Matutes busca el monopolio con la compra de Trasmediterránea

La venta a Balearia conllevaría el despido de 600 profesionales y la supresión de la competencia

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Ante la ya largamente anunciada venta de Trasmediterránea por parte del grupo Acciona, surgen ahora rumores sobre un posible aparición de Balearia en el proceso. Con una aparente intención de desestabilizar la competición, abierta a inversores internacionales, y a su histórico competidor, se ha filtrado el posible interés del grupo propiedad de Abel Matutes en adquirir la antigua naviera pública.

Esta compra, de dudosa viabilidad y legalidad según las fuentes consultadas, tendría no pocos efectos colaterales si se materializara.

Los empleados de Trasmediterranea encararían una compleja integración laboral en Balearia y tanto en los puertos como en la flota y los servicios centrales, los despidos serían numerosos, remarcan las mismas fuentes.

Impacto laboral

Más de 600 empleados se verían afectados ya que en todos los puertos de la costa del Mediterráneo, Baleares y algunos del Estrecho hay doble presencia de Balearia y Trasmediterránea, con líneas y horarios que podrían desaparecer al concentrarse toda la actividad en una sola naviera.

Añadida a esta desaparición de puestos de trabajo, se daría la supresión de la identidad de la empresa que lleva casi cien años (desde 1917) navegando. La «Trasme», parte de la historia colectiva española, sería sólo un recuerdo.

En cualquier caso, todo parece responder a una maniobra de desestabilización ya que Balearia (con una deuda reconocida de más de 300 millones) tiene poco margen de actuación tras acometer fuertes inversiones en nuevos buques.

Supresión de la competencia

A esta presumible falta de recursos hay que añadir el factor económico y social más relevante: la competencia, o la falta de la misma a la que se verían abocados los clientes. Todas las líneas entre la península (Barcelona, Valencia) y las islas principales de Baleares (Mallorca, Menorca e Ibiza) tienen el doble servicio de Balearia y Trasmediterránea.

Ello supone una permanente competencia en precios, horarios y servicios tanto para los pasajeros como para los clientes de carga. Una naviera única podría establecer precios y horarios a su antojo sin posibilidad de réplica. ¿Sería aceptable la vuelta a un monopolio, propio de otros tiempos afortunadamente superados?

Esa competencia supuso, además, multas millonarias para ambas firmas hace unos años. Multas mitigadas en un 50% para Balearia gracias a su acogimiento a la «clemencia» legal, después haber delatado a sus competidores. ¿Estará Entrecanales dispuesto a vender su compañía a aquel que le denunció con un efecto de 80 millones de multa?

En definitiva, parece poco realista el cumplimiento de la amenaza.

El papel de Acciona

Acciona ha invertido un importante capital en Trasmediterránea durante años, pero si se vende la compañía a un fondo de inversión, éste realizaría aportaciones financieras importantes. Supondría un nuevo impulso para Trasmediterránea, que Adolfo Utor y el grupo que dirige, Balearia, intentan parar a toda costa, incluso con zancadillas en el mar.

Ismael García Villarejo

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