Una antigua cárcel de mujeres se reinventa como hotel boutique en el corazón de Berlín

Un antiguo juzgado y cárcel de mujeres del siglo XIX en Berlín recibe huéspedes reconvertido en el Hotel Wilmina donde de 44 habitaciones ocupan el espacio de las viejas las celdas

Wilmina Hotel. Foto: Patricia Parinejad.

44 habitaciones, restaurnte, spa, biblioteca, gimnasio, terraza en la azotea, un jardín secreto y galería de arte. El nuevo hotel Wilmina de Berlín sería un coqueto hotel boutique más si no fuera porque ha logrado dar una nueva vida a un lugar en principio tan poco apetecible para alojarse como una cárcel.

Ubicado en el distrito de Charlottenburg, al oeste de la capital alemana, Wilmina son en realidad tres nuevos espacios, originados a partir de la transformación de un conjunto protegido que incluía un antiguo palacio de justicia y una prisión para mujeres.

El estudio alemán Grüntuch Ernst Architekten fue el encargado de rediseñar, ampliar y dotar de nuevos usos estos lugares, que ahora se pueden disfrutar como galería de arte y cultura (Amtsalon), el Hotel Wilmina y su restaurante Lovis, los tres conectados por exuberantes jardines y patios entrelazados.

Los edificios funcionario como juzgado y cárcel hasta 1985. Foto: Patricia Parinejad.

De prisión a hotel boutique

Diseñados en 1896 por los arquitectos Adolf Bürckner y Eduard Fürstenau como estructuras independientes, los juzgados y la cárcel han tenido diferentes usos a lo largo de la historia incluido el de archivo, Instituto Estatal de Química y el registro de la propiedad de Charlottenburg-Wilmersdorf hasta su cierre definitivo en 2010.

Los arquitectos se enfrentaron al reto de invertir la configuración espacial y el significado del edificio para que un espacio tan antisocial como es una cárcel pudiera transformarse en un lugar acogedor

Tras varios años abandonados, los edificios de ladrillo rojo vuelven a la vida con una nueva misión, la de acoger huéspedes, pero sin olvidar su pasado, dejando a la vista huellas de su uso anterior.

Las habitaciones ocupan el espacio de las antiguas celdas. Foto: Patricia Parinejad.

De hecho, el principal reto al que se enfrentaron los arquitectos, explican, fue el de invertir la configuración espacial y su significado para que un espacio tan antisocial como es una cárcel pudiera transformarse en un lugar acogedor.

Armand Grüntuch y Almut Grüntuch-Ernst lo idearon a través de intervenciones como aperturas, superposiciones, ampliaciones o reubicaciones de las estructuras. Así, por ejemplo, en las habitaciones alojadas a lo largo del corredor de las viejas celdas se ampliaron en lo posible las ventanas, pero se mantuvieron los barrotes característicos de las cárceles.

Las ventanas mantienen los barrotes típicos de las prisiones. Foto: Patricia Parinejad.

Jardines secretos en el centro de Berlín

El antiguo patio, con acceso desde la calle Kantstraße, alberga la recepción del hotel, además del espacio dedicado al arte, Amtsalon .

Una extensión que acoge el restaurante de Wilmina sirve para conectar el juzgado con el bloque de celdas en forma de U de la antigua cárcel, ahora transformada en 44 habitaciones que se distribuyen en cinco niveles y se coronan por una nueva azotea que hace las veces de terraza con vistas a los jardines y patios interiores, repletos de vegetación.

Además, las instalaciones incluyen una biblioteca, un bar, un spa y un gimnasio.

El espacio acoge también la galería de arte Amtsalon.

Un atrio central funciona como corazón del hotel, en el que se han mantenido las estrechas galerías con balaustradas de hierro forjado que conducen a las habitaciones. Una instalación de lámparas suspendidas del techo enfatiza su altura y le aporta calidez y luminosidad.

En cuanto a las habitaciones, de diferentes tamaños, están decoradas en un estilo minimalista con colores claros y texturas y materiales cálidos que crean un ambiente de relax.

Gastronomía y arte

El restaurante del hotel, Lovis, ubicado en uno de los antiguos patios, se alza en una nueva construcción para la que se emplearon ladrillos originales retirados de otros lugares durante la transformación del edificio.

Restaurante Lovis en el hotel Wilmina. Foto: Patricia Parinejad.

A cargo de la chef Sophia Rudolph, su carta se define como de cocina alemana contemporánea, reinterpretando platos tradicionales en base a productos regionales y de temporada, con un marcado énfasis en los vegetales.

Grandes ventanales ofrecen vistas a un jardín que estalla de verdes con helechos, enredaderas y plantas trepadoras, de nuevo con la idea de oasis urbano donde las capas de la historia y las huellas del pasado fluyen y se superponen.

a.
Ahora en portada