La productividad cerró 2023 en negativo: la razón está en las vacantes

La dificultad de las compañías para encontrar trabajadores ha provocado una mejora de las retribuciones de los existentes, un “atesoramiento” para evitar perder esos puestos

Una trabajadora en una pastelería de Santander. EFE/ Román G. Aguilera

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La productividad de la economía española cerró 2023 en negativo, encadenando tres trimestres de caídas consecutivas si la medimos en puestos de trabajo a tiempo completo y solo uno en referencia a las horas efectivamente trabajadas.

Esta caída es relevante ya que este es el indicador que habla de la eficiencia del sistema económico de nuestro país, tomando como referencia el producto interior bruto (PIB) y el empleo necesario para provocarlo. Tradicionalmente la economía española, con un sector servicios muy intensivo en mano de obra y muy dependiente de la estacionalidad y el ciclo económico, ha ganado productividad debido a la destrucción de empleo, perdiéndola cuando se han creado puestos de trabajo con mucha intensidad.

La creación de puestos de trabajo a cierre del año pasado fue intensa. De acuerdo con los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral publicados la semana pasada, las horas efectivamente trabajadas en los últimos tres meses de 2023 fueron un 2,8% superiores a las del mismo periodo de 2022, mientras que los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo fueron el 3,9% más.

La productividad cayó un 0,8% a cierre de año

La productividad de la economía, en un año en el que el crecimiento fue del 2,5% -superior al estimado-, cayó, inevitablemente. El medidor de la productividad por hora trabajada, en el que más se fijan los analistas, cayó un 0,8% respecto a solo un año antes, tras un ejercicio de continua desaceleración (en el primer trimestre, la comparación interanual era de un avance del 2,1%). La productividad por puesto de trabajo agrandó la brecha, disminuyendo un 1,8% interanual.

La razón detrás de esta caída de la eficiencia, además de la estructura económica del país, está en el fenómeno que está marcando el mercado laboral y el tejido productivo no solo de nuestro país, sino de toda Europa: las vacantes.

El hecho de que existan muchos puestos sin cubrir y sin previsión de que vayan a hacerlo en el medio plazo, bien por falta de perfiles cualificados, bien por la renuencia a trabajar en sectores muy intensivos (véase, la construcción o la hostelería), está provocando un efecto «atesoramiento» del empleo.

La respuesta a las vacantes: el atesoramiento

El Banco de España, a través de su director general de Economía y Estadística, Ángel Gavilán, detalló durante la presentación del último informe trimestral de la entidad que las empresas estarían actuando con previsión ante el posible adelgazamiento de sus plantillas o la falta de personal. La mayoría de las compañías creen que las perturbaciones económicas que están afectando al tejido productivo son de carácter temporal (inflación, situación en el Mar Rojo…), por lo que no quieren despedir a parte de sus empleados, al tiempo que detectan esa dificultad para encontrar empleados.

¿En qué se traduce esto? En el atesoramiento del empleo: en mejorar las condiciones de los trabajadores para evitar que dejen su puesto de trabajo, lo que supone una caída de la productividad, con incrementos de los costes salariales superiores a los de los incrementos de la producción.

Esta es una de las razones que también estaría detrás de unos incrementos de los salarios de mercado mucho mayores a los que registran los sueldos por convenio. Esta deriva salarial muy positiva viene, estima el Banco de España, por esos incrementos de las retribuciones vinculados a las tensiones del mercado laboral.

En el lado positivo, desde el supervisor creen que este año la tensión en cuanto a las vacantes se aligerará, lo que redundará en un aumento de la productividad ya en 2024. Todo depende, dicen, de cuál sea la senda de la política monetaria… y cuánto enfríe la actividad.

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