El discurso de Angela Merkel

Liderazgo es atreverse a decir la verdad a la ciudadanía aunque este ejercicio socave la confianza ciudadana en tu gestión

«Lo siento. Lo siento desde lo más profundo de mi corazón, pero si el precio que tenemos que pagar son 590 muertes al día, en mi opinión es inaceptable»

Angela Merkel

La política se construye con palabras, con ritos y con símbolos, los discursos se forjan con los exvotos que nuestros líderes ofrecen al pueblo en el altar de la democracia. O al menos así debería ser.

Y al menos ayer, en el Parlamento alemán, volvió a ser así.

 Angela Merkel, una líder muchas veces calificada de fría y distante, tomó la palabra y la elevó sobre su país, sobre toda Europa y sobre el mundo, construyendo una catedral gótica con sus sílabas para rendirla posteriormente a la advocación del santo liderazgo.

En un planeta aquejado por el mal de la mediocridad y lleno de políticos insuficientes y de verbo engolado, la voz de Merkel diciendo «lo siento, lo siento desde lo más profundo de mi corazón” fue una llamada que nos volvió a conectar con otra forma de hacer política, la de una señora que a pesar de su aspecto frágil representa los mejores valores de una Europa cada vez más necesitada de líderes que actúen como tales… o que al menos hablen como si lo fuera.

Mucha gente ha tratado de analizar lo que necesita un discurso para convertirse en histórico y creo que nadie lo ha conseguido, y no lo han conseguido porque nada tienen en común, por ejemplo, 3 de los mejores discursos de la historia como son las Bienaventuranzas de la Biblia, el Discurso de Gettysburg de Abraham Lincoln, o el “paz, piedad, perdón” de Manuel Azaña.

Ritmo, cadencia, una buena selección semántica, la declamación correcta, el lugar donde se realiza, el famoso momentum… todo ayuda, todo es necesario, pero además de todo eso hace falta un intangible: la capacidad de liderazgo del orador que lo pronuncia.

Y liderazgo es lo que ayer demostró Merkel, derrochando desde la tribuna del Bundestag empatía y rigor, tratando a los alemanes como adultos y olvidándose de los problemas de los políticos alemanes para centrarse en los problemas de los ciudadanos de Alemania.

Liderazgo es atreverse a decir la verdad a la ciudadanía aunque este ejercicio socave la confianza ciudadana en tu gestión. Es actuar contra tus intereses políticos para conseguir un bien mayor. Es atreverte a hablar desde lo más profundo de tu alma. Es pedir disculpas en público cuando te equivocas.

Liderazgo es atreverse a decir la verdad a la ciudadanía aunque este ejercicio socave la confianza ciudadana en tu gestión

Liderazgo es despojarte de los oropeles del poder y hablar a la gente en el idioma que entienden, es pedir ayuda a tu rival político, es echarte el país a la espalda cuando te toca hacerlo y pese lo que pese, es ponerte en primera fila cuando toca recibir guantazos y en la última cuando se reparten besos.

Liderazgo es emocionar tanto a los ciudadanos del país que gobiernas que van a hacerte caso si o si, porque han comprendido que, en la pelea contra el virus, incluso una canciller alemana ha dicho “Lo siento”. Eso, amigos y amigas, es el liderazgo. Y no tiene precio.