Biden: «¡Ricos del mundo, uníos para pagar impuestos!»

La fiscalidad no implica mejores servicios. Dinamarca con un tipo de sociedad en el 22% y Suecia con el 21,4% son el paradigma europeo de servicios universalizados y tienen tipos impositivos inferiores a los nuestros

En medio de previsiones económicas a la baja, presupuestos del Estado que no se van a cumplir por ingresos irrealizables y gasto desbocado, datos del paro con medio millón de personas que hace un año sin empleo, empieza la campaña de la renta. Sabemos que decenas de miles de personas van a tener que pagar por haber recibido presentaciones al haber sido incluidos en algún momento de la crisis en un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Además, tendrán menos desgravaciones debido a que al haber percibido ayudas pierden derecho a deducciones.

Podríamos achacar eso a la mala suerte, incluso a la imprevisión del Gobierno. Pero lo cierto es que los aproximadamente 300.000 españoles que, según los gestores administrativos, pagarán entre 1000 y 1500 € de más estaban absolutamente previstos: el objetivo de un gobierno socialista siempre es recaudar más.  

La demagogia, o no, nos llevaría a sacar una cuenta fácil. Hace falta la recaudación de 60 contribuyentes que hayan estado en un ERTE en 2020 para pagar la indemnización que Pablo Iglesias ha solicitado por haber cesado como vicepresidente del Gobierno. El de Galapagar es una especie de Robin Hood pero al revés, se ha convertido en Juan sin Tierra.   

«Pablo Iglesias es una especie de Robin Hood pero al revés, se ha convertido en Juan sin Tierra»

Un socialista es un socialista, viva en La Moncloa o sea oriundo de Delaware como Joe Biden. La solución que ha encontrado el presidente americano para tapar el agujero de las cuentas públicas de los Estados que según él ha generado el coronavirus es crear un impuesto mundial a los ricos.  

La idea de Biden afortunadamente se quedará solo en un titular. Además, se contradice con la política americana de su propia administración dado que, por ejemplo, en enero la oficina del representante comercial de Estados Unidos advirtió a España y otros países como Austria o el Reino Unido que los impuestos creados sobre servicios digitales eran considerados un ataque a empresas estadounidenses e incompatibles con los principios de tributación internacional.  

Tasa Tobin a las transacciones financieras

España aplica desde este año una especie de Tasa Tobin a las transacciones financieras. La idea original era parecida a la de Biden: la implantación de un impuesto transnacional que finalmente solo aplican los países, como España, con más necesidades de recursos no para ofrecer mejores servicios sino porque su mala administración ha generado mayor déficit público y más deuda.

Las autoridades europeas advirtieron a España que dicho impuesto iba a recaudar mucho menos de lo previsto por la hacienda española. Pero el Gobierno de Sánchez, tan atento a las instrucciones europeas sobre el IVA de las mascarillas cuando busca una excusa para no reducir un impuesto y no perder recaudación, en este caso hizo oídos sordos.  

La idea de Biden de crear un impuesto internacional para pagar la crisis de la Covid-19 es profundamente injusta dado que no todos los países han gestionado igual sus cuentas públicas

La idea de Biden de crear un impuesto internacional para pagar la crisis de la Covid-19 es profundamente injusta dado que no todos los países han gestionado igual sus cuentas públicas. España encabeza el ranking europeo de déficit en 2020 por encima del 9%, Portugal que hasta hace poco servía para que no fuéramos los últimos a nivel estadístico se quedo en el 7% y Irlanda, la siempre vilipendiada Irlanda a la que se presenta como un paraíso fiscal dentro de la UE que nos roba los impuestos a los demás países está en el 5%. A menos impuestos mejores cuentas públicas.  

Irlanda cuenta con un tipo máximo del Impuesto de Sociedad del 12,5%, la mitad que el español.  Ello ha llevado a que Facebook, Airbnb, Tripadvisor y otras muchas empresas elijan Irlanda como sede europea, lo que ha conducido a que su PIB per cápita sea tres veces mayor que el español.  

La fiscalidad no implica mejores servicios. Dinamarca con un tipo de sociedad en el 22% y Suecia con el 21,4% son el paradigma europeo de servicios universalizados y tienen tipos impositivos inferiores a los nuestros. Lo público no es bueno solo por ser público, la buena administración, la austeridad, el fomento de la iniciativa privada, la desregulación son las bases del crecimiento.  

Hay un obsesión en generar impuestos. Colau ha anunciado la creación de una nueva tasa municipal al reparto de paquetes a domicilio. Es interesante ver la contradicción: por un lado Colau quiere limitar la libertad de los riders obligándoles a ser trabajadores del régimen general de la Seguridad Social y por el otro les impone un impuesto. Ambas cosas, el coste laboral y el impuesto no lo pagará Glovo, ni Uber Eats, lo pagará el receptor de la pizza y del paquete de Amazon, o sea, usted amable lector y yo.  

«Dinamarca con un tipo de sociedad en el 22% y Suecia con el 21,4% son el paradigma europeo de servicios universalizados y tienen tipos impositivos inferiores a los nuestros»

Europa es inconclusa e imperfecta. En un contexto de auge de los soberanismos, en el que Marine Le Pen amenaza con ganar la presidencia de Francia y países como Hungría desafían los últimos rescoldos de una cierta idea de Europa federalizante, ningún país va a ceder soberanía para implantar tipos impositivos comunes y algunos gobiernos nacionales, en especial de Europa de Este.

Tampoco van a dejarse imponerse impuestos que puedan lastrar sus intereses electorales, pero sería interesante que cuando se buscan soluciones globales para hacer frente a la falta de recursos de los Estados se aplicara una idea muy sencilla y por una vez no se criticara al que tiene bajos impuestos y promueve así la iniciativa y la riqueza, sino que se siguiera su ejemplo. Es más fácil y tendrá mejor resultado tender a ser fiscalmente irlandeses que no hijos de las ideas de Biden, Sánchez y Colau.