La llegada de la mejor cocina japonesa a Sarrià

El grupo Nomo celebra sus diez años de vida con la apertura del Nomo Sarrià, donde el sushiman Naoyuki Haginoya despliega su maestría en los platos orientales

En diez años pueden pasar muchas cosas. Sino, que lo diga el Grupo Nomo, que una década atrás abría su primer local, y ahora es uno de los grupos de restauración especializado en gastronomía japonesa más importantes. Para festejar, han inaugurado el tercer restaurante de la cadena en Barcelona y el quinto en Cataluña: se trata de Nomo Sarrià, que se integra al elenco de Nomo Gràcia y Kuo, y al Far Nomo y Jani, en Llafranc. Y sin olvidar la tienda Nomomoto de take away & delivery.

Los hermanos Borja y Juan Molina-Martell, junto a Ramón Jiménez, fueron los emprendedores que se unieron en 2007 al sushiman Naoyuki Haginoya, para abrir el primer restaurante nipón que transmitiera fielmente esa gastronomía milenaria.

Un rincón de Tokio en Sarrià

El espacio para la sucursal en Sarrià ha sido como un regalo del destino, al hallar una elegante una finca del siglo XIX. Es una casa de la alta burguesía barcelonesa de dos plantas. La principal, con los correspondientes techos altos, se divide en diversas estancias con personalidad propia, junto a una exhuberante vegetación, y un dominio de la madera que le da un elegante punto de calidez.

Dispone de un reservado que conserva la chimenea original, así como el original pozo del patio interior. La otra planta, subterránea, hace las veces de coctelería y comedor privado para grupos, y que guarda celosamente un pasadizo secreto hasta la cercana iglesia de Sarrià.
Bandeja especial de sushi  sashimi, makis y nigirs
Bandeja especial de sushi, sashimi, makis y nigirs

La delicada exhibición de sabores del chef Haginoya

El chef ejecutivo Naoyuki Haginoya ha ampliado su carta de fusión de platos mediterráneo-japoneses, en donde se basa en ingredientes locales pero con todo el sabor del país del Sol Naciente. La bodega está a la altura con vinos catalanes, canarios y neozelandeses, de corte biodinámicos o ecológicos, pensados para un matrimonio indisoluble con los diferentes platos de la carta.

Entre los platos degustados podemos citar en los entrantes al spicy tataki de atún con salsa de jalapeño y el tartar de calamar con yema de huevo y hoja de wasabi; intenso pero sumamente interesante.

tataki de rubia gallega
Tataki de vaca rubia gallega

Entre los platos, desfilaron el pulpo a la brasa con mochis de patata y mayonesa picante, un canelón de toro relleno de crema de aguacate con huevas de salmón, hoja de wasabi y aceite de trufa (aviso a navegantes: es muy adictivo) y un tataki de salmonete con tirabeques al wok, salsa ponzu y hojas de wasabi.

Los sushis se exhibieron con una bandeja especial con una selección de temporada de sashimi, makis y nigiris, y la destreza de Haginoya culminó con un futomaki de carabinero a la brasa con curry y un tataki de vaca rubia gallega.

Tataki de salmonete
Tataki de salmonete

Como cierre ante este despliegue de sabores orientales, hemos conocido el nigiri de brie flambeado con miel y nueces y el postre de mini mochis y trufas de chocolate.

Aunque estemos en uno de los barrios más bonitos de Barcelona, en una casa auténticamente catalana, por momentos parecía un rincón del Tokio más auténtico.

Mini mochis y trufas de chocolate
Mini mochis y trufas de chocolate

a.
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