Dimas Gimeno negocia con Marta Álvarez la venta de todas sus acciones de El Corte Inglés este año

El expresidente de los grandes almacenes quiere esquivar a Hacienda y recaudar dinero para el fondo que monta junto a otros inversores

El expresidente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, en una imagen de archivo. EFE

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Tres años después de la guerra por el poder de El Corte Inglés, el derrotado Dimas Gimeno encara su recta final en la compañía. El expresidente fue defenestrado por sus primas, Marta y Cristina Álvarez, y, tras comprobar como la ofensiva judicial planteada quedaba en nada, está ahora sí decidido a vender todas sus acciones de los grandes almacenes. Lo intentó repetidamente durante los últimos 24 de meses, pero ahora parece decidido a dar carpetazo a su etapa en la empresa para evitar a Hacienda y recaudar dinero para sus nuevas inversiones.

El dirigente ya se ha deshecho de las participaciones que ostentaba a título personal por 2,5 millones de euros. Además, retiró todas las demandas presentadas contra las hermanas Álvarez a pesar de que ya habían demostrado el escaso recorrido que tenían: ninguna prosperó.

El gesto se interpretó en el seno de la compañía como un ofrecimiento de paz. Sin embargo, la venta de las participaciones supone solamente un pequeño porcentaje del capital sobre el que Gimeno y su familia tienen derechos. De hecho, las acciones personales jamás fueron foco de conflicto entre ambas sagas.

El conflicto entre Gimeno y las Álvarez siempre se centró en IASA, el segundo accionista de El Corte Inglés

El conflicto se focaliza en Cartera de Valores IASA, la patrimonial que ostenta el 22,1% de El Corte Inglés. La sociedad está participada al 69% por Marta y Cristina Álvarez, hijas adoptivas del expresidente de los grandes almacenes Isidoro Álvarez, y al 31% por Gimeno. A la práctica, esto supone que el exdirigente no tiene ningún derecho sobre su participación, pues son sus primas las que toman las decisiones gracias al control accionarial.

Las hermanas Álvarez aprobaban dividendos extraordinarios y aportaciones de capital sin el visto bueno del antiguo presidente, que interpuso varias demandas sin que ninguna tuviera éxito. Visto el resultado, en 2019 ya tomó la decisión de vender su participación, aunque no encontró ningún comprador: el precio que solicitaba era demasiado alto por una participación además indirecta sobre El Corte Inglés.

Gimeno tiene dos frentes abiertos

Con el órdago judicial ya desactivado, a Gimeno se le sumaron dos nuevos frentes: el inminente pago de la deuda con Hacienda por la herencia obtenida de su tío Isidoro y la necesidad de capital para levantar los nuevos negocios que pretende. Por ello, está dispuesto a deshacerse de sus acciones en IASA por un precio inferior al de mercado. Según varios medios, el precio que pagarían las Álvarez rondaría entre los 250 millones y los 125 millones de euros.

El expresidente quiere acelerar la venta de las acciones que ha tratado de acometer infructuosamente durante los últimos años. En primer lugar porque el próximo mes de junio él y su madre deberán abonar la cifra de 70 millones de euros a la Comunidad de Madrid en concepto de impuesto de Sucesiones. A pesar de haber recibido la herencia en 2016, ambos obtuvieron una prorroga de cinco años para hacer frente al montante total.

Como recurso, Gimeno y su madre recurrieron a un acuerdo con Banco Santander para que afrontase la deuda con la región en el caso de no poder pagarla ellos. A cambio, la entidad pasaría a ser acreedora de la familia.

Gimeno también necesita dinero para arrancar con su carrera empresarial al margen de El Corte Inglés

En paralelo, el dirigente hace meses que trata de poner en marcha su carrera empresarial al margen de El Corte Inglés. Primero lanzó Wow, un marketplace del sector de la moda que verá la luz en los próximos meses, y luego se hizo con un local en la Gran Vía madrileña que le servirá como tienda física.

Sin embargo, el principal proyecto que tiene en estudio es la creación de un fondo de inversión dedicado al retail junto con otros inversores. Para hacerlo realidad, necesita dinero. Y las acciones de IASA supondrían una perfecta inyección de capital.

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