Este es el único cóctel que sabe mejor cuando estás volando
¿Qué tiene de especial el Bloody Mary para que su sabor sea mejor a 10.000 metros de altura que en la tierra? La ciencia lo explica

El sabor salado del Bloody Mary no se altera en el vuelo. Foto Wine Dharma
Si se viaja en primera clase o business, siempre está la posibilidad de degustar un cóctel a bordo. Sin embargo, como también sucede con las comidas y las bebidas, es posible que el gusto sea diferente al habitual, como que le falta chispa.
Pero eso no sucede con todos los combinados. El Bloody Mary es una bienvenida excepción, y la ciencia lo explica.
Qué pasa con el sabor y el olfato en un vuelo
Previamente cabe aclarar que si los alimentos y líquidos saben distinto es que una reducción en la presión del aire y los menores niveles de humedad en la cabina disminuyen la sensibilidad de las papilas gustativas un 30%.
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Por ello muchos platos tienen un añadido de sal que en el avión apenas se siente, pero que en tierra sería difícil de digerir con una sonrisa.
La menor presión del aire y de los niveles de humedad disminuyen la sensibilidad de las papilas gustativas un 30%
Las dos ventajas del Bloody Mary
Pero esta alteración no sucede con los sabores amargos, agrios y picantes; precisamente la combinación de gustos que tiene el Bloody Mary, elaborado con zumo de tomate y vodka, un toque de lima o limón, gotas de salsa Tabasco e inglesa y una pizca de sal y pimienta.
Sin embargo esta no es la única razón por la que este cóctel, que recuerda a la despiadada Maria I de Inglaterra, se convierta en el rey de los combinados en el aire.
Hace unos años, un grupo de investigadores de la universidad de Cornell publicó que el tomate, el principal ingrediente del Bloody Mary, sabe distinto por el nivel de ruido en el avión.
El ruido influye en el sabor
El estudio, difundido en el Journal of Experimental Psychology Human Perception and Performance, se basa en una muestra realizada entre 48 participantes que degustaron diferentes sabores de zumo de tomate, con toques salados, amargos o dulces.
Los investigadores comprobaron que cuanto más ruido hay en el ambiente hay una menor percepción de los sabores, excepto con el salado
A medida que iban probando las preparaciones los investigadores incrementaban los niveles de ruido ambiental, y pidieron a los voluntarios que califiquen la intensidad del sabor en cada paso.
Cuanto más alto era el volumen, más le costaba a los participantes detectar la dulzura de los zumos. En cambio los salados eran fácilmente perceptibles.
“Nuestro estudio confirmó que en un ambiente de mucho ruido el sentido del gusto se ve comprometido, donde el sabor dulce fue inhibido y el salado mejorado significativamente”, indicó Robin Dando, profesor asistente de ciencias de la alimentación en la Universidad de Cornell.
El gusto no está solo
“La naturaleza multisensorial de lo que consideramos ‘sabor’ está respaldada por interacciones centrales y periféricas”, describió el investigador.
O sea, que el sentido del gusto no está solo: tomar una copa en medio de los 80 o 90 decibelios que hay en la cabina de un avión en pleno vuelo (sin contar los 120 dB del despegue) modifican el sabor de alimentos y bebidas, lo que se añade los cambios por a la menor humedad y presión que antes citábamos.
Pero como afirman estos científicos, el Bloody Mary se salva y es el trago ideal para compartir en el vuelo.