Sánchez el emérito: “Lo siento mucho. Me he equivocado” 

Cuánto tiempo puede seguir así, sin estrellarse, es una incógnita

La comparecencia de ayer de Pedro Sánchez nos recordó a la del rey emérito cuando salió a decir públicamente: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Era 2012 y Juan Carlos I se veía obligado a pedir perdón, entre otras cosas, por su viaje a Botsuana para cazar elefantes. La de Sánchez ha sido una frase en la misma línea, pero echando balones fuera, su especialidad: “Lo siento mucho. Se han equivocado, no lo volverán a hacer”. Quien busque un atisbo de autocrítica en el Presidente del Gobierno pierde el tiempo. No habrá elecciones anticipadas porque ni el Gobierno ni su partido, dice, tienen culpa de nada. Y mucho menos él, que asume toda la responsabilidad, es decir, ninguna. 

Lo malo de esta situación es que han convertido a España en el Peugeot con los cuatro de la banda dentro. Sánchez va al volante, Ábalos de copiloto, y detrás viajan los navarros Koldo y Santos Cerdán, que se disputan el protagonismo de taparle los ojos al Presidente. Cuánto tiempo puede seguir así, sin estrellarse, es una incógnita. Mientras Sánchez se dedica a intentar salir vivo de cada curva, España va incontrolada, sin gobierno. 

A partir de ahora, el día a día político va a estar marcado por las filtraciones de conversaciones que salpican al presidente y su entorno, un goteo que promete intensificarse. Y, de la misma forma que el rey emérito ha acabado en el exilio en Abu Dabi, Pedro Sánchez podría terminar su trayectoria de la misma manera. Aunque no tanto en lo geográfico como en lo político: el ostracismo y el descrédito. La comparación con Juan Carlos I es inevitable: ambos se creyeron intocables, ambos se rodearon de cortesanos leales pero corruptos, y ambos terminaron pidiendo un perdón que muy pocos parecen ya dispuestos a concederles. 

Porque también Pedro Sánchez está rodeado de un grupo de irreductibles dispuesto a negar las evidencias con tal de no decirle a su señorito que se ha quedado desnudo. Son los integrantes del denominado “equipo de opinión sincronizada”, con Silvia Intxaurrondo y La 1 de TVE al frente, capaz de repetir hasta la saciedad “ese informe de la UCO que nadie conoce”. Como si el hecho de que ella no lo conociera equivaliese a que el informe no existe. Se ve que Pedro Sánchez ha tenido que informarse por algunos de los tabloides que tanto desprecia y que desde hace semanas venían destapando los escándalos de sus secretarios de Organización que a él le pasaban desapercibidos, como quien ve vacas volando con la mayor normalidad. 

En relación con José Luis Ábalos y Santos Cerdán, a Pedro Sánchez se le podría aplicar el viejo aforismo de que, cuando alguien te engaña por primera vez, la culpa es de quien te engaña; pero, cuando te engaña la segunda, la culpa es tuya. No puede ser que todo un Presidente del Gobierno, alguien que aspira a ser líder europeo, de no sé qué corriente progresista, se entere por la prensa de que su mano derecha adoptaba la forma de cazo para cobrar comisiones y mordidas y formaba parte de una supuesta organización delictiva. Solo Patxi López y María Jesús Montero son capaces de llegar a semejante nivel de ridículo, exigiendo que se pida perdón a Cerdán porque todo es un “bulo” producto de su imaginaria “máquina del fango”. 

El pucherazo podría ser el detonante

Hasta ahora, todos los medios afines al Gobierno y sus más leales defensores han conseguido que los escándalos de corrupción no hayan llegado a movilizar a las bases socialistas, pero el pucherazo en las primarias podría ser el detonante de una revuelta interna. Que se manipulen los medios, el CIS y se intente controlar la justicia es, para muchos militantes socialistas, un mal menor con tal de que la derecha no gobierne. Un autoritarismo asumible. El problema se complica cuando aparecen pruebas de que Pedro Sánchez construyó su liderazgo sobre un fraude electoral cometido en la sede misma de los socialistas. Por ahí sí que no, dirán algunos. Veremos cuántos. 

En cualquier caso, tras la comparecencia de ayer en la sede de Ferraz, ha quedado claro que las principales amenazas que se ciernen sobre Sánchez ya no son sus socios de Gobierno, que ven en su nueva debilidad otro momento perfecto para exprimirle un poco más; quienes ahora se han convertido en sus más fieles enemigos no son otros que los viejos integrantes de la “banda del Peugeot”: Cerdán, Koldo y Ábalos, que son quienes conocen los secretos más oscuros de su ascenso. De ellos va a depender no solo el futuro de un presidente que anda ya como “un pato cojo”, sino el de un partido bajo sospecha de financiarse ilegalmente y de ser la cueva de Alí Babá. Todo está ahora en manos de lo que quieran cantar “los tres tenores” 

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