El mercado laboral no está bien regulado
El mercado de trabajo está muy regulado y es muy ineficiente. Casi todo el mundo coincide en que, en España especialmente, es muy difícil crear empleo y reducir el paro. De hecho es nuestro principal problema. En el primer caso, afortunadamente, se está produciendo una circunstancia muy favorable; en poco tiempo se ha dado una fuerte reducción de los costes salariales, que han bajado un 17% en términos agregados, (en Telefónica lo han hecho en un 25%).
Sin embargo el desempleo no disminuye con igual intensidad; lo ha hecho del 25% al 23.5% de la población activa, porcentaje muy alto. Y lo más preocupante es que el paro juvenil en nuestro país es del 54% mientras que en Alemania es del 7% y en Suiza del 3%. No parece que al caer el coste se produzca más demanda. Es evidente que nuestro mercado de trabajo no funciona bien.
En las actuales circunstancias en que el euro se deprecia rápidamente, y el precio del petróleo está en los 50 dólares, parece que por algún tiempo, sería lógico que los empresarios contrataran más. Pueden exportar mejor al área dólar, y sus costes internos tienen que disminuir porque sus inputs cuestan menos. Pero no parece que la gran masa de parados vaya a bajar suficientemente, ni que más personas van a animarse a buscar activamente un puesto de trabajo. Las razones son varias.
Los expertos informan que nuestra fuerza laboral tiene algunas deficiencias importantes que la hacen difícilmente empleable. La primera es la inadecuación de la formación recibida a las necesidades empresariales. En nuestro país no «se estudia y trabaja al mismo tiempo». Y lo peor es que existe una buena parte de la población que a los 16 años abandona –o ha abandonado– los estudios, y no ha vuelto a recibir educación cuando se ha quedado en paro.
Por otro lado se ha ido perdiendo la figura del aprendiz, o del estudiante en prácticas, que era la manera de introducirse en el mercado laboral -es verdad que con retribuciones muy bajas- para conocer y aprender a trabajar.
En tercer lugar, la crisis se nos ha llevado por delante una buena porción de nuestro tejido empresarial. Es sabido que la actividad industrial es el mejor crisol para crear empleo de calidad y estable. La Fundació para la Industria (Gremi de Fabricants) lo ha puesto de manifiesto en su publicación Un entorn favorable per a la Industria.
La globalización también ha influido negativamente en la creación de empleo. Por un lado, en una primera fase, ha deslocalizado industria a países de mano de obra barata, pero por otro, el comercio internacional está siendo liderado por empresas de cierta dimensión, que disponen de recursos para penetrar en otros mercados, y en invertir constantemente en I D i. En ser competitivas.
Nuestro país ha sufrido las dos amenazas; la adaptación del coste laboral a la realidad mundial, se ha hecho tarde y cuando no ha habido más remedio. Y la dimensión de las empresas españolas «no da la talla», es insuficiente; tenemos demasiadas pymes y pocas empresas medianas-grandes.
En consecuencia parece evidente que se debería recuperar la industria, principal demandante de empleo a tiempo completo, con salarios decentes, que facilita formación, con carrera profesional, y en definitiva no tan sometida ni al ciclo económico ni a la estacionalidad de ciertas actividades de servicios.
También en la contratación de empleo industrial encontramos restricciones. En un lugar destacado la fuerte fiscalidad sobre la mano de obra en forma de cotizaciones sociales, que llegan al 30% del coste laboral para el empresario. Alguna fórmula debe de existir para sustituir este fuerte impuesto sobre el empleo.
Otra asignatura pendiente es la adaptación de los salarios a la productividad de la empresa. Hay que prescindir de la todavía fuerte influencia de los convenios sectoriales o territoriales, que tratan por igual a situaciones muy distintas. Y ser conscientes de que la búsqueda de la productividad es obligación y responsabilidad de todos los que forman parte de la empresa. Es bien sabido que las empresas más productivas no son precisamente las que tienen salarios más bajos.
La libre negociación, la flexibilidad son herramientas que ayudan a contratar y a crear empleo. La Reforma Laboral de 2012 no ha resuelto los problemas de nuestro mercado laboral. Queda mucho camino por recorrer. Nos estamos jugando el presente.
Y falta todo en políticas activas de empleo.