Un Gobierno nacido de los pactos de un presunto corrupto
"Los socios de Sánchez saben que el presidente es ya un lastre, un peso muerto del que hay que librarse para que no te arrastre en su caída"
Está claro que, para negociar con Bildu y Junts, además de con el PNV y compañía, Pedro Sánchez necesitó tirar de alguien con pocos escrúpulos y muchos intereses. Y ese hombre no fue otro que Santos Cerdán. Puede decirse que fue el engrasador del Frankenstein que todavía hoy nos gobierna y, como buen navarrico, el protagonista del primer encierro de estos Sanfermines.
Santos Cerdán siempre fue considerado la mano derecha de Sánchez. Desempeñó un papel crucial tanto en la moción de censura de 2018 que derrocó a Mariano Rajoy como en las posteriores negociaciones para sostener la investidura del actual presidente. Su capacidad para tejer las peores alianzas para la democracia española fue celebrada en su momento como un hito político. Lo mismo se reunía con los de Otegi para echar a UPN del Ayuntamiento de Pamplona y del Gobierno de Navarra como se juntaba con el prófugo Puigdemont en Waterloo para tomar nota de las exigencias del independentismo y garantizar así la continuidad de su señorito en la Moncloa.
Sabíamos que este Gobierno, aun siendo legítimo, nació con el pecado original de la corrupción que decía querer eliminar. Algunos lo vimos desde el momento en que Sánchez negaba una y otra vez los pactos que luego tejía, con total desvergüenza, a pesar de que había voces de líderes cualificados en su propio partido que le recomendaban no hacerlo. Le avalaba la legitimidad política, sí, pero no la ética ni la moral de ceder a cambio amnistías imposibles a los independentistas y terceros grados a etarras orgullosos de haberlo sido.
El escándalo Cerdán, por lo tanto, no solo sacude los cimientos del PSOE. Veremos hasta qué punto Pedro Sánchez puede seguir disimulando y poniendo cara de “yo no he sido” para evitar lo que parece inevitable: que estaba al tanto de todas las fechorías de Cerdán y que las permitió porque el partido se financiaba o financiaba a los suyos con el dinero de las mordidas. Claro que siempre puede dar un doble salto mortal con tirabuzón, al estilo de María Jesús Montero, y decir que Santos Cerdán no tiene nada que ver con el PSOE.
Se ve que en el PSOE, cuando te echan, te borran también el pasado
Lo de referirse a “ese señor del que me habla” ha quedado ya superado por una hooligan como la vicepresidenta, que es capaz de afirmar que quien fue nada menos que número dos del partido no tiene nada que ver con el mismo porque le han echado y ahora está en la cárcel. Se ve que en el PSOE, cuando te echan, te borran también el pasado. Algo así le pasará a Felipe González si se descuida y acaba siendo expulsado: que no tendrá nada que ver ni con el PSOE ni con el Gobierno que presidió durante trece años.
Todo apunta a que Santos Cerdán fue el arquitecto de una red criminal que ahora empezamos a conocer. Y también el urdidor y director de orquesta de los pactos políticos que ya conocemos y que tan tristes consecuencias tienen todavía hoy para quienes siguen creyendo en la Constitución de 1978 como base de nuestras libertades.
Podemos decir categóricamente que tenemos un Gobierno nacido de los pactos que cerró un presunto corrupto ahora encarcelado. Porque lo descubierto por la UCO apunta a que el socio de mordidas de Cerdán en Servinabar, Antxon Alonso, un empresario guipuzcoano cercano al nacionalismo vasco, facilitó los contactos del socialista con el PNV y EH Bildu para que apoyaran a Sánchez quién sabe a cambio de qué. El PNV lo ha negado, pero, aunque así fuera, aunque no existiera ninguna relación, la ciudadanía empieza a estar hastiada de tanto escándalo y exige algo más que negativas y disculpas poco sinceras.
El verdadero perdón por el daño causado, la auténtica regeneración política tiene que venir de la mano de unas elecciones generales y de forzar a Pedro Sánchez a convocarlas. Mientras partidos como el PNV sigan esperando a que aparezca la prueba irrefutable de la financiación ilegal del PSOE para retirar su apoyo, seguirán siendo vistos ante la opinión pública como responsables últimos del espectáculo de cinismo político que tanto avergüenza dentro y fuera de nuestras fronteras.
Los socios de Sánchez saben que el presidente es ya un lastre, un peso muerto del que hay que librarse para que no te arrastre en su caída. Cuanto más tarden en soltarse, más duro será el batacazo. Aunque igual lo que se merecen es eso: seguir resistiendo.