La verdadera historia del desencuentro de los Sánchez Vicario

Para gestionar la fortuna de Arantxa, su padre Emilio Sánchez montó una compleja estructura financiera que movía su dinero a través de sociedades pantalla y cuentas en Andorra, Suiza, Luxemburgo y Uruguay. Tras casarse con José Santacana, un subastero nunca aceptado por la familia, comenzó a desconfiar de sus padres, pidió cuentas y terminó acusándolos de robarla

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La tenista a la que casi nadie ganaba en las pistas de tenis nunca tuvo un control de las jugadas financieras que se hacían a su nombre. Desde que era menor de edad, cuando ya comenzaba a ganar premios millonarios en los grand slams, Arancha Sánchez Vicario viajaba a Andorra con su padre para firmar las cuentas que éste abría a su nombre.

“Puede ser que cuando era menor de edad haya subido a Andorra a firmar las cuentas, pero no recuerdo que lo haya hecho después”, explicó Arancha al tribunal de Andorra que investiga las denuncias que presentó contra su padre, Emilio Sánchez y su exabogado, Buenaventura Castellanos.

Arantxa abrió varias cuentas en Andbanc pero no tenía idea de cuánto dinero tenía allí. También dice desconocer el capital que manejan dos sociedades en Uruguay, Hacton y Hakin, ni los fondos en Suiza controlados por la gestora Gestgam. La mejor tenista de todos los tiempos ha confiado ciegamente en las personas que tiene a su lado. Antes, en su padre, sus familiares y asesores. Y ahora, en el gestor de su fortuna, el empresario catalán José Santacana, un subastero que desde que inició la relación sentimental con Arantxa se ganó el rechazo de toda la familia.

Los primeros millones

En 1987, cuando la niña comenzó a ganar sus primeros millones, la familia contrató a IMG, una multinacional que representa a deportistas y artistas de renombre, para que gestionara la incipiente fortuna de la joven Arantxa. La máquina de hacer dinero había sido puesta en marcha y la familia de Sánchez Vicario comienza a comprar inmuebles fuera de España. Cuando la tenista gana su primer Roland Garros, en 1989 comienza la adquisición de propiedades en el exterior y adquiere un piso en Andorra que cuesta, oficialmente, 31 millones de pesetas.

A partir de ese momento, el patrimonio de Arantxa comienza a aumentar de forma exponencial y, a través de sociedades y empresas, adquiere inmuebles en Sant Cugat del Vallés, Sant Just de Llobregat y Port Ginesta con IMG. También se hace con sus pisos de Esplugues de Llobregat, avenida Diagonal en Barcelona, S’Agaró, varios párkings en Sant Just, un chalet en Formentera y un terreno en S’Agaró.

En total, Arantxa ganó 16,9 millones de dólares en premios (unos 12,9 millones de euros), según Prize Money, además de los contratos millonarios en publicidad y patrocinios que, en opinión de los expertos, podría ascender a otros 13 millones de euros, aunque Arantxa asegura que sus ingresos totales ascendieron a 45 millones.

La boda de los 600.000 euros

Con ese dinero, la familia Sánchez Vicario comenzó a llevar un ritmo de vida de gastos elevados y amplísimas comodidades justificadas en los estratosféricos ingresos de la joven Arantxa. “Todas sus casas son alto standing y los muebles y la decoración, de lujo asiático”, explica un portavoz cercano a la familia.

El ritmo de vida de los Sánchez Vicario no podía decaer el día más importante de la vida de Arantxa: su boda. Para contraer matrimonio con el periodista Joan Vehils, en julio de 2000, retira de las cuentas de Andorra, en varios movimientos, un total de 600.000 euros, recursos con los que se realiza una boda fastuosa a la que asisten 650 invitados.

La relación de amistad entre Arantxa y un joven recogepelotas comienza a generar inquietudes entre su familia, siempre muy celosa de las relaciones de la deportista, según su círculo íntimo. Un año después, el matrimonio se rompe. Los padres de Arantxa solían pensar que los hombres que se acercaban a su hija lo hacían movidos por motivos económicos, lo que dificultó la mayoría de las relaciones de la estrella del deporte.

Tras su ruptura y su retirada de las pistas, la deportista comienza a vivir de los rendimientos de su dinero y su fortuna empieza a disminuir mientras Hacienda avanza en la investigación por fraude fiscal al considerar que entre 1989 y 1993 Arantxa no estaba domiciliada en Andorra, sino en España.

En el 2006, en un viaje que realizan sus padres a Ginebra, Emilio Sánchez comete un error financiero de calado que pocos años después terminará por desencadenar la ruptura de su relación con su hija. El 13 de febrero del 2006 retira del Banco de Luxemburgo 3,5 millones de una cuenta que servía de contraaval a un depósito del Banco de Sabadell para hacer frente a una posible sanción de Hacienda.

Emilio asegura que no se dio cuenta, pero ese movimiento terminó con una demanda del Banco de Luxemburgo a Arantxa que terminaría por costarle dos millones de euros en intereses. El padre aseguró que su intención era centralizar el dinero en Suiza, para evitar dispersiones, pero desvió 2,2 millones de dólares a la estafa piramidal de los fondos Madoff, cuyo desfalco se confirmaría en diciembre del 2008.

Los detectives privados

Precisamente, ese año, en 2008, Arantxa contrae matrimonio con el empresario José Santacana, un subastero catalán que tenía fama de moroso. Antes de la boda, los padres encargan una investigación para averiguar el pasado empresarial y laboral de Santacana. Dos detectives siguieron al novio durante varios meses y la familia recibió un informe detallado que, con comisionistas de por medio, terminó costando 100.000 euros.

El informe confirmó los prejuicios de los padres: Santacana acumulaba deudas con varias entidades financieras (entre ellas el Banco de Sabadell y la Caixa). Pero la noticia del polémico informe llega a los oídos de José Santacana, lo que supone un claro distanciamiento entre el nuevo marido de Arantxa y su familia.

Después de la boda, el empresario recibió un millón de euros de Arantxa a través de una transferencia a su empresa Dharma Business y comenzó a tomar el control de la fortuna de su mujer. Poco a poco, la tenista pidió explicaciones a su padre y su ex abogado de toda su gestión.

Al no recibir las respuestas que esperaba, Arantxa cortó relaciones con toda la familia y llevó una querella a Andorra en la que acusa a su hermano de comprarse un chalet con su dinero y a su padre de apropiación ilícita. Desde entonces, la distancia entre la tenista y su familia parece insalvable.

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