Los mercados evaluarán esta semana a una Francia degradada por S&P

Expertos y políticos desdramatizan la situación alegando que Estados Unidos también perdió la triple A hace unos meses y los mercados no le han castigado por ello

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Francia estrena en los mercados su nuevo estatuto, recién perdido el aura de la triple A. La primera gran prueba de fuego para evaluar las consecuencias de la degradación de Standard & Poor’s (S&P), cuando el Tesoro francés prevé emitir entre 7.500 y 9.000 millones de euros en bonos y obligaciones a 10 años, los que realmente marcan la temperatura de los mercados.

En las últimas subastas, el Tesoro francés logró tomar prestado a un interés algo superior al 3%, pero la pérdida de la triple A podría aumentar esas tasas en un punto porcentual, con lo que el Estado francés, que prevé pedir a los mercados en 2012 unos 178.000 millones de euros, debería pagar más por seguir endeudándose.

Algunos expertos y políticos gubernamentales han querido desdramatizar la situación, alegando que Estados Unidos también perdió su triple A hace unos meses y los mercados no le han castigado por ello. “Los que dice eso, ¿piensan realmente que se puede comparar Estados Unidos, con el dólar, a Francia, con el euro? No es serio”, criticaba sin embargo este lunes el analista económico del canal de información continua BFM TV, Nicolas Doze.

Si tal como ha previsto el Instituto Nacional de la Estadística y de Estudios Económicos (INSEE) la economía francesa entra en recesión en 2012, con el consiguiente aumento del desempleo y un descenso de los ingresos fiscales, el gobierno de Nicolas Sarkozy podría verse obligado a anunciar nuevas medidas de ahorro (que se sumarían a los dos planes de austeridad anunciados en los últimos meses), e Italia y España ya han demostrado qué significa eso: recortes sociales y aumento de impuestos. Esto puede arruinar las opciones de reelección de Sarkozy, a sólo tres meses de las presidenciales.

La posición sindical

Los sindicatos, que el miércoles se reunirán con la patronal y el gobierno para tratar de consensuar medidas para salir de la crisis, llevan meses anunciando que no aceptarán más políticas de austeridad y, menos aún, una subida del IVA, como muchos pronostican.

La retirada de la triple A por parte de S&P (las otras dos, Moody’s y Fitch se la mantienen de momento) se ha convertido en una auténtica afrenta, todo un ataque a la “grandeur” del país, provocando un terremoto en el mundo económico y político francés. Desde el viernes todos se preguntan por las repercusiones que tendrá esta decisión en la vida diaria de los franceses.

Más allá del discurso gubernamental, minimizando el efecto de la degradación cuando hace unas semanas se consideraba una “catástrofe”, de las reacciones de los políticos, acusándose unos a otros por la pérdida de la triple A, y de los ataques a las agencias de calificación (“¿Quiénes se creen para atacar de esta manera a Francia?”, han venido a decir algunos), una de las reacciones más sensatas y coherentes ha sido esta mañana la de la presidenta de la patronal MEDEF, Laurence Parisot.

La patronal: «la situación es seria»

La dirigente empresarial, en una entrevista a la emisora RTL, ha reconocido que la medida de S&P ha sido un “electrochoque” y, a diferencia del discurso oficial, ha calificado la situación de “seria, muy seria, porque esta degradación sanciona nuestras debilidades”.

Parisot ha reconocido que “es difícil prever las consecuencias” de la pérdida de la triple A, pero ya ha advertido que se puede esperar “una degradación de la situación de las empresas” francesas, por lo que ha reclamado a los políticos “acción” y la aplicación de “reformas estructurales” para revertir la situación.

La líder patronal ha ido más allá y ha calificado la situación del “final de una época”, la de 36 años ininterrumpidos instalados en un modelo basado en el déficit continuo, lo que ha provocado que la deuda francesa se sitúe actualmente en 1,7 billones de euros (medio billón sólo durante el mandato de Sarkozy).

El director general del banco BFP Paribas, Jean-Laurent Bonnafé, ha coincidido en señalar que Francia ha vivido durante décadas por encima de sus posibilidades. Desde 1975 “ha hecho buen tiempo y olvidamos que podía ponerse a llover”.

Lo que más ha dolido a los franceses no ha sido en sí su salida del selecto club de los países “AAA”, que ya se esperaba desde hacía semanas, sino que su vecino y espejo en lo económico, Alemania, la haya mantenido.

La excusa francesa

S&P había amenazado a la práctica totalidad de miembros de la Eurozona de revisar sus notas y en Francia daban por hecho que Alemania también perdería la máxima nota, por lo que se había instalado un discurso algo conformista consistente en decir que si se perdía la triple A no era culpa de Francia, sino de toda Europa. El hecho de no ser tratado como Alemania, el alumno ejemplar, sino como sus vecinos del sur, España e Italia, los “apestados”, es algo que los franceses no digieren.

Si algo han tratado de hacer los expertos desde el viernes ha sido explicar por qué Alemania ha podido mantener la nota y Francia no. La mayoría coincide en el diagnóstico: una economía al borde de la recesión, cuando Alemania creció un 3% en 2011; una tasa de desempleo que no deja de crecer, mientras Alemania batió el récord de ocupación el pasado año; un déficit que se sitúa en el 5,7% del PIB en 2011 (Alemania sólo el 1%); Francia se encuentra en campaña electoral (faltas 97 días para las presidenciales), por lo que se supone que el gobierno no se atreverá con medidas drásticas por miedo a ser castigado en las urnas.

“Está claro que hay un problema específico francés”, resume Elie Cohen, director del CNRS.

Dos locomotoras

Y este problema impedirá en el futuro que Francia sea tratada como Alemania. La locomotora “francoalemana” que tiraba de Europa ha saltado por los aires y mientras Alemania sigue teniendo un motor de AVE, el de Francia carbura como el motor de un mercancías. “Habrá un antes y un después en las relaciones europeas tras el 13 de enero”, ha advertido Doze.

Lo cierto es que Sarkozy podría ver enterradas sus opciones de ser reelegido en el caso de tener que adoptar más sacrificios, aunque la situación y los mercados le podrían forzar a ello. Más si se tiene en cuenta que su principal rival, el socialista François Hollande, sigue por encima de él (pese a haberse deshinchado un poco el efecto de las primarias en las últimas semanas) y de que se le acercan en los sondeos la ultra Marine Le Pen y, sobre todo, el centrista François Bayrou, que en 2007 ya se quedó a las puertas de la segunda vuelta.

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