De Roldán a Cerdán: la historia se repite en Navarra

El caso Cerdán ha hecho emerger en Navarra las sospechas de corrupción no solo económicas, sino también políticas

La historia de corrupción del Partido Socialista en Navarra parece repetirse 40 años después. Desde los escándalos de Gabriel Urralburu y Luis Roldán, en los años noventa, hasta la reciente trama que involucra a Santos Cerdán, la Comunidad Foral parece estar sobre una falla tectónica que la convierte en el epicentro de los casos que no solo acaban afectando al PSOE, sino que también salpican a sus socios de gobierno, como Geroa Bai, la sucursal navarra del PNV en la etapa de Uxue Barkos. 

No es de extrañar, por lo tanto, que Pamplona y toda Navarra sean ya el centro de todas las miradas. Con los Sanfermines a la vuelta de la esquina, parece que, más que del chupinazo, este año todo el mundo va a estar pendiente de la próxima “bomba” que salga de las investigaciones de la UCO. Hay quien incluso, con buen criterio y originalidad, como es el caso del economista Álvaro Bañón, ha pedido en la prensa navarra que sea la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil quien tenga el honor de lanzar el próximo chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento. Y, más en concreto, que sea el teniente coronel Balas el encargado de encender la mecha. 

La crisis se agravó con el caso de Luis Roldán, también navarro y director de la Guardia Civil, condenado por malversación y enriquecimiento ilícito.

Sin su trabajo, seguramente no hubiéramos llegado a conocer un escándalo que guarda demasiadas similitudes con el que, a principios de los años 90, salpicó también a los socialistas navarros. En aquella época, el presidente de la Comunidad, Gabriel Urralburu, fue condenado por cobrar comisiones ilegales en adjudicaciones de obras públicas, lo que debilitó extraordinariamente al Gobierno de Felipe González. La crisis se agravó con el caso de Luis Roldán, también navarro y director de la Guardia Civil, condenado por malversación y enriquecimiento ilícito. 

Ahora la historia parece repetirse con Santos Cerdán. La UCO ha destapado una presunta trama de corrupción que, desde Navarra, se habría extendido a otras regiones de España y deja al Gobierno de María Chivite bajo sospecha. En cualquier caso, no parece que la repetición del patrón de corrupción en Navarra sea una casualidad. Apunta, más bien, a la descomposición de un partido político en su conjunto, que, lejos de blindarse contra los errores del pasado, ha caído de nuevo en ellos. 

Pero el escándalo no solo afecta al PSN, sino que también genera inquietud entre sus socios de gobierno, especialmente Geroa Bai, que se ve envuelto en el fango de esta trama por partida doble. Por un lado, la formación se enfrenta a la posibilidad de que las investigaciones judiciales destapen irregularidades en las adjudicaciones de su etapa en el gobierno navarro, lo que podría dañar seriamente su reputación. Por otro, como socio actual del PSN en el gobierno de Chivite, Geroa Bai pide explicaciones pero sin cuestionar su apoyo para mantener la estabilidad del Ejecutivo foral. Como Sumar con Pedro Sánchez, para entendernos. 

¿Quién sabe, además, si una ruptura del gobierno de Pamplona, fruto de la corrupción, no afectaría igualmente al acuerdo de gobierno del PNV y PSE en el País Vasco? Verse salpicado por este escándalo, aunque sea indirectamente, es lo que le falta a Aitor Esteban para darse cuenta de que ya han cruzado todas las rayas y límites imaginables. 

Por lo pronto, Pablo Azcona, portavoz de Geroa Bai, ha insistido en que la trama “apunta al PSOE y no al Gobierno”, y ha defendido la creación de iniciativas parlamentarias para investigar los hechos, aunque sin romper por ahora con los socialistas. Igual que Sumar. Para curarse en salud, Geroa ya ha apoyado, junto a UPN y PP, una propuesta de comisión de investigación en el Parlamento de Navarra, cuya votación se ha pospuesto hasta septiembre por decisión del PSN y sus aliados. Ya saben: máxima disposición para que los hechos se esclarezcan lo antes posible. 

El caso Cerdán ha hecho emerger en Navarra las sospechas de corrupción no solo económicas, sino también políticas, de quienes dejaron la ética y la moral a un lado para sostener a María Chivite al frente del gobierno navarro. Pedro Sánchez dirá que tampoco conocía los acuerdos urdidos por Cerdán con EH Bildu, que incluyeron el intercambio de cargos en el Ayuntamiento de Pamplona. Estos pactos, que fueron un ejercicio de oportunismo, añaden un componente de inmoralidad política al escándalo, comparable solo al del presidente del Gobierno cuando pactó con los herederos de ETA después de negar sistemáticamente que fuera a hacerlo. 

En ese momento, Pedro Sánchez demostró que era capaz de todo con tal de gobernar. Y Cerdán y Ábalos, que eran capaces de todo con Pedro Sánchez en el Gobierno. 

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