¿Cuánto tiempo podrá mantener Brufau su pulso por YPF?

El presidente de Repsol aplaza en el último consejo el debate sobre cuál debe ser la solución al contencioso abierto con Argentina

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La pregunta es obvia y repetida en varios ámbitos. Los mercados, la prensa internacional, la plantilla y, por supuesto, los accionistas de Repsol se preguntan cómo y cuándo se resolverá la mayor incertidumbre que afecta a la compañía: la expropiación de su mayoría accionarial en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la que ha sido su filial argentina durante los últimos tiempos y que hace algo más de un año (abril de 2012) fue incautada por el Gobierno del país andino.

Antonio Brufau, el presidente de la petrolera, encabeza una línea de actuación que pasa por plantar batalla jurídica al Ejecutivo de Cristina Fernández de Kirchner. Tanto él como una mayoría del consejo de administración han interiorizado que lo que hizo Argentina fue un acto punible por la justicia y que así debe resolverse el enfrentamiento. Consideran que sólo la fuerza de lo jurídico permitiría, llegado el caso, que Repsol pudiera negociar con Argentina desde una posición de relativa fuerza. En la última junta de accionistas sentenció el tema con esta frase: “No queremos recuperar YPF; queremos que se nos pague lo que corresponde”.

Disensión interna

Ésa es, en síntesis, la posición oficial de la compañía. En torno a ella se ha nucleado una parte del consejo de administración y del equipo directivo que controla de cerca el directivo catalán. Pero no existe unanimidad interna, más allá de las apariencias. Dos accionistas relevantes de la petrolera (La Caixa y la mexicana Pemex) prefieren, por diferentes razones, no proseguir por esa vía e intentar la negociación y los usos diplomáticos. Opinan que YPF y Kirchner se defenderán también por la vía jurídica prolongando en el tiempo la resolución del conflicto y dándole aún más incertidumbre a la compañía.

Tanto los partidarios de la solución oficial como los más proclives a la negociación usan el nombre del Gobierno como arma arrojadiza contra la otra parte. Que el Ejecutivo de Mariano Rajoy no puede permitir para su buen nombre ceder en un contencioso como el establecido con Argentina. O, por el contrario, que el Gobierno español está cansado de los problemas que le supone en su diseño de políticas exteriores tener abierto el enfrentamiento atribuible al empecinamiento de un alto ejecutivo.

¿Juego sucio?

Las tensiones entre los partidarios de uno y otro modelo de resolver la expropiación de YPF han traspasado algunas barreras. No es de extrañar leer en el prestigioso Financial Times columnas a favor de una u otra tesis. Por supuesto, que algunos medios españoles se hagan eco de especulaciones que no parecen buscar más que decantar la opinión pública a favor de una u otra opción.

Ayer, sin ir más lejos, un prestigioso medio digital editado en Madrid abría su edición con el supuesto temor del Gobierno español a las presiones que La Caixa recibe del magnate mexicano Carlos Slim para favorecer la salida diplomática al conflicto. Slim tiene intereses en YPF, pero también en ATT (a quien se le atribuye una eventual operación sobre Telefónica) y es socio de La Caixa en Inbursa. Ese temor, por tanto, según la tesis del artículo y de algún directivo de Repsol expresada en reducidos círculos, lleva al Gobierno español a preferir la vía Brufau a la de La Caixa o Pemex para resolver el asunto argentino. “Realismo mágico”, responden los partidarios de negociar.

El valor ‘cierto’ de la oferta

Cuando se cumplía un año de la expropiación, tanto Pemex como La Caixa un poco antes mantuvieron contactos con Argentina por la vía diplomática. Al final hubo un acercamiento en forma de ofrecimiento a tres bandas que debería concretarse después. El Ejecutivo de Kirchner ofrecía a Repsol la entrada en el capital (47%) del que se considera uno de los mayores descubrimientos de reservas petrolíferas mundiales, el yacimiento llamado Vaca Muerta. Allí estaría también YPF (51%) y Pemex (2%).

Los partidarios de avanzar en esa solución, y conocedores de los subterfugios habituales en las negociaciones con la administración argentina, han mantenido siempre que cualquier intercambio o arreglo debe realizarse a “valor cierto”. Es decir, establecido no por los propietarios de los activos, sino por mediadores independientes y reconocidos.

Dos evaluadores del yacimiento

Dos empresas especializadas en certificar los yacimientos y las reservas petrolíferas, según si son probadas o posibles, ante la autoridad bursátil estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) recibieron el encargo de evaluar el valor real de la primera oferta argentina. Se trata de Ryder Scott y DeGolyer.

Brufau recibió antes en Barcelona la oferta y la información sobre la disposición argentina a alcanzar una solución al desacuerdo por esa vía. Fue informado por Pemex (9,4% de Repsol) en un encuentro al que asistieron también La Caixa y Sacyr. Una información que le incomodó y le llevó a obrar con urgencia. De ahí que llevara la oferta argentina al primer consejo de administración que tenía lugar, a finales del pasado junio, pese a no disponer todavía de las evaluaciones encargadas a las dos firmas independientes.

El precio lo pone Repsol

En las horas previas al consejo, técnicos de Repsol dieron valor a la propuesta de los argentinos. Por supuesto, muy inferior al valor que Repsol siempre ha reclamado como resultado del latrocinio del que fue objeto. Las cifras fueron filtradas a los medios de comunicación, que de inmediato extendieron el mensaje de que era una oferta insuficiente a todas luces. En ese contexto se celebró el consejo de administración, que tuvo sobre la mesa los citados datos.

La reunión no contó con la presencia del vicepresidente e impulsor de la vía negociadora Isidro Fainé. Al banquero catalán el consejo de Repsol le coincidió en el tiempo con la asamblea de La Caixa. El representante de la entidad bancaria en el consejo fue su vicepresidente y primer ejecutivo, Juan María Nin. El representante de Pemex tampoco quiso forzar la máquina.

Consejo bajo control de Brufau

Ni La Caixa, ni Pemex, consiguieron que la oferta venida de Argentina fuera considerada. Brufau la sometió a votación. “Tiene el consejo controlado”, señalan los defensores de la negociación. “No aguardaron a tener las valoraciones definitivas”, añaden. Lo cierto es que una vez contrastada la opinión de los consejeros, el asunto ha sido aparcado. El presidente de Repsol ha obtenido además el apoyo de otro de los accionistas relevantes, Sacyr (9,6%). La constructora e inmobiliaria está presidida ahora por Manuel Manrique.

Después del enfrentamiento que mantuvo Brufau con Luis del Rivero, anterior presidente de Sacyr, y del acuerdo accionarial logrado con la constructora, Manrique ya no es un opositor al presidente de la petrolera, sino un estrecho colaborador. «Yo no voy a dividir. Yo quiero paz. Sacyr está en el bando de lo que sea bueno para Repsol», aseveró horas antes del decisivo consejo.

Buenos ingresos para Manrique

Tras recomponer relaciones, Brufau lo propuso como vicepresidente segundo y además lo ha nombrado responsable de la comisión de retribuciones. “Le ha captado con unos ingresos espectaculares”, se quejan quienes discrepan de la eventual neutralidad de Manrique.

El problema estriba que en algunos ámbitos se da por hecho que el presidente de Repsol ha ganado otra batalla sobre la petrolera, pero no ha conseguido vencer en la guerra abierta. “¿Cuánto tiempo podrá mantener este enfrentamiento tanto interno como externo?”. Esa pregunta es la que el mercado sigue realizándose con independencia de la buena marcha general de la compañía.

Economía Digital

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