La apuesta de Fainé por la renta fija: ¿qué hará Ángel Simón en Criteria?

A Simón no se le espera para ejecutar cambios radicales ni se le va a pedir nada que no haya demostrado en sus años como directivo de una multinacional

El presidente del grupo AGBAR, Angel Simón. Foto: EFE.

El presidente del grupo AGBAR, Angel Simón. Foto: EFE.

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“Un mal pasivo tiene arreglo; un mal activo, no”. La frase es de Isidro Fainé, factótum de Criteria, y yo se la escuché decir en los años 90, cuando a las órdenes del todopoderoso Josep Vilarasau, presidente de La Caixa, y como uno de los dos directores generales de la entidad -el otro era Antoni Brufau, hoy presidente de Repsol-, velaba por sacar lustre a los ahorros de la entidad y por rentabilizar sus miles de oficinas y clientes. Entonces, La Caixa era ya un gigante formado en torno a dos premisas: invertir bien y obtener beneficios recurrentes, que no espectaculares, para alimentar año tras año la obra social, su razón de ser. 

Quince años después, a finales de la primera década del nuevo siglo, la frase de Fainé, entonces presidente de La Caixa, volvió a resonar en mi cabeza. Las cajas de ahorros, sus amadas cajas de ahorros, se fueron literalmente al garete porque sus activos -los préstamos y el resto de inversiones donde se había colocado el dinero de los depositantes y de los ahorradores alemanes, entre otros- estaban podridos. Con el pinchazo de la gigantesca burbuja inmobiliaria afloró el enorme disparate de los años anteriores. Y las cajas, la inmensa mayoría de ellas, desaparecieron.

Como resultado de la crisis, del rescate bancario con dinero público prestado por Europa y de los cambios en la regulación y la supervisión financieras, las cajas supervivientes fueron forzadas a convertirse en bancos. Y, Fainé, ya con La Caixa como sociedad cotizada en bolsa y convertida en CaixaBank, cedió unos años después los mandos del banco y pasó a ocupar los de Criteria Caixa, el vehículo inversor de la Fundació La Caixa, el depositario del legado de la histórica entidad de ahorros, de su espíritu fundacional y asistencial, cultural, etc. La preocupación de Fainé, desde 2016, cuando se recluyó en Criteria y en adelante, seguía siendo la misma.

Lo que importa son los activos. Hay que cuidar los activos, que sean buenos, que estén bien gestionados, que rindan poco o mucho, pero que no den sustos, que sean previsibles -como M. Rajoy-, que con las cosas de comer no se juega. Criteria debe administrar su algo más del 30% de CaixaBank y las participaciones empresariales, esas o parecidas a las que en los 90 trataba de mimar Brufau en el grupo industrial de La Caixa. ¿Y qué hay en Criteria hoy? Nada espectacular, nada excéntrico. Criteria es tremendamente aburrida porque la ley de Fainé sigue vigente y ahí lo que importa es contar con buenos activos, de esos que, en principio, te dejan dormir por las noches.

El activo de Criteria, además de su participación en CaixaBank, está compuesto de un 27% de Naturgy, un 15% de Aguas de Barcelona, un 4,4% de Cellnex, un 2,6% de Telefónica y la totalidad de los aparcamientos Saba y una sociedad de capital riesgo, además de una filial patrimonialista inmobiliaria. Con todos los matices que se quiera, estas empresas y negocios son lo más parecido que existe en el mundo empresarial a la renta fija, a un bono del Tesoro de esos cuyos anuncios en la tele acababan con aquella frase pomposa y contundente -“con la garantía del Estado”-, ¿se acuerdan?

El objetivo es la seguridad y, aunque vengan mal dadas, es poco probable que Criteria deje de percibir de sus empresas buenos dividendos cada año con los que transferir el dinero necesario para la obra social de su accionista, la Fundació La Caixa. Para Fainé, que el próximo 10 de julio cumplirá 82 años, es absolutamente esencial que esto siga siendo así en el futuro y que la obra social continúe contando con uno de los mayores presupuestos del mundo en materia social, asistencial y solidaria.

Esta es la razón última del movimiento estratégico de Fainé de esta semana, que llevaba muchos meses cocinando. La designación de Ángel Simón, presidente de Aguas de Barcelona, como consejero delegado de Criteria responde precisamente a la voluntad de contar con un gestor en clave sucesoria que garantice el ADN Caixa. A Simón no se le espera para ejecutar cambios radicales ni se le va a pedir nada que no haya demostrado en sus años como directivo de una multinacional. Llegará a Criteria con una única misión: cuidar el activo. Y eso pasa por velar, como primer accionista, por el buen hacer de CaixaBank y apostar en cada momento por los ajustes en la cartera empresarial que permitan asegurar el futuro de la obra social. Fainé apuesta con Simón por un bono, por la renta fija.

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