¡A repartir estopa!

«No os entreguéis por demasiado a la ira; una ira prolongada engendra odio»

Ovidio

Aunque vivimos instalados en lo que los americanos denominan «permanent campaign», «de facto» es esta noche a las 12 cuando comienza técnicamente la campaña electoral para las elecciones al Parlament de Catalunya del 27 de setiembre. Tengo la sensación de que llega cargada con dosis de ira y agresividad nunca vistas hasta ahora, quizá con la excepción de aquella tenebrosa campaña del espot de los doberman del PSOE para evitar el triunfo del PP.

Ahora ya no tiene sentido preguntarse cómo y por qué hemos llegado hasta aquí, quién tiene mayor grado de responsabilidad por no haber encontrado una solución negociada (aunque para mí sin duda ese plus recae sobre los gobiernos de España, sin que ello implique no reconocer que desde Catalunya se han cometido también muchos errores).

Ya nadie duda que el resultado de estas elecciones será interpretado por unos y otros en clave plebiscitaria, aunque los comicios y la ley electoral que los regula no permitan asimilar esta convocatoria a una consulta referendaria. Ahora empieza de verdad lo bueno, las cartas boca arriba, el juego sucio, la maquinaria en marcha a toda velocidad. Esto ya no hay quien lo pare…

Y a pesar de que los factores de motivación del voto responden básicamente a razones emocionales y/o racionales, es evidente que en estas elecciones el factor emocional va a superar todas las expectativas. Aunque a muchos votantes nos gustaría saber con exactitud lo que estamos votando y sus consecuencias, va a ser muy complicado que el ruido nos permita escuchar argumentos racionales, desde uno y otro lado (¡qué triste hablar de bandos en Catalunya!, en una sociedad durante tantos años tan cohesionada, con dos fuerzas políticas centrales y centradas que aglutinaban la mayor parte del voto popular, pero con otras muchas opciones que reflejaban la pluralidad de nuestra sociedad).

Vamos a tener que acostumbrarnos a escuchar tanto los despropósitos «estilo» Pablo Iglesias o ministro de Defensa, como las promesas absurdas del paraíso idílico que presentan la mayoría de los independentistas.

Más que nunca en esta campaña unos y otros van a recurrir a los sentimientos, al miedo, pero también a la ilusión, al derrotismo, a las amenazas, a las mentiras, al desconcierto, a la ira, al desprecio… Todo vale para movilizar al mayor número de votantes con la esperanza de mejorar las expectativas con las que parten cada una de las fuerzas políticas que se presentan. Todos a repartir leña sin complejos, sin pensar en las consecuencias…

Bienvenidos al mayor espectáculo del mundo (de la política), la fiesta está a punto de empezar, abróchense los cinturones porque vamos a despegar y se esperan turbulencias. El vuelo durará quince días. Y aquí estaremos para explicárselo.

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