Amnistía agravada 

Sánchez ha abierto la puerta, y el procès se ha metido hasta en la cocina de La Moncloa

Esquerra Republicana de Catalunya es una fiesta. Han conseguido la derogación del delito de sedición y, según Pere Aragonès, ahora “toca reformar la malversación”. Ni el pujolismo de los misales llegó a soñar jamás con tanta impunidad. Es un peix al cove reloaded. Es un asalto sin oposición a los barcos y a la lonja. Han conseguido superar la independencia de Cataluña: controlan España gracias a la rendición del gobierno de la Nación.

La declaración de independencia les ha salido a devolver, ya que la derogación de la sedición no solo es una amnistía encubierta, es una amnistía agravada. Se les perdona a priori los delitos futuros. Es una invitación formal a “volverlo a hacer”. Los VIP de la reincidencia han ganado.  

Finalmente, Pedro Sánchez conseguirá aprobar los Presupuestos Generales del Estado, del mismo Estado que está desmantelando en Cataluña. Tapará un escándalo con otro escándalo aún más grande y una mentira, con otra aún más gorda. Su cinismo es resplandeciente e ilimitado. Las dos excusas esgrimidas para reformar el Código Penal son tan contradictorias como flagrantemente falsas. Ni europeízan, ni distienden.

Los países de nuestro entorno tienen penas más elevadas para delitos homologables a los cometidos por los líderes separatistas. Así nos lo recordó el Tribunal Supremo. En Francia o Alemania, delitos como los cometidos por Oriol Junqueras podrían alcanzar la cadena perpetua. En la Bélgica de Carles Puigdemont, les podrían caer tres décadas en la trena. 

Sánchez premia a Aragonès

Sánchez no ha normalizado Cataluña, solo ha normalizado la mentira, porque premiando el mal comportamiento solo incentivará acciones peores en el futuro. De hecho, Pere Aragonès no ha cedido en nada. Al contrario, exige más y más. Los partidos independentistas se han venido arriba. Siguen excluyendo el castellano y ninguneando a más de media Cataluña. Siguen vulnerando derechos y libertades. Y siguen alimentando la inseguridad jurídica. Por esta razón, las empresas no vuelven y los catalanes no deberíamos estar hoy más tranquilos que ayer. 

Para los constitucionalistas, el penúltimo regalo sanchista al independentismo es una bomba de relojería. Quizá el tic tac no se escuche ahora claridad. Quizá, tras una década de estrés político y desasosiego social, no se quiera percibir. La fatiga ha relajado el instinto de supervivencia. La acumulación de crisis nos distrae. Sin embargo, la gravedad de la derogación de la sedición es enorme. Desprotege a la Cataluña abierta, moderna y democrática. La deja a los pies de los caballos del más rancio nacionalismo.  

La decadencia no es casual. Ahora los encapuchados no queman contenedores, pero sus jefes están chamuscando la credibilidad de las instituciones. Son los delincuentes quienes dictan y reescriben el Código Penal a su antojo. Sánchez ha abierto la puerta, y el procès se ha metido hasta en la cocina de La Moncloa. Mientras el presidente y sus cortesanos nos distraen con glamurosos selfies, sus socios corretean por los pasillos del palacio destruyendo el patrimonio nacional. Se sienten impunes. Se saben los amos. Lo han conseguido. La próxima vez, cuando lo vuelvan a hacer, podría ser la definitiva.  

Sánchez ha blanqueado el peor golpe sufrido en nuestra democracia desde el 23-F y ha oscurecido el futuro de España

Tardarán más o menos, pero Puigdemont y Junqueras cumplirán sus promesas de reincidencia. Ellos siempre ejecutan sus amenazas. Y estaremos más desprotegidos, porque la izquierda española no ha querido aprender ninguna lección. Sánchez ha blanqueado el procès. Tanta memoria histórica para acabar imponiendo el olvido sobre el 2017.  Ha blanqueado el peor golpe sufrido por nuestra democracia desde el 23-F. Y ha oscurecido el futuro de España. Esta queda legalmente desarmada. Queda al albur de la voluntad del secesionismo y de su pasión por el “desorden público agravado”. 

Sánchez sí paga a traidores, porque gobierna con ellos. Miente siempre a los ciudadanos, nunca falla a los golpistas. Y es que nuestra elite progre se llenará la boca con la palabra “gente”, pero legisla para los delincuentes. Entre la incompetencia y la inmoralidad, el gobierno de Sánchez está siendo un chollo para sediciosos, malversadores y violadores. Ante el silencio cómplice de barones y diputados socialistas, la ambición de Sánchez avanza sin frenos, llevándose toda decencia por delante.