellas; y en boca estructura media, sabrosos, vivos y llenos de sabor.

En cuanto a los tintos jóvenes, elaborados básicamente con la uva tinto fino es, se muestran de color rojo picota intenso con ribetes y brillos violáceos; aromas frutales potentes a frutos silvestres; boca muy amplia, acidez equilibrada, muy sabrosos y un poco tánicos.

Top de vinos Arlanza II. Infografía: Jordi Català.

Los tintos de crianza se envejecen durante más de dos años, con seis meses mínimo en barricas de roble. Son vinos de color rojo cereza y aromas frutales y de maderas debido a su crianza en roble, y presentan una equilibrada acidez en boca.

Los tintos reserva permanecen en barrica de roble (duración mínima dos años) y en botella durante un mínimo de tres años. Presentan color rojo picota con matices rubí y también ladrillo y teja. Tienen una riqueza aromática compleja y madura por su envejecimiento doble en madera y en botella, y en boca son muy equilibrados y exquisitamente afinados.

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